El periodista, licenciado en Comunicación Audiovisual y activista por los derechos de las personas LGBTTIQ+ Oliver Nash publicó Siempre estuve ahí, una autobiografía sobre el proceso de descubrimiento de su identidad como varón trans. Compuesto por breves e intensos capítulos, Nash ofrece un recorrido por escenas de su infancia, su adolescencia, el bullying escolar, los estereotipos sociales y las trabas que tienen las personas trans en su camino por aspirar a una vida plena.
"Saber que era trans me produjo felicidad y mucho miedo. En ese instante de claridad tuve terror, porque hay una construcción social de que lo trans es algo malo y la representación que yo tenía de la gente trans era la de ver personas que sufren. Y no quería sufrir yo también", comenta Oliver en diálogo con El Destape en una charla sobre su vida y experiencia, ahora recopilada en el reciente lanzamiento de Aguilar.
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- ¿Qué sensación te produjo desbloquear recuerdos de tu infancia y adolescencia que te permitiesen reconstruir tu historia?
Mucha felicidad y un poco de agotamiento. Recuerdos del pasado que me hicieron sufrir, y por eso había reprimido, se desbloquearon justo cuando me di cuenta que era trans, hace no muchos años. Hasta entonces no pasaban siquiera por mi cabeza las imágenes y escenas que relato en el libro y que hoy me hacen dar cuenta que era obvio que siempre fui un varón trans, durante mi infancia y adolescencia. Es revelador cuando se te van cruzando todos los momentos, así de golpe. Y escribir me ayudó a sanar muchos recuerdos tristes.
- ¿En qué momento te sentiste orgullosamente trans por primera vez?
La virtualidad fue el primer espacio donde me sentí yo mismo. Empecé a vivir mi identidad gracias a Internet, indagando cómo me sentía con los pronombres masculinos y con mi nombre de hombre, antes de poder comunicarlo a la gente en la vida real. En la web encontré aceptación plena hacia quien soy.
Todo esto que me era fácil hacer desde una computadora, me costó el doble en el plano físico. Era contradictorio pensar que en Internet sí podía mostrarme, pero en la realidad no podía siquiera ponerlo en palabras. Creo que pude sentirme orgulloso luego de comunicar mi identidad a mi familia. Sentía que tenía que hacerlo, principalmente, porque la relación con ella era muy buena, pero estiraba la situación por el miedo a que me rechazaran y terminase solo.
- También, el hecho que no haya tantos varones trans en los medios dificulta el encontrar representaciones que logren empatía social.
Sí. '¿Cómo le explico a alguien cómo soy, si ni siquiera yo conozco a otros que se parezcan a mí?', pensaba, al inicio de mi camino transicionando. Cuando veía a Flor de la V en la tele me sentía identificado con ella pero, por alguna razón, había algo que no tenía sentido, porque yo no podía ser una mujer trans. Recién de adolescente/adulto empecé a conocer varones trans. Antes, para mí no era posible imaginar una identidad así.
Con esto no quiero decir que las mujeres trans tengan más privilegios, sino que hay una construcción social sobre lo trans que es estructuralmente negativa: a ellas se las discrimina de una manera más activa; en cambio, el rechazo hacia las masculinidades trans es a través de la invisibilización, ya que directamente no nos nombran.
- ¿Cómo es la relación con tu papá y tu mamá?
Mucho mejor de lo que podría haber imaginado. Fue un proceso gradual, pero al principio fue complejo porque sentía que no lo iban a entender. De hecho, cuando les dije, creo que en un inicio no lo entendieron. Son tantas las emociones que cargaba que ni siquiera yo sabía cómo manifestar mi identidad ante ellos. Tuve que tirar varios prejuicios de encima para poder vincularme de forma sana.
Estaba acostumbrado a ver películas donde la gente dice su orientación sexual en una charla de café o sentada en un living, todo muy dramático, y veía imposible llegar a ese momento de intimidad, porque me ganaban los nervioso. Así que opté por hacerlo a través de WhatsApp. No sé si fue la mejor forma, pero fue la mejor que encontré en ese momento.
- Oliver, me interesa mucho tu faceta como periodista deportivo
Es un ambiente difícil el periodismo y los periodistas deportivos. No solo porque es complejo conseguir trabajo, sino porque la persistencia del machismo es muy fuerte.
Desde siempre amo los deportes, me encanta el fútbol y cuando era chico me encantaba jugar con mi papá y mi hermano. Me gustaba tanto que deseaba ir a una escuelita de fútbol como mi hermano, pero no había posibilidades de que una niña, quien era en ese momento, pudiese integrarse a ese mundo. En ese sentido, el periodismo deportivo me abrió la puerta a una zona de la masculinidad a la cual no había podido acceder durante mucho tiempo.
En la facultad conseguí una pasantía para trabajar en un canal de deportes de cable importantísimo, aún vivía como mujer y no me había dado cuenta que era un hombre, y el clima era horrible. Por cada cosa que decía me pedían el triple de conocimiento, porque no hay amenaza más grande para un periodista deportivo que una periodista deportiva que sepa más. Llegué a un punto en donde no me daba la cabeza para seguir estando ahí. La hostilidad del lugar no me permitió seguir haciendo lo que amaba, que era estar en los medios.
- Hace poco, Horacio Rodríguez Larreta y Soledad Acuña prohibieron el lenguaje inclusivo en las escuelas de la Ciudad, ¿cómo reaccionaste ante la noticia?
Me parece una total estupidez pensar que pueden ser los dueños del lenguaje, es absurdo tratar de controlar cómo las identidades se manifiestan. No es una prohibición, es una persecución a los docentes y a las personas no binarias y de la comunidad LGBTTIQ+, que somos quienes más usamos los pronombres neutros.