(Por Claudia Lorenzón). Guiado por prácticas milenarias, el doctor en Biología molecular Estanislao Bachrach propone en su libro "Zensorialmente" conectar con las sensaciones corporales a través del movimiento y la respiración consciente, convencido de que esas prácticas permiten a lo largo del tiempo tomar decisiones más inteligentes y establecer un vínculo más exitoso con el mundo exterior.
Especializado en liderazgo e inteligencia emocional en instituciones extranjeras y profesor de Liderazgo e Inteligencia Emocional en la Universidad Torcuato Di Tella, Bachrach arribó a esta obra a partir de la observación de su propio cuerpo y la captura de sus sensaciones con prácticas mindfulness, que permiten poner la atención en el momento presente, sin juzgar, apegarse, o rechazar la experiencia, y así detectar las señales que el cuerpo envía.
"Tus posturas, gestos, movimientos y sensaciones internas influyen, afectan e impactan en quién sos, cómo pensás, cómo sentís y todo lo que hacés en tu vida. Pero, ojo, tenés que ser consciente de que toda área de tu cuerpo que aún no has descubierto, y te dispongas a hacerlo, puede ser lugar de potencial incomodidad. Y estas molestias pueden manifestarse no solo en el cuerpo, sino también en tu mente, tus pensamientos. Incluso generar fricciones con tus seres queridos. Para mí vale mucho la pena, ya que todo lo inexplorado acerca de vos es o se va a convertir en una suerte de traba de tu armonía", afirma el autor, en el libro editado por Ediciones VR.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
En la obra, también relata que veinte años atrás, cuando investigaba como postdoc en la Escuela de Medicina del Hospital de Niños de Boston, y pasaba por un momento de estrés crónico, una noche haciendo la fila para pagar en un mercado, dos monjes budistas lo golpearon sin querer con el carrito de las compras. Bachrach maldijo en ese momento a lo monjes que le respondieron con una sonrisa, tal vez sin poder entender lo que les había dicho, y le obsequiaron un volante en blanco y negro. Una semana después encontró el papel que lo invitaba a participar de charlas del Dalai Lama en la Universidad MIT, a las cuales comenzó a asistir.
"Sin saberlo, estaba viviendo el comienzo de mi actual carrera como divulgador y escritor. Allí se despertó mi interés por la meditación, las neurociencias y la relación íntima entre la espiritualidad y la ciencia", afirma en la obra.
Autor del exitosísimo "Ágilmente" en el que lanzó con un léxico coloquial una guía científica para aquellos que buscan un cambio, luego escribió "En cambio", donde vuelve a explorar desde la neurociencia el potencial del cerebro para cambiar y la capacidad de modificar este órgano que "se resiste al cambio" pero que, con herramientas de la ciencia, ejemplos y estudios, invita a transformar lo que uno quiere revertir en su vida cotidiana.
- Télam: Muchas personas llegan a prácticas de autoconocimiento e introspección luego de situaciones traumáticas, duelos o períodos de gran angustia. ¿Por qué crees que tienen que llegar a una situación límite para abrazar esas prácticas?
- E.B: No sé porque las personas tenemos que llegar a momentos críticos ya sea mentales o físicos para explorar prácticas que nos permitan conocernos mejor. Pero gracias a estas prácticas podemos empezar a sanar un poco. Creo que uno va afrontando las situaciones, los desafíos de la vida creyendo que bueno, no me va a pasar nada y lo voy a resolver, pero cuando el cuerpo te hace un parate con alguna crisis, no te queda otra: o salís adelante o te quedas atrapado ahí.
Creo que uno de los grandes objetivos de los libros que escribo es que la gente no llegue a esa situación y pueda incursionar antes en entender que conocerse a sí mismo es una herramienta muy poderosa para generar bienestar y no depender tanto del contexto, para mejorar en la toma de decisiones, ya sea mediante biología, neurociencia, meditación o cualquier otra disciplina que a la gente le permita conocerse.
- T: En el libro decís que las estrellas principales de esta obra son las sensaciones corporales. ¿Por qué pensás que recién ahora se está poniendo la mirada en esas áreas?
