(Por Eva Marabotto) El diablo, la novela más reciente de Florencia Canale, enfoca la rebeldía y el heroísmo de uno de los paladines de la independencia de América, Bernardo de Monteagudo, a la vez que se sumerge en cuestiones menos públicas como la pasión que despertó en algunas mujeres, incluida la mismísima Remedios de Escalada, esposa de José de San Martín.
La novela editada por Planeta hace referencia desde el título al modo en que los hombres porteños y los de Sucre, donde pasó su adolescencia, definían a Monteagudo, el rebelde hijo de una mulata y un cura: por eso sufrió el desprecio y el bullying de muchos de sus congéneres, pero a las damas de ambas sociedades sus orígenes dudosos y el color de su piel las tenía sin cuidado, no podían resistirse a sus encantos.
En esa atracción que generaba en el sexo opuesto, seguramente influyó, según documenta Canale citando a José María Ramos Mejía en La neurosis de los hombres célebres de la Historia argentina, el histerismo de Monteagudo y su priapismo (sufría de erecciones prolongadas).
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La misma minuciosidad pone la autora, quien lleva escritas 11 novelas históricas que se convirtieron en éxito editorial, en el rastreo de la correspondencia de Monteagudo, de los documentos oficiales de la época y de la bibliografía en torno del héroe y la Independencia americana.
Sobre la figura de Monteagudo, que le atrae desde su primer libro, Pasión y traición, y a quien también incluyó como personaje en Bastarda, obra sobre la patriota boliviana Manuela Sáenz, conversó Canale con Télam en una entrevista en la que reivindicó la rebeldía del héroe.
-Télam: La mayoría de tus novelas tienen protagonistas mujeres, pero ahora elegiste centrar tu mirada en Monteagudo,¿qué tiene de atractivo el personaje?
-Florencia Canale: Mi elección no tiene que ver con el género sino con la personalidad del protagonista. Me gustó el personaje de Bernardo de Monteagudo porque era bastante opaco. Tuvo una vida excitante y fue fundamental para el proceso independentista de América.
-T: Quizás la mayor revelación de tu libro es que Monteagudo tuvo una relación secreta con Remedios de Escalada, la esposa de José de San Martín. ¿Cómo llegaste a esa conclusión?
-F. C: Yo ya había mencionado el tema en Pasión y traición, que es la historia de San Martín y Remedios, y ahora retomé esa relación que permaneció oculta porque a ella le construyeron un prototipo sumiso y angelical. Ella es prístina, una especie de Santa Madre de la Patria. Pero existe esta anécdota con Monteagudo que ha circulado mucho.
-T: ¿Qué datos hay sobre esa relación?
-F.C: En principio, es un secreto familiar. Yo soy descendiente de Remedios de Escalada y su romance con Monteagudo había circulado siempre. No es extraño porque él era muy mujeriego y le gustaba mucho a las mujeres. Cuando empecé a interesarme por Monteagudo mi papá me recomendó que hablara con mi tía Teresa sobre este secreto familiar y ella me lo confirmó. Es evidente que San Martín fue el gran amor de la vida de Remedios, pero con Monteagudo conoció la pasión.
-T: Pero hay otros indicios además de la tradición familiar
-F.C: Hay algo en las memorias de José María Paz y el hecho de que San Martín mandó abruptamente a Buenos Aires a su esposa. El argumento es que ella estaba enferma y él tenía que seguir con la campaña, pero probablemente se haya enterado de algo. Todos sabían que era por problemas domésticos que la mandaba de vuelta. También esta relación clandestina justificaría el desprecio que Tomás Guido, lugarteniente de San Martín, manifiesta por Monteagudo.
-T: Esta pasión construye una figura totalmente distinta de Remedios de Escalada.
-F.C: Hay un error de pensar que era una adolescente tímida. Era una mujer caprichosa y visceral. Contradice a su madre para casarse con San Martín.
-T: Más allá de sus romances ocasionales, pintás a un Monteagudo víctima de su sensualidad.
-F.C: Sucede que los hombres tenían resquemor de él, que era tan seguro de si mismo, que andaba con tantas mujeres, solteras y casadas.
-T: Hay un dato curioso que cuenta Ramos Mejía sobre su priapismo.
-F.C: Sí. Cuenta el doctor Ramos Mejía en su libro La neurosis de los hombres célebres de la historia argentina, de 1878, que padecía priapismo y estaba permanentemente erecto. Pero también describe sus labios carnosos, su rostro anguloso. Cuentan que caminaba lento para que las mujeres lo mirasen y que se perfumaba. Era un hombre aseado y elegante, por eso sus congéneres lo odiaban y resultaba irresistible para ellas.
-T: Tanto en Chuquisaca donde creció como en Buenos Aires, Monteagudo sufrió bullying.
