Entre los proyectos de Diego Tomasi está la escritura, pero en el día a día la radio ocupa un lugar central, ya que es columnista, guionista y conductor de distintos programas en El Destape, Futurock y Radio Provincia y ese registro de la oralidad está presente en su reciente novela "Mi madre es un pájaro", por la atención en los modismos de los personajes pero también porque, al disponerse a grabar los relatos de su padre, el protagonista logra una conversación que funciona como encuentro.
Tomasi trabaja como columnista en el programa Maldita Suerte de El Destape; es productor y guionista en Los Programas, también por El Destape; participa con ediciones de audio en Big Bang, conducido por Marcelo Figueras; y es uno de los integrantes del programa Si una noche de invierno un viajero, en homenaje a una de las novelas de Italo Calvino.
Pero además es guionista y productor de Cheque en Blanco, el programa de Alfredo Zaiat en Futurock y de Perdidos en el espacio, que conduce Gillespi, en Radio Provincia. Y entre sus proyectos de escritura están guiones en Filo Explica, el segmento de Lalo Mir en Filo News, y la idea de escribir un libro sobre la experiencia de haber estado durante todo el mundial en Qatar.
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-T: Hacés radio y la oralidad, que también implica al silencio, está bastante presente en esta historia. ¿Cómo creés que influye esa actividad, tu tarea en la radio, a la hora de escribir?
-D.T. Por un lado, era muy importante recuperar la oralidad de los personajes porque era una manera de darles vida, carne. Aún cuando muchas veces ellos ni siquiera hablan, sino que son hablados por otros. Pero esa misma mediación ocurre oralmente. Por otro lado, me interesaban las maneras de registro de la experiencia: las fotos son preponderantes en la primera parte, la escritura en la segunda, la grabación en la tercera.
En cuanto a mi trabajo en la radio, me es muy difícil separar esa escritura de otras escrituras. No es que sea todo lo mismo, pero está todo el tiempo mezclado o al menos sucediendo simultáneamente. Y en los últimos años agregué a eso la posibilidad de hablar en la radio y ahí todo se enquilombó un poco más. Ahora las palabras dichas, las palabras escritas, los silencios y los ruidos, todo eso, es un manojo que forma parte de las herramientas que tengo a mano cuando quiero escribir una historia.
-T: Estuviste cubriendo el Mundial. Más allá de las columnas para El Destape y las crónicas para la revista Crisis, ¿volviste con alguna idea o viajaste con alguna idea previa de escritura?
-D.T: No viajé con ninguna idea previa de escritura porque casi toda la energía estaba puesta en vivir la experiencia -que fue nueva para mí- casi en carne viva. Así lo hice. Estuve la mayor parte del tiempo muy emocionado, con una especie de congoja feliz. Me robo algo que dice Martín Kohan cuando le preguntan por qué todavía no escribió un libro sobre Boca. Él dice: porque me importa demasiado. A mí el Mundial me importaba demasiado como para pensar, en el camino, que eso podía ser un libro. Pero después, claro, escribí esas dos notas para Crisis, hice crónicas orales todos los días en las radios en las que trabajo, y de a poco fue apareciendo la necesidad de ampliar esa experiencia a las palabras. Ahora mismo creo estar decidido a escribir un libro sobre mi viaje a Qatar, aunque no sé bien qué forma tendría. Veremos.
Con información de Télam