Omnívora Editora publicó Los brasileros, la nueva novela de Rodolfo Omar Serio. Se trata de una historia de amor y de rupturas, de exs, de noches y excesos. Una historia que entrelaza el presente de un joven gay y su cartografía personal, su infancia en el barrio de Boedo y las sesiones espiritistas, cargadas de santidades populares, a las que asistía con su mamá y su abuela. En Los brasileros hay fiestas, afters y también, la soledad de la mañana siguiente.
Extractos de la novela Los brasileros
La gente muy linda suele pensar que su belleza es un cheque en blanco para los demás y que con eso alcanza. Y puede que tengan razón. Pero no dura para siempre. Cuando la belleza es déspota, los vasallos en algún momento se cansan y el cheque viene rebotado. Por eso los lindos siempre tienen gente nueva alrededor que los revolotean como polillas en la luz, que rotan como empleados de callcenter, vínculos circulares que circulan y circulan, como el capital, para obtener la ganancia; porque su brillo atrae, mientras que su forma de ser agota.
A primera vista el ex de mi nuevo novio no parecía encajar con esta definición, más bien al revés, era alguien que si lo vieras en foto pensarías que es creído y odioso, pero en persona era agradable. Tenía esa cordialidad. Un argentino así de lindo sí sería insoportable. En el poco tiempo que no hablaron en portugués, contó que estaba avanzando en un casting para ser actor en una serie de Disney. Creo que después no quedó porque su español parece rumano. Cuando lo contó, lo miré a Matías de reojo y él me entendió, porque no estaba presumiendo, más bien había contado que estaba haciendo un casting para Disney como si alguien contara que iba a empezar a trabajar en una pizzería. Esa indiferencia no se sentía impostada y resultaba irresistible. Porque no hay mayor desencanto que la indiferencia fingida y pocas cosas seducen más que la verdadera.
Siempre odié a la gente que se la pasa hablando de su ex cuando recién la estás conociendo. Sin embargo esta vez era yo el que quería saber más. Anderson esquivaba los detalles de cómo había sido su relación. Creo que lo pensás cien veces antes de dejar a un Luiz Henrique. Era el ex al que le mandarías mensajes borracho en la madrugada, pidiéndole por favor que se vieran. Pero juntos ni siquiera parecía que hubieran sido novios. No había tensión sexual ni referencias de pareja. Como si solo fueran amigos, como si siempre lo hubieran sido, o como si fueran increíblemente maduros para ser ex gays. Algo no encajaba y yo no podía más con la intriga. La sociedad nos propone que odiemos en forma automática a los ex de nuestras parejas –y más si son lindos–, pero a Luiz Henrique se hacía difícil odiarlo, así que solo me quedaba una opción: desearlo en secreto.
...
Una navaja en el portaligas, un tajo en la pollera, tres rosas rojas cerca de la cintura. Descalza o en tacos, nunca hace ruido cuando camina. El pelo, hermoso. A ella se la llama cuando los problemas del amor se hacen insoportables, cuando las cosas se traban, para que las trabaje. Porque sabe que cualquier deseo puede ser atendido, porque es sinvergüenza en el sentido más libre de la palabra, porque es experiencia, saber y coraje: entiende mejor que nadie que no hay límites, que se puede desear cualquier cosa y que más de una vez, se desea lo indeseable.
Camina tranquila por los paisajes más oscuros de la naturaleza humana, conoce sus artificios, porque estuvo ahí y supo sobrevivir. Fue abusada y torturada. Subsistió y perduró; se elevó, hundiéndose. Su virtuosismo negado se refleja en cada pedazo de existencia que se oculta, en cada acto vergonzante, en cada andurrial clandestino, en cada vericueto de lo humano.
