La escritora Carolina Sanín, autora de columnas de opinión audiovisuales en la revista Cambio Colombia y también actriz contingente, nunca estudió actuación pero protagonizó en forma muy convincente el filme "Litigantes", habla de cómo, desde la pandemia, han cambiado las cosas, "la manera de escribir, de leer, de fijarse y de pasar" y se ha emprendido un extraño retorno a lo auditivo, ganándole terreno a lo visual.
"Durante las cuarentenas empezamos a oír más podcast y de repente, al tiempo que con el aislamiento y la tecnología de la virtualidad como mediadora se iban el olfato y el gusto, que es muy interesante porque son los sentidos de contacto, los mismos que se perdían con algunas de las cepas del Covid, redescubrimos, o reactivamos, o activamos mucho el oído, más que la vista. Tener la pantalla frente a los ojos no fue estimular la vista, justamente los ojos se deterioraron -marca Sanín-. Con la pandemia nos hemos vuelto muy auditivos de repente, más auditivos de lo que éramos".
-T.: Una vuelta rara a la oralidad, mediada tecnológicamente, ¿algo de eso tuvo que ver con empezar a hacer monólogos audiovisuales?
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-C. S.: Puede ser, escribí columnas 12 años, hasta el año de la pandemia, y tantas cosas cambiaron y tantas cosas han cambiado en la manera de escribir, de leer, de fijarse, de pasar, que de repente me di cuenta que escribir columnas en mi vida, no en el contexto cultural general, era obsoleto. Los monólogos no son columnas leídas en video, no quería leer mi columna, quería experimentar con pensar en vivo: paso de una nota a otra y en cada grabación surgen cosas que no estaban planeadas, quiero mirar y explorar eso que no es improvisado pero que tiene puntos de improvisación.
-T: ¿La espontaneidad?
-C.S: Cuando no leés le das lugar al error y al accidente. Quiero estar en situación de pensar en un tema delante de una cámara, porque no es un público en realidad, es delante de un hueco, un ojo que te mira y no de una pantalla cuya luz viene hacia ti, entonces es distinto dirigirse que rebotar. A veces me interesa más eso.
-T: ¿Estás haciendo actuación?
-C.S: Es lindo aprender algo a lo que en realidad no te quieres dedicar -no soy actriz, nunca actué, hice "El litigante" y basta-, la disposición y el aprendizaje es de otra manera cuando no esperas ser "bueno en". Yo no espero ser buena, sino explorar cómo la actuación está en primer lugar detrás de cualquier otro arte. Constituirse en un autor, volverse un autor ya es sacar de sí un personaje, proyectarse de alguna manera. Hay un primer acto de la expresión que es actuación antes que escritura y antes que todo.
-T: ¿Decís que la actuación es el primer acto de cualquier expresión artística?
-C.S: El primer acto de la expresión artística es ponerte el personaje y el personaje escribe. Hay un personaje y una voz que escribe cada texto, pero primero tiene que salir esa voz y el hecho de que salga esa voz es un acto teatral y ocurre antes del acto autoral.
-T: ¿Hay un cruce entre esto y lo otro que vos escribís sobre la escritura, que tiene que ver con salirse de una misma, con ubicarse?
-C.S: Tiene que ver con verte afuera, hacer un texto que sea tú o una suma de textos que constituyan una persona que podrías haber sido o podrías ser: tu futuro es el texto que escribes, de alguna forma. Tu más allá también. Esto lo digo como escritora. ¿Pero cómo escribir con la disposición de actuar? Lo que espero es que de esa experiencia de actuar surja un otro, otro modo de escribir de alguna forma.
-T: ¿La literatura capitaliza la brecha que separa una experiencia del momento en que alguien decide volver sobre ella para entender, testimoniar, redimirse o apenas no olvidar?
-C.S: Es una pregunta importante porque la narrativa estudia el tiempo, busca entender cómo las cosas cambian y punto. Una historia se trata de cómo una cosa se vuelve otra, cómo parece ser otra porque el tiempo pasa a través de ella. Pero la poesía pues no épica, la poesía no narrativa y el ensayo tratan de ver cómo las cosas no cambian, precisamente cómo es la realidad sin el tiempo. Es en esa tensión en la que nace el suceso literario, entre la investigación de cómo pasa el tiempo y la investigación de cómo no pasa.
-T: Por otro lado, hacés entrevistas de interés general en Dominio público, un programa televisivo de Colombia, ¿hay diferencia entre la escritora y la comunicadora?
- Es lo mismo, a mí lo que me interesa es interpelar como intelectual pública, esa figura que tiene tan pocos representantes y muchas menos simpatías en Colombia, porque es detestada como algo elitista. En Colombia no se ha formado una clase amplia intelectual, hay un sector del populismo que parte del desprecio de lo intelectual como lo snob, un poco como pasó en España hace 80 años, muy fascista esa manera de verlo.
Con información de Télam