El sello editorial De Parado -especializado en la recuperación y el lanzamiento de novelas y crónicas de autores LGBTTIQ- publicó El cielo es un lechazo triste, una delirante historia de fantasía con tintes pornográficos en la que una marica y su vecine deben sobrevivir a una Buenos Aires distópica y plagada de amenazas, mientras intentan satisfacer su deseo sexual. Nicolás Colfer, autor, escritor, generador de contenido porno y fundador de la próxima editorial Ojo de loca, dialogó con El Destape sobre el diálogo entre el porno y la ciencia ficción.
- ¿En qué aspectos y conceptos de la ciencia ficción te basaste para crear esta fantasía con contenido sexual?
En conceptos que ya trabajé en Las igniciones, que es mi primera novela, con la diferencia de que en este caso transité una suerte de experimento barroco. En ese barroquismo afloran imágenes de la ciencia ficción, del terror y la fantasía que corresponden a la formación que he tenido como lector desde pequeño. Mi puerta de acceso a la literatura fue a través de esos subgéneros. Además, soy muy fan de la ciencia ficción en el cine y en las películas pochocleras que con una imaginación espacial pueden crear desde combates entre monstruos gigantescos hasta la presencia de nuevas tecnologías invasivas para los cuerpos, e incluso nuevas posibilidades para las relaciones sexuales.
- Si bien en la historia del cine es distinguible la relación entre la ciencia ficción y lo queer, ¿te topaste con narrativas que sigan este camino?
Para mí hay un antecedente muy claro, porque se trata de un autor al que vuelvo siempre. De hecho, tengo dos de sus libros al lado de mi mesita de luz y cada vez que estoy bloqueado o necesito inspiración vuelvo a ellos: hablo de Copi. Pienso en La guerra de la mariconas, una novela en la que el imaginario de la ciencia ficción está muy patente y la felicidad del protagonista es posible fuera del planeta Tierra. Ese es uno de los antecedentes más claros que tiene mi escritura y, por cierto, que también me demostró que era posible torcer la imaginación de esta manera.
Vengo de una formación en Letras donde todo sigue funcionado de manera bastante heterocis en su concepción y en sus propuestas de análisis, y pareciera que hay algunos terrenos de la imaginación que son exclusivos de la heterosexualidad. Esto me provocó un rechazo casi absoluto hacia los varones escritores y -a menos que tenga que hacerlo- no leo a varones heterosexuales porque, en general, considero que son imaginaciones muy estrechas.
- Es una definición muy categórica.
Prefiero volver a Copi. Es posible correrse de esas propuestas. El efecto que tienen a la larga es que eclipsan otras producciones que se estuvieron gestando en paralelo y que siguen siendo concebidas como marginales, cuando en realidad me parece que han aportado mucho más a nuestras posibilidades de producción actuales.
- El cielo es un lechazo triste presenta un futuro apocalíptico cercano y pesimista, ¿compartís esta visión del mundo?
La comparto, es una visión que se desprende del conjunto de miedos y ansiedades que yo mismo tengo. En ese sentido, la distopía que se plantea en El cielo es un lechazo triste va a ser muy fácil de observar y de reconocer para quienes estamos de este lado de la grieta del género. A la vez, planteo algo que me parece evidente y es que aquello que nos repele también nos atrae. Eso es un gran problema.
En la novela el mal está representado desde varios frentes: los rugbiers, uno de ellos, de repente son las nuevas fuerzas represivas de la ciudad y a la vez no dejan de generar deseo. Tenés que tener cuidado porque te pueden matar, pero a la vez te los querés coger.
- Si bien el porno está pensado para excitar, en la novela cumple un rol diferente. Es meláncolico.
Es un porno triste, ahí está la dificultad, el título lo anticipa. La historia tiene origen en una etapa mía de experimentación con el porno, dado que soy generador de contenidos. Al principio sentía mucha ansiedad, algo que está registrado en la novela. ‘¿Qué pasa si te descubren?’, ‘¿qué pasa si te censuran?’, ‘¿qué pasa si tu actividad se vuelve un peligro?’, ‘¿se puede hacer porno siendo escritor?’, fueron preguntas que circularon por mi cabeza durante ese período. Todavía persiste una imagen muy clara y aburrida de lo que es ser escritor y pasé muchos años de mi vida queriendo suscribir a ella, hasta que terminé tomando la decisión de alejarme de esa concepción hegemónica porque no me representa. Además, me divierte el porno.
- ¿Es redituable hacer porno sabiendo que podés ver sin pagar nada?
Me preguntaba lo mismo y sin embargo la demanda es cada vez mayor. Me sorprende que seamos cada vez más generadores de contenido en Only Fans, y que todos tengamos suscriptores. Es un público muy amplio. Tengo un perfil que se llama kinky and tender (morbo y ternura) porque son esos los conceptos que intento explorar en los contenidos que hago.
El cielo es un lechazo triste (Editorial De Parado) puede adquirirse en librerías.