(Por Ana Clara Pérez Cotten) Conscientes de que el resultado del balotaje del domingo aún está en disputa porque los porcentajes son ajustados, y convocados porque la campaña electoral tocó temas centrales y sensibles para la identidad nacional como la educación y la salud pública, la última dictadura cívico-militar o el peso como moneda nacional, profesionales, trabajadores y artistas decidieron activar la micromilitancia y, con consignas, pronunciamientos y estrategias que desbordaron el marco partidario, salieron a la calle a juntar votos de a uno.
Una manicura, una artesana, excombatientes de Malvinas que nuevamente se vieron obligados a poner el cuerpo, un médico con 56 años de trabajo en un hospital, víctimas de la dictadura e hijos de desaparecidos salieron de la comodidad del anonimato para dar testimonio en primera persona con intervenciones y herramientas simples, pero que guardan el potencial de la frescura que lo partidario suele perder con sus discursos prefabricados. Las redes, con su dinámica de viralización, multiplicaron esos mensajes informales, verdaderos "spots" de micromilitancia.
"Toda la sociedad está muy politizada. El nivel de politización y de activismo que se mostró a lo largo de la campaña es notable y eso se vio reflejado en entre los partidarios de (Javier) Milei pero también entre los de (Sergio) Massa. No se trata de militancia orgánica sino tradicional, sino más bien un movimiento súper reactivo a Milei que se extiende a lo más cotidiano", sostiene, consultada por Télam, Sol Montero, socióloga, doctora en Letras, investigadora del Conicet y profesora en la UNSAM sobre las escenas de micromilitancia que se multiplicaron en el último tramo de la campaña.
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Paula Gómez, conocida en Instagram por su emprendimiento de bordado @Cocohandmade_, está convencida de que "el arte, la vida y el trabajo están profundamente atravesados por la política". Por eso, no le importó poner el juego el costo económico que podía tener un pronunciamiento e hizo una serie de bordados que subió al feed de su cuenta: "Perdamos seguidores, pero no derechos" (orientado a convocar a quienes evitan opinar en las redes por miedo a caer en la desgracia del anonimato) y "Milei te odia", una frase contundente que descubrió en unas pintadas callejeras y que, por su poder de condensación, fue tomada y replicada por otros artistas. "El bordado además de ser mi trabajo es algo en lo que me refugio ante la angustia y la incertidumbre. Desde las PASO que no puedo quitarme esos sentimientos de encima y use el hilo y la aguja como medio para sacarme de adentro todo lo que me estaba pasando. Sentí un gran alivio no sólo en decir, sino también en darme cuenta que había un montón de personas en la misma situación", contó Gomez a Télam.
Como toda pieza artística, el bordado convocó otras interpretaciones. La manicura Natalia del Río, a cargo del emprendimiento @riomanos, mandó a imprimir decals (stickers para uñas) que rezan "Milei te odia" y, después de aplicarlos en una reunión de amigas emprendedoras "en situación de pavor ante la realidad electoral", también los puso a disposición de sus clientas junto a los otros cientos de motivos que ofrece para los diseños. La periodista y escritora Soledad Vallejos también captó la potencia del mensaje y mandó a imprimir stickers coloridos que repartió entre sus amigos para que adornaran la realidad con el mensaje electoral de cara al balotaje.
El subte, el tren y los colectivos se convirtieron en espacios para que varios se animaran a tomar la palabra, con todo lo que implica hablar ante desconocidos, para dar un testimonio urgente que pueda ser escuchado por aquellos que están más lejos de las reuniones partidarias, que piensan "que son todos iguales" o que viven la elección con cierta apatía. Anita Careaga, hija de Ana María Careaga (sobreviviente del centro clandestino de detención Club Atlético), y nieta de Esther Ballestrino de Careaga (una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo e integrante del grupo "los 12 de la Santa Cruz"), contó su historia familiar en un viaje de subte para pedirle a quienes la escuchaban que, por el bien de la democracia, no voten a La Libertad Avanza. "Estoy un poco nerviosa. Nunca en mi vida hice esto y lo hago porque estoy muy preocupada. Yo nací en Suecia. Nací cuando acá en Argentina había una dictadura. Mi mamá tenía 16 años cuando la secuestraron embarazada de mí. Fue a un campo de concentración donde la despojaron de todo, incluso su nombre: pasó a tener una letra y un número. Fue brutalmente torturada, cumplió 17 años en ese campo de concentración", contó a quienes escuchaban atentos su relato. "Amo este país, quiero vivir acá, quiero que todos podamos vivir teniendo diferencias, diciendo nuestras diferencias y sin miedo a que nos secuestren, a que nos torturen, y a que nos arrojen con vida al mar", les explicó a los pasajeros sobre el motivo de su intervención. "El Tigre Acosta se refería a las dos monjas a las que arrojó con vida al mar como las monjitas voladoras. Eso nunca más. Una candidata a vicepresidenta que dice que su deporte favorito es hacer bullying y pegarle a los zurdos, nunca más. Por favor, por la democracia, no voten a Milei", concluyó.
