Esta podría ser una historia de la fórmula "chica conoce a chico, se enamora perdidamente y viven felices para siempre", pero no. En el amor, como en la vida, las cosas no son simples, ni hay únicamente "mariposas en la panza"; también hay decisiones que se toman por arrebatos (de los cuales uno suele arrepentirse), idealizaciones que llevan a la frustración y vidas que chocan en vez de confluir. Y en Preparación para el amor, la nueva novela de Leticia Obeid lanzada por Blatt & Ríos, un diario amoroso entre una argentina y un palestino es la entrada para vivir los mecanismos del enamoramiento y sus infinitas capas.
"Esta es una historia real. Ya había tenido algún amor epistolar, con cartas de papel pero nada como lo que viví y cuento en la novela, que es una miniatura de un amor loco. Lo único positivo que le encontré a esto fue que pude escribir un libro porque la verdad es que, viéndolo a distancia, fui un poco estúpida: viajé un montón de kilómetros apostando por un vínculo tóxico e insostenible. Era una pobre piba que vivía en Almagro y se gastó los pocos ahorros que tenía para visitar a un salame. Ahora tengo herramientas feministas para leer eso que pasó y pensar en que creía que la idealización del amor podía ser un final feliz", señaló Leticia Obeid en diálogo con El Destape sobre la historia de su vida que exorcizó en un diario de romance y decepción.
La atracción por lo extranjero es una presencia recurrente en Preparación para el amor: la protagonista ilusionada se convierte en una especialista en cultura palestina, potenciado por la pasión hacia este galán de Oriente Medio que pronto resulta ser y tener conductas más complejas y por fuera de la caricatura proyectada por el enamoramiento. "El tipo era bastante inofensivo -he tenido otras experiencias mucho más violentas- pero era muy típicamente macho dentro de su suavidad. Para tener una relación heterosexual hay que negociar todo el tiempo el control de la inseguridad de un varón y de que manera tranquilizarlo", reconoció Obeid sobre su relación pasada y el proceso hasta entender que no se puede moldear a una persona que no desea cambiar su forma de ser y actuar.
El desafío de sostener un amor a miles de kilómetros de distancia, a pesar de los viajes esporádicos de reencuentro -relatados en episodios de angustia trepidante, en los que el lector querrá traspasar las páginas y abrazar a la enamorada que se desmorona- y los chispazos de pasión, es la prueba de fuego que tratan de sortear los protagonistas, pero no es el problema mayor. Aquí juegan un papel clave las ideas que ella y él acarrean de lo que piensan que el amor. "Mi educación sentimental fueron las novelas decimonónicas, novelones del siglo XIX editadas bajo la colección Robin Hood, más todas las películas de amor yanquis de los ‘80 y los ‘90 que también fueron parte de una ola muy conservadora de la cultura popular audiovisual. Me gusta homenajear estas cuestiones pero también entiendo que fui un poco colonizada por estas formas de ver y vivir el amor", señaló la autora.
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El capítulo final que no cuenta la novela
No es un spoiler contar que el amor entre la argentina y el palestino no triunfa; en las primeras entradas ya se huele la tragedia que se cocina a fuego lento. Aún así, es entretenido acompañar los vaivenes de los personajes hasta su final posible. ¿Cómo terminó su historia luego de su separación? "Volvimos a hablar y quedamos bien. No somos amigos pero cada vez que pasa algo grave nos escribimos para ver que todo esté bien. Él se convirtió en un director de cine documental muy groso y tiene una obra muy hermosa, que me sigue gustando", admitió Leticia Obeid. Nada se pierde, todo se transforma.