-F.C: No todos, pero algunos hombres de la sociedad porteña lo miraban con desprecio, le decían negro y trepador, contaban que era hijo de una esclava y de un cura, pero para las mujeres ninguna de las dos cosas era un problema. ellas solo veían su atractivo.
-T: ¿Creés que Monteagudo tiene proyección sobre el presente?¿Hay Monteagudos en la actualidad?
-F.C: No creo que haya gente que como él, a los 18 años, se hace protagonista de la historia de un continente. Cuando veo a los jóvenes actuales me cuesta encontrar ese afán constructivista de la época de la independencia. Creo que el siglo XXI tiene más bien un afán de derrumbe. Es un siglo nefasto. El presente me atemoriza, el pasado me tranquiliza.
-T: Repasás la intimidad de los próceres pero también su vida pública y su lucha independentista, ¿en qué género ubicás tus novelas?
-F.C: Por ser mujer y contar algunas historias de mujeres, por vagancia intelectual suelen ubicarme en la novela romántica pero escribo novela histórica. Por supuesto que me dedico y me gusta mucho la intimidad y el lado doméstico de estos hombres y estas mujeres y por supuesto a mí me interesa mucho la pasión. No el amor, sino la pasión. Me interesa la pasión como objeto de estudio, pero mi trabajo está documentado. Los que escriben novela romántica se sitúan en un contexto histórico pero inventan personajes y situaciones.
-T: ¿Cómo es el trabajo de reconstrucción histórica que hacés?
-F.C: Siempre trabajo con un historiador que me ayuda. Consulto documentos de la época y también los transcribo en el texto. También cartas que están disponibles en el Archivo General de la Nación o la historiografía pública. Tengo cientos de libros que atesoro sobre los personajes que investigo y me interesan. En este caso consulté compilaciones de los artículos de Monteagudo que fue editor de La Gaceta de Buenos Aires. Era un escritor fabuloso y un periodista brillante. Sus artículos y su correspondencia me permitieron escuchar su voz, entenderlo.
-T: Más allá de su intimidad, Monteagudo es un prócer, un paladín de la independencia, tanto en Argentina como en Bolivia.
-F.C: Claro. Durante años se discutió su origen y los bolivianos decían que había nacido en su territorio, pero en realidad nació en Tucumán. En Bolivia tuvo una gran participación en los levantamientos previos a la independencia y también acompañó a San Martín en la independencia de Perú. Por eso la presentación del libro se hizo en la Feria del Libro de Lima, donde Monteagudo es muy querido.
-T: Quizás por su rebeldía y su origen, Monteagudo terminó siendo un personaje terminante y hasta cruel.
-F.C: Para cumplir con sus objetivos o sus convicciones era un tipo sanguinario y había recibido las ideas de la Revolución Francesa. Era un admirador de Rousseau, podemos pensar que, quizás, su origen ambiguo puede haberlo envalentonado. El caso es que siendo muy cercano a San Martín, cuando él lo deja en Lima, es muy drástico, confisca los bienes de todos los españoles y quiere matarlos a todos.
-T: Toda esa rebeldía terminó en una muerte violenta. El de Monteagudo, igual que el de Mariano Moreno, es uno de los asesinatos no resueltos de la historia argentina naciente.
-F.C: Estas historias son casi un thriller. Monteagudo fue asesinado en una calle solitaria una medianoche en Lima. Los autores materiales fueron dos mulatos pero el ideólogo nunca se conoció. Se discutió si lo había mandado matar Bolívar o San Martín, aunque el sospechoso más firme es José Sánchez Carrión, un patriota peruano que era su enemigo acérrimo en el Perú. Pero Manuelita Sáenz, su gran amiga, quien sospechaba de Sánchez Carrión, lo invitó a comer una de sus famosas cacerolas de conejo, y, al poco tiempo, el hombre se fue a su quinta y murió. Circuló el rumor de que había muerto envenenado y a mí me gusta imaginarla como heroína en un acto tan visceral.
-T: Hablás de Manuela Sáenz, la amiga a la que Monteagudo trataba como a una par ¿a su modo fue feminista?
-F.C: Monteagudo fue quien le dio la idea a San Martín de distinguir a las mujeres que tuvieron una labor destacada en la guerra de la independencia como Caballeresas de la orden del sol, una distinción que se reservaba a los hombres. San Martín la puso en práctica pero tuvo mucha oposición de los generales.
- T: ¿Por qué tus historias se desarrollan en la época de la Independencia?¿Qué fascinación tiene ese período?
-F.C: Estaba buscando temas para mi próxima novela y pensé en irme un poco más atrás, pero volvió a surgir algo de esta época. Sucede que es el origen de la Argentina, nos permite pensarnos como nación, concebirnos libres, independientes y autónomos y ver la proyección que esa etapa tiene sobre el presente. Me encanta porque soy una hija de la revolución, soy una jacobina francesa y me gustan los personajes pasionales y sanguíneos, casi abismales.
Con información de Télam