Elsa Lombardo también subió al subte para contar su testimonio como víctima del terrorismo de Estado. "Fui secuestrada por un grupo de policías. Fui llevada a dos campos de concentración", comenzó su relato Elsa, sobreviviente de los Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio el Banco y el Olimpo, a bordo de una formación del Subte B y ante la atenta mirada de los pasajeros. "Estuve 27 días secuestrada con mucha gente de muchos partidos políticos, con mucha gente de muchas religiones. Cuando vino la democracia, con el gobierno del doctor Raúl Alfonsín pude declarar y contar que me habían secuestrado", continuó y cerró su mensaje con un pedido de cara a la elección: "Traigo esta anécdota porque el domingo hay elecciones y yo no quiero que nunca más ocurra lo que pasó en este país".
El neumonólogo y docente Ricardo Gené, de 79 años, entró a un vagón de la línea B para contar que egresó hace 56 años y trabajó durante 40 años en hospitales públicos. Con su relato buscó dar cuenta de cuál es el rol de la salud pública. En 2011, decidió dar un paso al costado de su casa de estudios, la UBA, y para pasar a formar médicos en La Matanza donde se inauguró, en 2012, la primera facultad de Medicina pública del conurbano. "Entraron a la universidad, aprendieron, se recibieron, trabajaron en la pandemia. Le devolvieron al país lo que el país le posibilitó a ellos. Pudieron estudiar porque fueron a la universidad pública y gratuita. Se está hablando de privatizar la salud y la educación. Sería un daño irreparable. Costaría generaciones volver a tenerlo. Está claro. Salud pública, sí. Educación pública, sí. Milei, no", dijo en un mensaje didáctico y claro, propio de quien durante años tuvo que explicar y enseñar.
El psicólogo Sergio Zabalza también se presentó en un vagón para advertir a los pasajeros que Milei "está loco y es peligroso". La práctica del orador que se presenta de sorpresa, y que tal vez los estudiantes tengan muy presente porque es propia de la vida universitaria, irrumpió en los días previos al balotaje. Y, si bien el mensaje de todos ellos se ha multiplicado por las redes sociales de forma rápida y eficaz, también los ha dejado a merced de la ola de amenazas e insultos ya clásicas de la vida en las redes sociales.
Las solicitadas y las cartas públicas que redactaron y firmaron gastronómicos, intelectuales o creadores de videojuegos también fueron una forma de manifestarse. Una de las publicadas al filo de la veda repara en el valor de la palabra. "Somos trabajadores, psicoanalistas, psicólogos, profesionales de la salud, escritores, docentes, investigadores, artistas y estudiantes. Muchas y muchos trabajamos con la palabra, enseñamos en la universidad pública y con la palabra trasmitimos conocimientos. Sabemos que no es lo mismo una palabra que otra. Sin embargo, parece que hoy se puede decir cualquier cosa impunemente. Se puede decir que la dictadura fue una guerra. Se puede decir que no fueron 30.000 los desaparecidos en manos del terrorismo de Estado. Se puede insultar a nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y decir que los Derechos Humanos son un curro. Estamos alarmados. No sólo de aquello que se dice sino de la falta de reacción de quienes creíamos que estos debates estaban zanjados", sostiene el texto que lleva la firma de Luisa Valenzuela, Reynaldo Sietecase o Jorge Dubatti.
Montero repara en que el discurrir de la campaña llevó a pensar en momentos. "Esta etapa es muy argumentativa. Cada uno hace un esfuerzo por encontrar su recorte y sus motivos. Las redes sociales juegan también su rol al multiplicar. Whatsapp en particular en esta etapa es importante porque lo que nos llega no es por un muro compartido sino por el envío de un conocido. Y los grupos allí también tienen un impacto muy fuerte desde lo subjetivo porque la pertenencia y la calidez de la intimidad enmarcan los mensajes", analiza. Repara, además, en una de las fortalezas simbólicas de la micromilitancia: "Y por último, está la ilusión de que la palabra pueda definir una elección. No deja de ser romántico".
Con información de Télam