En la tapa de "La mirada horizontal", Luisa Valenzuela está atenta mirando fijo una máquina de escribir en la redacción del diario La Nación y tiene un cesto de basura en la cabeza: "Tengo ese principio patafísico de que lo serio hay que mirarlo con cierta ironía sino quedas atrapada en una certidumbre que no es así", dice en esta entrevista con Télam.
Esa no será la única foto de Valenzuela ejerciendo su oficio de periodista que se pueda encontrar en este libro que forma parte de una nueva colección de la editorial Marea que busca rescatar material periodístico condenado al olvido por el tiempo y la lógica digital. El de Valenzuela se suma al que se publicó con material de la periodista y escritora Alicia Dujuvne Ortiz: "Cronista de dos mundos".
En "La mirada horizontal" hay entrevistas a Carlos Fuentes, Susan Sontag, Elena Poniatowska y Nicolino Locche, entre muchos otros, y también crónicas como la de los cafés de Buenos Aires en los 70, los 80 y los 90 o las viajes a México o a Indonesia. Pero Valenzuela pidió que además se sumaran algunos de los últimos textos periodísticos que escribió para Página/12 o para El Cohete a la Luna.
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-Télam: ¿Cómo fue reencontrarte con estos textos?
-Luisa Valenzuela: Fue muy lindo. Había algunos que no recordaba, como esos momentos de captación de situaciones. Fue un gran trabajo el de Marianella Collete. La selección la hicieron ella y Constanza Brunet. Más allá de las que estaban solo en papel, están también las últimas columnas en El cohete a la Luna, por ejemplo. Yo quería que estuvieran, aunque no todas entraron. Cuando se presentaron los dos libros juntos -la novela y el de artículos periodísticos- lo que los unía era la captación de atmósferas. Esa especie de antena que todos tenemos y que después va a la ficción o al periodismo. También funciona la mirada del novelista. Creo que es mirada horizontal versus la mirada vertical pero nada indica que no hay un momento de mirada oblicua como dijo Cristian Alarcón cuando presentó el libro.
-T: ¿Cuál es la clave para una buena entrevista?
-L.V.: La escucha, no pretender que el otro diga lo que uno quiere que diga. Ahora hay mucha tergiversación de las palabras, la mía era una época que no usaba grabador pero anotaba muy cuidadosamente lo que iba pescando y donde estaba el nudo del asunto. Iba armando la entrevista mentalmente a medida que se iba desarrollando. Casi no usé grabador.
-T: ¿Qué quedó de vos de esa periodista que está en "La mirada horizontal"?
-L.V.: Creo que quedó bastante más de lo que yo sospechaba antes de "La mirada horizontal" porque los tenía muy separados. Mi gran maestro literario fue mi jefe en La Nación: Ambrosio Vecino, el editor del suplemento gráfico donde yo trabajé 9 años. Me hice periodista de la nada, no seguí ninguna carrera, aprendí en la calle. Él tenía una preocupación por la precisión gramática del lenguaje y me enseñó muchas cosas. Eso queda: poder por ejemplo investigar rapidísimo por el olfato periodístico, que te permite ir captando cosas y cosas. Aprecio eso. Esa curiosidad es un motor.
-T: ¿Qué autores o autoras argentinos estás leyendo?
-L.V.: Mariana Enriquez me gusta mucho, Gabriela Cabezón Cámara y Samanta Schweblin. También Leila Guerriero, que cuando iba a La Nación la veía trabajando y le decía que me gustaban mucho sus notas. No me impongo leer lo que está saliendo. Ojalá lo hiciera. Lea mucho miscelánea. No me detengo tanto en la literatura actual.
Con información de Télam