Corren los ‘90 y se precipita el estallido social en Argentina: hay miles de despidos, la pobreza muerde los talones de los laburantes y la clase media intenta no desplomarse del sistema. En este retrato de caos social transcurre La clase de la tarde (Mansalva), la segunda novela de Laura Kogan que cuenta la historia de Emilio y Marta, una pareja de mediana edad con un hijo hipoacúsico que se enfrenta a una silenciosa crisis conyugal, mientras resuelve pasos seguir en un futuro incierto y poco esperanzador. La Filosofía juega un papel clave en la fresca historia de rupturas y aprendizajes de vida, que se posiciona como una de las mejores sorpresas editadas durante el primer trimestre del 2024. En diálogo con El Destape Kogan presentó su novela mientras afina detalles de su tercer libro, aún sin una fecha de lanzamiento.
- ¿A partir de qué idea surgió La clase de la tarde?
La idea germinal surgió de una charla con Arturo Carrera, quien me contó que una vez conoció a un señor obsesionado con el estudio de los presocráticos y cuyo hijo sordo había aprendido el lenguaje de señas. A partir de esta información cree el personaje de Emilio, luego imaginé un mundo en el que pudiera vivir y así vinieron algunas otras cuestiones a la mente como que su profesión sea la de matemático, cuestión que se relaciona con la idea de que los presocráticos fueron los primeros en dominar las matemáticas.
Después surgieron algunas dificultades que hubo que sortear: a medida que avanza la trama Emilio y Blas se adentran en las clases de Filosofía y eso implicó mucha búsqueda e investigación para llegar a lo que puede leerse. Esta es una novela donde todos los personajes pasan por algún proceso que los forma y los transforma. Una vez delineado el mundo de Emilio entraron en mí otras preguntas en base a su entorno, a cómo sería vivir con un hijo sordo y cómo es la relación que tiene con su mujer, quien tiene mucho protagonismo pasada la mitad de la historia. El personaje de Marta aparece como secundario y luego cobra identidad.
- En su esencia es una historia de aprendizajes…
Podría serlo, pero también es una historia de amor y de cómo se aprende y cómo se enseña, profundizando en los vínculos que hay en esos procesos. Los padres tienen que aprender un lenguaje para comunicarse con el hijo, el hijo tiene que aprender cómo comunicarse con el mundo que lo rodea y se vuelve inteligible.
- ¿Por qué ubicás la historia en los ‘90?, ¿el estallido de la pareja de protagonistas es una metáfora del descalabro social que se vivió en ese momento?
Creo que Emilio es un personaje que no está bien, ni en su profesión ni en su vida en general. Viene de tener un pequeño fracaso en una investigación que no pudo desarrollar y a eso se le suma la pérdida de conexión con su mujer. Y en el medio aparece una chica que lo desafía a recuperar de nuevo ese deseo encajonado, y eso lo perturba mucho. Quería crear un contexto turbulento para Emilio y solo después me di cuenta de las diferencias entre la primera mitad de los ‘90 y la segunda, donde está ambientada La clase de la tarde. Tener trabajo a finales de los ‘90 era algo que te daba dignidad, algo que Emilio tenía pero que necesitaba ser contrastado con otra mirada, la de Marta.
Ese es un arco del mundo real, atravesado por circunstancias de intervención más directa. La historia de Marta es más afectada, está más golpeada por la realidad. Busqué mostrar a dos personajes que estuvieran atravesados por los hechos de la realidad más allá de su voluntad. Mientras escribía la novela jamás pensé que dicho contexto iba a terminar siendo parecido al que vivimos ahora.