“Una para toda la familia”, “para los amantes del terror” o “para grandes y chicos”, afirmaba la mujer tras la pantalla. Catalina Dlugi. Simplemente Catalina para los televidentes. Figura emblema del periodismo de espectáculos, hizo de la crítica un estilo de vida gracias a su columna diaria en los noticieros de El Trece. “Para mí es normal ver 3 o 4 películas por día. Lo tengo adquirido y me encanta”, asegura en el arranque de la charla por Zoom acompañada por su gata Tita, llamada así en honor a la aclamada tanguera Tita Merello. Más adelante, revelará que tuvo la suerte de entrevistarla durante sus últimos años, un momento que atesora para siempre.
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- Me encanta el fondo que elegiste para la nota, ¿son libros?
No, es mi colección de películas DVD. Es enorme y llega hasta el techo. Me encanta tenerlos, con los años fui acumulándolos. Los siento como si fuesen libros, jamás se me ocurriría tirarlos. En una época recuerdo que sacaban ediciones de “El Padrino” y te venían en unas cajitas increíbles. Eso lo guardás, casi que ni lo tocás.
- Sos toda una coleccionista.
Una acumuladora (risas).
- Irrumpió el COVID-19 y los cines y teatros cerraron. Es increíble cómo se extraña y recién ahora se dimensiona todo lo que no se tiene.
Cuando nos dijeron por primera vez que teníamos que estar encerrados, entramos en shock, además de asustarnos por ese enemigo invisible que te acecha cual película de terror. Bueno, si eso te agarra sin trabajo es un problema. Afortunadamente, yo no me puedo quejar: tengo el programa de radio “Agarrate Catalina” los sábados, soy columnista en otro, tengo mi página web y colaboro con NetTV. Te diría que hay momentos en los que siento que estoy laburando más que antes.
- Me gustaría hablar de la mutación que ha tenido la sección Cultura y Espectáculos en los medios ¿El periodismo de chimentos debería considerarse dentro de la sección?
Yo creo que sí. De hecho si te alejás y hacés una mirada panorámica vas a darte cuenta que el gusto por el chisme está en todos lados. En la política es un clásico: si está con este o con aquel, si se pelearon o amigaron. La información frívola es un recreo en la vida de las personas, como si fuese un reality. Como pasa con Diego Maradona y su familia. Con el encierro creció la cantidad de información dura y, la verdad, todos llegamos a un punto en que nos sentimos saturados. Cuando ves todos los días la cantidad de muertos que hay por coronavirus llegás a un pico de angustia y tenés que frenar un poco, distenderte con algo más liviano. Un chisme. Seamos honestos, los límites de la televisión actual se desdibujaron por completo: hay programas políticos que se meten con algún tema de espectáculos, y viceversa.
- Arrancaste en gráfica y tuviste una fructífera trayectoria en “Radiolandia”, pero la popularización de tu imagen la conseguiste en El Trece, ¿cómo iniciaste en la televisión?
Fue muy azaroso. Reconozco que la gente que trabaja en gráfica miran a los de televisión un “poquito” por arriba del hombro. Y yo no tenía ningún interés por trabajar en el medio. Cuando yo trabajaba en Radiolandia Abel Malone, quien estaba en Radio Mitre, me llama y me dice: ‘No tengo a nadie que me cuente lo que pasó en el casamiento de Susana Giménez y Roviralta’. De ese llamado vino un trabajo en radio que me encantó. Cuando Malone se va para El Trece, que coincidió con la llegada del Grupo Clarín a la señal, me llamó para un programa. “Si es en la producción, sí”, le respondí. Fue rarísimo y me manejé con las pautas de la gráfica. Al punto que en un momento hubo una crisis con los conductores del ciclo, que no me hacían caso en absoluto. Cansada y a punto de dejarlo todo, me pidieron que aparezca y dé noticias. “Ni en pedo”, lancé. Así fue como empecé a estar “en las sombras”: una voz que aparecía, sin rostro. Horrible. Después de la emisión me llamó el director de Todo Noticias para decirme que la gente llamaba preguntando quién era la que hablaba. Y me convencieron a aparecer con mi rostro. “¿Viste el frío que te recorre la nuca cuando estás en televisión? ¿Viste que en la gráfica se burlan de lo que hacemos acá?”, me dijo y me dio una lección para siempre. Con la llegada de Mazzuca a TN surgió la posibilidad de co-conducir. Fue algo que aprendí a amar con la práctica.
- Recuerdo que tenías una sección en el noticiero del mediodía y, justamente, la mayoría de las privadas de cine son por la mañana. Parece desgastante.
Salía corriendo. Esa era mi vida. Iba a las privadas de la tarde y a las que eran a la mañana les pedía una emisión especial, al ser de El Trece te la daban. Mis compañeros me odiaban cuando llegaba sobre la hora o un poco tarde, por problemas de tránsito.
- Y tras 25 años de tu presencia en El Trece, te fuiste. ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?
Mi vida necesitaba un cambio. Me vino muy bien para dedicarme más a la radio y para poder asistir a más festivales de cine. Nunca había podido viajar a un Festival de Mar del Plata completo o alguno del interior del país. Es muy fuerte y me pareció una gran decisión irme. Ya había hecho todo lo que había podido hacer.