No hay una sola Pomba Gira, son muchas, como las madonnas en el Arte. En cada cultura se manifiesta, siempre adaptada al gusto y al lugar. Llegó desde Portugal hasta Brasil causando escándalo como María Padilla, y se arraigó en el temperamento. Su sensual y agresiva femineidad fue asimilada con la dualidad masculino-femenino, hembra fálica; se dijo que tenía espíritu de hombre por su forma de ser –tal vez como la única forma de explicar, en cierto momento del mundo y de la historia, a una mujer libre e insumisa–. Dualidad transmutada, en algunas representaciones aparece como una mujer con tetas grandes y exquisitas, y una verga violenta y deliciosa.
* * *
Nos acercamos con Matías.
—Anderson tiene superoído.
—¿Qué tomó? –pregunta el Albañil.
—Una Shiva entera. Dice que puede escuchar lo que la gente habla a lo lejos. ¿Puede ser que estén hablando de la Pomba Gira?
Los dos abren la boca con un gesto de sorpresa.
—Me contaba que la mamá cree que está poseído por la Pomba Gira y que por eso es gay –dice el Albañil.
—¿Tu mamá es espiritista? –le pregunto a Luiz.
—Sí –Se sonríe. Su sonrisa da felicidad de solo verla.
—Qué loco, la mía también –le digo.
—Amo muito Pomba Gira –dice Manoel. Es umbanda.
—¿Y vos cómo la conocés? –le pregunta Matías al Albañil.
—Porque en Paraguay es conocida.
Empezamos a caminar hasta donde está Anderson.
—Decime que no le dicen el Albañil porque es paraguayo.
Matías se ríe.
—Son de cuarta.
—Monstruosas pero no mostras. Ey, no te enojes, no se lo puse yo el apodo.
—Pero lo decís.
—Igual el paraguayito le dio mecha a todas, eh. Nadie lo discriminó.
—Emilio se llama, ya le pregunté. Si le volvés a decir el
Albañil no te compro más entradas.
Ahora tengo algo en común con Luiz, además de un novio. Los dos tenemos una mamá espiritista.
* * *
MÁS INFO
La del Río de la Plata es la Pomba Gira Maleva, arrabalera y malandra; pelea mejor que un hombre con facas, navajas, botellas. Filoso es su territorio. En el plano astral se manifiesta en el Bajo, aunque sea un espíritu superior. Tiene la sabiduría y el conocimiento que provienen de la naturaleza oscura. Cuida y defiende a quien se lo pida, es favorita de putas y delincuentes, y los protege de abusadores y maleantes.
La Pomba Gira se aparece como la ruda trabajadora del burdel más miserable o se exhibe elegante dama nocturna, meretriz suntuosa, cortesana pecadora y por encima, conocedora. Nació estupefaciente: habita en el tabaco, en las buenas etiquetas, en las apuestas, habita en cada dosis y en el sexo sin amor.
A la Pomba Gira le gustan los regalos: la seda, los perfumes, las joyas, el champagne, los cigarrillos de boquilla, las rosas rojas, le gustan los banquetes y los sacrificios. Habita en tradiciones de moral sin culpa, que se basan en la relación íntima entre cada persona y el orixá; la Pomba Gira es ritual, propicial, sacrificial. Es un pacto de dos. Y es una fiesta.
El catolicismo colonial del Brasil reconoció a la Pomba Gira como una entidad diabólica, como una de las tantas representaciones del diablo: mujer que fuma, libre en el sexo, usa su belleza para seducir y conseguir lo que quiere; no podía ser otra cosa más que una manifestación maligna. El espiritismo la reconoció como una entidad con fuerte intensidad espiritual, temiéndole más que pidiéndole, escapándole más que invocándola. Los médiums la rechazaron, junto a caboclos y pretos-velhos. Las religiones africanistas la jerarquizaron y pactaron con ella. Es curioso que creencias tan distintas la reconozcan en existencia. Y no solo eso: en el umbanda y en el quimbanda, la Pomba Gira tiene la misma fuerza que Exú, el que todo lo ve, el que está en todas partes.