Las posibilidades en la literatura son infinitas, pero junto con esto los desafíos también llegan y son muy pocos los que logran sortearlo de forma exitosa. Pero Daniel Guebel lo logró y dejó en claro por qué es uno de los autores más importantes del la literatura argentina actual. Su último libro, La mujer del malón (editado por Penguin Random House) propone una nueva forma de hacer literatura: un juego con el lector entre el límite de la realidad con la ficción.
Guebel tomó un hecho histórico, la zanja de Alsina para evitar el avance de "los indios" a la civilización, para construir una historia humorística, bizarra, por momentos fantasiosa, y que reivindica el rol de la mujer en la sociedad. "Yo había leído con mucho interés la Guerra del Malón del Comandante Prado, que es un libro de un militar argentino que peleó con los indios. También venía acordándome bastante del frenesí xenófobo de la ministra de Seguridad de Milei (Patricia Bullrrich), con su invento de grupos terroristas mapuches. Todas estas cosas andaban flotando en el aire y un día mientras estaba lavando los platos y escuchando una charla en el programa de Dolina, en donde hablaban de la zanja de Alsina porque quería hacer una 'muralla china invertida'", empezó por contar sobre los diferentes disparadores que hicieron que nazca la novela.
"Una muralla china invertida solo se puede construir en el extremo opuesto del planeta Shanghái, que es Argentina. Si vos haces un agujero en La Pampa, salís en Shanghái. Cuando escuché eso, de inmediato dije: 'Aquí hay una novela'", continuó. La novela se construye sobre varios cimientos que, por más poco compatibles que parezcan, terminan construyendo una historia adictiva imposible de soltar. Desde el dolor de una mujer que enfrenta un matrimonio arreglado y la pérdida de su hijo, su crecimiento en la sociedad y su posterior desaparición, hasta la obsesión de Alsina por construir la zanja por amor, la reivindicación del patriotismo, escenas fantasiosas y una intensa historia de amistad. Una fórmula que a muy pocos les puede resultar, pero con la prosa de Guebel se transforman en una novela digna de leer y recomendar.
Sobre este tema, profundizó: "Yo creo que trabajo como escritor en más de un libro, yo voy saltando de géneros. Yo trabajo como una especie multiprocesadora que combina elementos diversos y el resultado es la novela. Entonces empieza como una novela romántica que después se convierte en una especie de falsa novela histórica que es una novela romántica con datos históricamente ciertos". Y es que, en menos de 200 páginas, Guebel deja ver que es un escritor multifacético y seguro, porque sabe muy bien qué comunicar, cómo hacerlo y, sobre todo, entiende a su lector.
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"Yo no soy un especialista en la historia argentina. Solo voy al asunto y mis múltiples imposibilidades e incapacidades me permiten la corrida hacia punta de invención", aseguró. Y esa es, sin dudas, la mejor forma de comprender a este libro que resulta imposible de describir en su totalidad, porque no hay adjetivos precisos que logren dar en la tecla con lo que es su experiencia de lectura.
Sobre el autor
Daniel Guebel nació en Buenos Aires en 1956. Escritor, dramaturgo y periodista, es autor de las novelas Arnulfo o los infortunios de un príncipe, La perla del emperador (Premio Emecé y Segundo Premio Municipal de Novela), Los elementales, Matilde, Cuerpo cristiano, El terrorista, Nina, El perseguido, La vida por Perón, Carrera y Fracassi, El caso Voynich, Mis escritores muertos, Enana blanca y El sacrificio, y de los libros de cuentos El ser querido, Los padres de Sherezade, Genios destrozados y Tres visiones de Las mil y una noches. Random House editó las novelas Ella, La carne de Evita, Las mujeres que amé, Derrumbe, El absoluto (mejor libro de ficción de 2016 según el diario La Nación; Premio Literario de la Academia Argentina de Letras, Municipal y Nacional, en la categoría Novela), El hijo judío (Premio de la Crítica de la Feria del Libro al mejor libro de creación literaria en 2019) y Un crimen japonés. En teatro publicó Adiós mein Führer, Tres obras para desesperar, Padre y Pornografía sentimental. Es autor, junto con Sergio Bizzio, de Dos obras ordinarias y El día feliz de Charlie Feiling.