- No se te conoce por exponer tu mirada política, ¿cómo ves las medidas sanitarias que está impulsando Alberto Fernández?
Soy una mujer muy hipocondríaca, así que en tiempos de pandemia me cuido mucho más que otras personas. Igual, a veces la información me marea. Yo lo único que ruego es que aparezca la vacuna. Entiendo que hay gente que está tocando fondo, la gente de la cultura que no tiene un sueldo fijo y estable como uno; es terrible. Entiendo que la gente se desespere. No se me ocurriría ser anti cuarentena jamás. Si comparás la cantidad de muertos de Argentina y otros países, nos manejamos muy bien. Yo tengo familia en Italia, mi esposo es italiano. Lo que está sucediendo allá es horrendo. Hoy me asusté un montón porque me avisaron que en mi prepaga llegaron al límite de las camas, así que no me tengo que enfermar porque no sé qué puede pasar conmigo.
- Pasa que algunos sectores sociales son muy irresponsables.
Son los mismos que salieron a manifestarse y se contagiaron. Me parece por fuera de toda lógica eso.
- Una vez más volvemos a la frase de Alberto “enemigo invisible”. Uno lo sale a buscar.
Es como las películas de terror. Esas amenazas invisibles que te atacan. Me acuerdo de la escena de “Contagio” en donde explican el origen del virus. Parte de mi miedo a la enfermedad viene de lo que veo en estas películas. Es una virtud que manejan los cineastas del género terror, juegan con los miedos primarios de uno. Desde “La Cosa” de Carpenter hasta los muertos vivos.
- De los artistas internacionales que entrevistaste, ¿quién fue el más complejo de encarar?
Robert Downey Jr. En un momento le pregunto algo con respecto a su adicción a las drogas. Hizo un silencio total. Luego de un rato habló sobre el tema. Se lo notaba disgustado, le molestó muchísimo. A Martin Scorsese lo amé. Fui a entrevistarlo por “La Edad de la Inocencia” y me acuerdo que una de las frases con las que se vendió la cinta fue “esta película es mucho más violenta que ‘Buenos Muchachos’”. Cuando le pregunto por qué eligió eso, me respondió con total sinceridad: “Porque vende” (risas).
- Escribiste junto a Rolando Gallego “Mujeres, Cámara, Acción. Empoderamiento y Feminismo en el cine”, ¿qué te impulsó?
El impulso fue de Rolando. Él y otro periodista, que luego se bajó del proyecto, me llamaron para unirme. Nos encontramos con un enorme hueco en la documentación de cineastas mujeres: no hay. Hay un solo libro dedicado a Maria Luisa Bemberg y nada más. Y en muchos libros que recorrimos no encontramos ningún registro de información dedicada al cine hecho por mujeres argentinas. Yo quise partir por lo que estábamos viviendo en ese momento: la denuncia de Calu Rivero y de Actrices Argentinas. Un antes y un después. Otra de las cosas que me pareció importante documentar es la entrevista que Mauro Viale le hizo a Juan Darthés. El mérito de Viale fue el silencio, él pregunta y espera; esa habilidad periodística le permitió tener un excelente reportaje. Quise poner la entrevista completa porque no existe el registro de otro lugar que la tenga, lo cual me parece tremendo. Hay fragmentos dispersos, pero completa es muy difícil de encontrar en Internet.
- Para ser franco la crítica de cine y teatro es muy varonil. Vos sos una de las mujeres pioneras, pero casi no hay presencia femenina. Ni que hablar de disidencias sexuales en roles importantes.
No hay muchas ni tampoco hay interés en sumar mujeres y disidencias sexuales. Pensá que a mí en El Trece me daban solo tres minutos para decir los estrenos, sin importar si tenía diez películas o dos. Yo siempre quise hablar del cine argentino y el independiente, no solo los grandes tanques. Es muy importante apoyar lo no-mainstream. Así que, con mis injustos tres minutos tuve que sacar a relucir mi poder de síntesis haciendo críticas no tradicionales y dándole espacio a todas las historias. Soy como los políticos, tengo un poder de resumen increíble. Con respecto a las disidencias sexuales es muy triste que no se les dé espacio. En La Once Diez, donde trabajo, está mi gran compañera Diana Zurco, una reconocida locutora trans.
- Tener personajes con pensamiento arcaico en la televisión como Mirtha y Susana tampoco suma. El archivo no perdona.
Es cierto. Los tiempos cambiaron, creería que ellas también lo hicieron. Estamos viviendo un momento histórico increíble, pero falta mucho por lograr.
- ¿Te permitís algún placer culposo, alguna película que el “establishment” no considere estrictamente buena?
Totalmente. Yo veo todo. Me encantan las de acción o las de terror, algunas fueron muy despreciadas por la crítica. “El Resplandor”, por ejemplo. Me encanta, es terrorífico ese océano de sangre o ese padre persiguiendo al hijo para matarlo.
- Si hiciesen una película con la historia de tu vida, ¿qué actriz argentina te gustaría que te protagonizase?
Por ser narigona y por llevar rulos durante buena parte de mi vida me decían que era parecida a Norma Aleandro. Cuando le conté, nos matamos de la risa juntas. Norma Aleandro sería una gran opción aunque yo no tengo muchos escándalos, me parecería más interesante que retraten la vida de un mafioso en lugar de la mía.