Escritora, dramaturga y editora, Eugenia Pérez Tomas arma en su segunda novela, "La canción del día", una voz narrativa que da lugar a la maternidad como un rol que para tomar forma necesita espacio y tiempo, y desde esa clave pone en escena la secuencia de una tradición familiar en la que hay perspectivas como la de la abuela que vuelve a ser revisitada.
En el libro editado por Paisanita, la maternidad es definida como "la cosa más antinatural del mundo" y, entre el ensayo y la narrativa, asume la incomodidad de abrir el plano sobre el cuidado y la transformación que implica esa tarea.
La también autora del libro de poesía "Los buenos deseos", la colección de obras "Hacer un fuego" y la novela "Frutas tardías" conversó con Télam sobre sus oficios ligados a la escritura y el proceso que dio lugar a este reciente trabajo.
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-Télam: Tu escritura venía de la mano de la dramaturgia, ¿cómo fue este proceso de escritura de narrativa? "La canción del día" puede leerse como novela pero también pueden ser tres cuentos independientes con construcción propia que tienen un sentido por separado. ¿Te interesaba esa hibridez?
-Eugenia Pérez Tomas: Pienso que soy una dramaturga que no escribe teatro. Un poco en chiste, un poco cierto. Por qué lo digo: cuando empecé a escribir dramaturgia tenía cerca mi experiencia con la escena, estudiaba actuación, dirección y en mi campo semántico estaba ese lenguaje teatral. Con el tiempo fui sacando el cuerpo de la escena para caer en un profundo interés con la escritura y eso me permitía dedicarme a observar. Descubrí que esa era una gran pasión. Observar los cuerpos fue una fuente de conversación de la cual bebí para escribir. El pasaje a la narrativa se desplegó a partir de ese juego. Tal vez, por eso mi escritura tenga un espíritu híbrido, por la manera que tengo de vincularme con la literatura. Me interesa que la novela pueda leerse desde una lente donde la promesa, más que una intriga argumental, sea una promesa del lenguaje.
-T: El libro apuesta a abrir el foco sobre la maternidad. "Convertirse en madre es una de las cosas más antinaturales del mundo", dice la narradora. Pero también se construye el eje maternidad-tiempo, maternidad espacio, como si al escribir la narradora se hiciera el espacio y el tiempo para la maternidad. ¿Coincidís? ¿Cómo te interesaba pensar la maternidad desde la escritura?
-E.P.T.: Sí, pienso que la percepción del tiempo se modifica como nunca antes a partir del nacimiento de una hija y es lo que revela un nuevo paradigma personal. La maternidad trae una nueva lógica del tiempo cronológico y del tiempo simbólico. Escribir es una suerte de agarrar el reloj de arena con las manos, de entrar en ese contacto, que no significa tener el control, claro. Hay una idea que me gusta y me la trajo la escritura; convertirse en madre es, en términos concretos, el acto de hacer espacio: en el cuerpo para dar lugar a la gestación, en la casa para dar lugar a las cosas de la vida por venir, en el pensamiento para inventar la narrativa íntima y familiar. Es dar lugar y correrse. Ese movimiento inaugura un nuevo tiempo de fascinación y descubrimiento. La escritura es una tabla para cruzar al otro lado, para tantear.
-T: Sos una de las responsables del sello Bosque energético dedicado a diarios íntimos y este libro puede leerse en ese registro.
-E.P.T: Cuando comenzamos a pensar el proyecto editorial con Andrés Gallina yo venía trabajando en la novela. Eran tiempos de encierro pandémico y nuestra hija tenía apenas un año. La voluntad de armar un catálogo que se dedicara pura y exclusivamente a los archivos personales se nos presentó con mucha contundencia en nuestra mente, ya no podíamos imaginar nuestra biblioteca sin los diarios de Bosque energético. Lo que hacemos o lo que queremos y buscamos con la editorial es iluminar ese borde entre el archivo personal y el ensayo sobre determinados recortes del mundo. Un diario no busca la centralidad y esa exploración del registro nos interesa. Ahí hay una relación clara con mi novela.
-T: ¿Qué lecturas te acompañaron durante esta escritura?
-E.P.T.: Hay muchas que fueron clave en la escritura y nunca estoy segura si repetir los mismos que tomaron protagonismo o ir compartiendo la larga lista que se fue colando mientras escribía. Lo cierto es que hay mucha literatura de maternidad inspirando mi observación ("Madre soltera", de Marina Yuszczuk; "Un trabajo para toda la vida", de Rachel Cusk; "Nacemos de mujer: la maternidad como experiencia e institución de Adrienne Rich" ). Y, también, otro tipo de textos no específicos que me acompañaron para pensar la forma y habilitar divergencias en la narrativa. Por ejemplo, "Sobre el dibujo", de John Berger es una lectura que nunca dejo de consultar.
-T: Es un libro sobre la maternidad, pero también sobre la escritura. ¿Creés que hay una literatura que viene a poner en cuestión la idealización de la maternidad? Pienso en novelas recientes como "In vitro", de Isabel Zapata, o "FantasticLand", de Ana Wajsczuk.
-E.P.T.: Me gusta pensar que "La canción del día" es un libro sobre el deseo. La escritura nace como respuesta o desborde de las escenas que me conmueven. Los libros que venimos leyendo donde aparecen maternidades y puerperios no idealizados son la construcción coral de las posibilidades que cada una encuentra en su experiencia. El nacimiento es horizontal, nos atraviesa a todas las personas, pero nunca pasa de la misma manera. Es el deseo de narrar y ensayar alrededor de los inicios, de los mitos fundacionales, del cuerpo y los vínculos vitales. A veces se piensa con desmedro la llegada de otro libro sobre maternidad, como si se lo adosara a una corriente pasajera. Lejos de eso a mí este tipo de apariciones me multiplican la curiosidad.
Con información de Télam