La escritora Camila Sosa Villada define su último libro La novia de Sandro (Tusquets) como la obra con sus poemas "más honestos". En una entrevista con El Destape reflexiona acerca del decreto de cupo laboral trans que publicó el gobierno nacional y recuerda la memoria de sus compañeras muertas. "Los que nos trataron como porquería no pueden salir ilesos", afirma.
La novia de Sandro mezcla diferentes tipo de composición, donde los poemas y la prosa se entremezclan para conformar una composición reflexiva y poderosa, mística y atrevida, dolorosa y sensual. "La separación hizo que escriba los poemas más honestos, porque estaban escritos a carne viva", cuenta la autora.
Como si fuera un carrusel, la autora muestra escenas de su vida y de repente un poema breve sorprende al lector: "Te miraba y te miraba, pero estabas tan ocupado/ pensando en el capitalismo y el anticapitalismo que/ nunca notaste que muy cerca alguien hacía una pequeña revolución: quererte".
-¿Este libro fue escrito en diferentes momentos de tu vida?
-Lo escribí en su primera versión a finales de 2014 cuando hacía en Buenos Aires una obra de teatro que se llamaba el Bello Indiferente y me acababa de separar de un pibe con que salía. Estaba atravesando un momento de extrema soledad que llevó a que escriba el libro en este tramo. Cuando me propusieron reeditarlo pedí amputar algún poema y sumarle otro.
-En el libro mostras el dolor de la separación ¿Intentaste plantear el fin irremediable del amor en la obra?
-La separación hizo que escriba los poemas más honestos, porque estaban escritos a carne viva. Pero viste que después en el libro aparece Sandro, que te hace preguntas mientras coje. El fin del amor significa que va a aparecer otro.
-Galeano decía que los dos mejores homenajes que le hicieron fueron hechos por una mujer que llevó su libro en el pañal de su hijo para poder meterlo en medio de la dictadura de Chile y de un hombre sin plata que leía un capítulo en cada librería de la calle Corrientes porque no podía comprarlo. ¿Te pasó algo así con Las Malas?
-Creo que lo más lindo que me contaron fue en el Malba en noviembre pasado cuando presenté el libro. Una chica se acercó al final para que le firme la obra y me contó que su mamá estaba aprendiendo a leer con Las Malas. Me parecía muy fuerte que el primer contacto con la lectura sea con Las Malas, para mí es muy significativo aprender a leer, fue realmente ubicarme y darme cuenta que la vida se parece un poco a mí. Me emocionó muchísimo que ella le enseñe a leer con Las Malas y ella también estaba muy emocionada, fue un momento hermoso.
-En el libro mencionas dos veces la palabra Yerma, que es una obra de Lorca que quizás te describe cuando dice "es una mujer oprimida, pero segura de sí misma".
-En realidad la palabra no la usé por Lorca, aunque esa obra para mí es una de sus mejores composiciones. La tierra yerma es la tierra donde no crece nada y se le decía a las mujeres que no podían tener hijos. En el caso del libro de Lorca, la mujer no es la yerma, sino que es el hombre. En mi libro creo que no hay nada yermo en realidad, porque es todo sensación, erotismo, incluso cuando se ponene dolorosos son sensuales.
-Una pregunta que nada tiene que ver con el libro: ¿qué te pareció el decreto del gobierno por el cupo laboral trans?
-Cuando leí el decreto por primera vez, no podía parar de llorar. Lo cierto es que también tengo la sensación de que llega tarde. Todas las reparaciones que se puedan hacer para las trabas están llegando sobre el cuerpo muerto de un montón de minas que no sabemos qué podrían haber sido. Podrían haber descubierto vacunas, podrían haber tenido hijos, podrían haber sido excelentes docentes, podrían haber hecho el pan más rico de todo Buenos Aires. Esto opaca y entristece un poco el anuncio.
-Se nota un dolor muy grande...
-Me pregunto cuando las travas que ya no pueden trabajar en la calle van a cobrar por haber sido perseguidas toda la vida. Eso lo tienen que pagar, esa reparación histórica la tienen que pagar porque nos han arruinado la vida todos los que nos rodean en la sociedad. Cada vecino o vecina, cada cliente, cada familia que nos expulsó de su casa. Lo tienen que pagar y las travas tienen que tener un reconocimiento por haber sobrevivido a la dictadura. Recuerdo cuando me vine a Córdoba y me fuí del pueblo pensando que iba a tener más libertad, la policía me esperaba afuera del supermercado, porque iba a hacer las compras. Digo cómo pretenden salir ilesos de esto, cómo pretenden salir con el culo limpio de habernos tratado como si fuéramos la mierda más hedionda del mundo. Y siguen haciéndolo. A veces pienso que esto no alcanza nada.