Entre los libros que retoman ese proceso judicial de apertura del período democrático está el trabajo del sociólogo Diego Galante, quien en "El Juicio a las Juntas. Discursos entre política y justicia en la transición argentina", editado por la Universidad General San Martín sostiene, en diálogo con Télam, que se trató de un acontecimiento social multidimensional, complejo y heterogéneo que fue mucho más que un acontecimiento jurídico.
"Al inicio de esa investigación, me interesaban profundamente las discusiones sobre la democracia que se producían en la vida política argentina. Y muy especialmente, las producidas en la década del ochenta, que entendía como un momento clave en el que múltiples dimensiones de la vida social (políticas, culturales, económicas) se pusieron en juego (y en conflicto) para organizar la vida política como la conocemos hoy en día", cuenta el autor y acepta que en el curso de la investigación doctoral, con la que terminó la carrera de sociología en la UBA, descubrió que una pieza central de aquel proceso transicional -el Juicio a las Juntas- no había sido suficientemente estudiada, así volcó hacia allí el trabajo.
Para el autor, el Juicio a las Juntas es un referente central en las políticas que desde 1983 la democracia argentina implementó para procesar los crímenes de la dictadura. "Inauguró el escenario de los tribunales, desde entonces central -si obviamos el período de impunidad- en el país, y jugó un papel medular en la construcción de representaciones y memorias sobre el terrorismo de estado. Pero, además, fue mucho más que un acontecimiento jurídico. Consistió en un acontecimiento social multidimensional, complejo y heterogéneo, a partir del que múltiples actores pusieron en disputa sus interpretaciones sobre aquellos crímenes, y al mismo tiempo, expresaban también a partir de esas interpretaciones sus deseos sobre la sociedad que deseaban construir", repasa sobre lo complejo que es de abordar.
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Sostiene que la dimensión social es fundamental para comprender el Juicio en profundidad. "Sería primero un error, y segundo una injusticia histórica, intentar pensarlo al margen de los distintos grupos que lo impulsaron (políticos y sociales, incluyendo al movimiento de derechos humanos), como así también al margen de los grupos que lo resistieron, o racionalizarlo como un fenómeno propio del ecosistema judicial", entiende Galante.
Según él, el Juicio como acontecimiento colectivo se potenció a partir de una relación que en el imaginario político de la transición había establecido como central: los llamados mutuos entre justicia y democracia. "De allí también que, en los años posteriores al juicio, las memorias que se produjeron sobre el evento penal, que se expresaron en diversos productos culturales, no solo se convirtieron en memorias sobre los crímenes de la dictadura. También se convirtieron en memorias sobre la historia reciente de la democracia; sobre sus logros y valores, y sobre sus cuentas pendiente", repasa el autor para rescatar una trayectoria que hace que no le resulte extraño que el Juicio a las Juntas se haya vuelto a convertir este año en un objeto de interés cultural, tras el impacto que tuvo la película de Santiago Mitre.
"Lo que generó la película es impactante. A mí también me sorprende -admite Galante-. Casi cuarenta años después del Juicio a las Juntas, tenemos salas llenas de espectadores emocionados hasta las lágrimas y el aplauso colectivo exactamente ante las mismas escenas que suscitaron reacciones idénticas en 1985. Podemos encontrar en los foros y redes sociales las mismas réplicas e insultos que grupos contrarios a los derechos humanos hacían circular durante el transcurso del juicio. Por cierto, todo ello a su vez aggiornado con diferentes lecturas sobre las luchas políticas en la historia de la joven democracia y sobre las luchas presentes".
Sin embargo, aclara que tampoco esto resulta novedoso, ya que también en los ochenta y en las décadas siguientes los diferentes actores en la escena pública trazaron interpretaciones sobre el proceso penal a la luz de las disputas sobre el presente.
"Es decir, más allá del impacto que tuvo la película, lo interesante es que ella consiste también en un capítulo más en aquella historia social y cultural del Juicio, y nos permite verificar la pervivencia de aquel rol como acontecimiento colectivo a partir del cual se construyen y disputan sentidos sociales muy amplios", plantea y recalca que en 2022, el Juicio continúa suscitando los mismos fenómenos desde el punto de vista colectivo. "A partir de lecturas y preguntas sobre el pasado, que incluye los crímenes de la dictadura pero también su tratamiento por la democracia, nos interrogamos y discutimos sobre quiénes somos y lo que debemos ser. En un contexto social donde, preocupantemente, el respeto por los derechos humanos y el valor de la democracia son considerados por diferentes actores como trivialidades de lo político que se propone erradicar, la expectativa y recepción que suscitó la película resulta en alguna medida promisoria", analiza.
Con información de Télam