- E.B: Todo lo que cuento en el libro es conocimiento antiguo, milenario, lo que sucede es que hay una moda o una necesidad de mucha gente de que si hay evidencia científica, si lo escribió algún científico, vale más. Yo estoy totalmente en desacuerdo con eso. Creo que la mayoría de los científicos o divulgadores que hablan sobre estos temas no han atravesado la experiencia. Hablar del impacto que tiene la meditación en tu cuerpo sin haber meditado, me parece que es una verdad a medias. Hablar de que el cerebro puede cambiar a cualquier edad y que te lo cuente una persona que repite y nunca se sumergió a cambiar cosas importantes de su vida, en cuanto a su personalidad, su forma de ser, su relación con los demás y su relación con uno mismo, es una verdad de a mitades. Estamos en un momento del mundo en el que la tecnología le permite a la ciencia, entre comillas, comprobar muchas cosas que se saben hace un montón de tiempo. Pero una de las cosas que más tranquilo me deja al escribir este tipo de libros y, sobre todo, este último, es haber atravesado por la experiencia de lo que cuento.
- T: Un concepto que trabajás es el de "sensar" las emociones, movimientos, temperaturas, presión, energía. ¿Por qué no hay una educación o formación en ese sentido?
- E.B: Hay un sesgo cultural que consiste en hacer énfasis en la mente, en la razón, en la inteligencia racional, en ser analítico, lógico, y entonces eso hace que las sensaciones del cuerpo, la info que tiene el cuerpo, que es clave para toda tu vida y todas tus decisiones, no sean ni estudiadas, ni evaluadas, ni experimentadas en la escuela y tampoco en la educación informal. Además hay un sesgo evolutivo porque el cerebro y el cuerpo desarrollaron un poder de conciencia mucho más relacionado con lo que nos pasa afuera que lo que nos pasa adentro: era mucho más importante para el Homo sapiens -que aparece en África- estar más consciente/atento a los peligros, amenazas y recompensas del afuera como la comida, el agua, el refugio que a lo que le pasaba el pulmón, al intestino o al corazón.
Incluso cuando evaluamos la información de los sentidos externos -visión, olfato, gusto, tacto y oído- los nervios que van hacia el cerebro para darle información de lo que pasa afuera van muchísimo más rápido que el sistema nervioso que se conecta desde el adentro con el cerebro, entonces hay un sesgo cultural y hay un sesgo evolutivo.
- T: ¿Por qué es tan importante poder interpretar lo que sucede en nuestro cuerpo?
- E:B:Toda información que viene del cuerpo es información recibida por distintas áreas del cerebro. Cuando esas distintas áreas del cerebro están dañadas o lastimadas, no importa por qué razón, las personas tomamos peores decisiones e incluso decisiones que son bastante lógicas o de sentido común. Entonces está claro ya, para la ciencia, que la intuición o la inteligencia que tu cuerpo le aporta a tu cerebro para que decida, son claves en el día a día.
Poder distinguir, 'sensar' -que es medir condiciones que están pasando mi cuerpo-, hace que se fortalezcan esas áreas cerebrales y por ende que se fortalezca mi inteligencia del cuerpo o sensorial. Y como las sensaciones son los datos crudos de las emociones también esto empuja a que se fortalezca la inteligencia emocional. Cuanto más sabes qué sentís y cómo te sentís y por qué te sentís así, mejor entendés al otro, y también se fortalece la inteligencia social o la empatía.
- T: ¿Por qué la respiración es fundamental para conectar con las sensaciones?
- E.B: La respiración es el puente entre la mente y el cuerpo. Con tu mente puedes decidir distintos patrones respiratorios y esos pueden inducirte a la calma, a la agitación o a la concentración.
- T: En el libro invitás a dudar de todo. ¿Qué es lo que nos permite dudar?
- E.B: Me impacta mucho cómo la gente le cree a alguien que tiene el micrófono en la mano, le cree a alguien que hace una nota en el diario, que está en la televisión, o le cree alguien que sea científico. Para mí una de las cosas más importantes de la vida es dudar, dudar hasta que uno sienta qué es lo que sucede cuando incorpora alguna técnica que permite vivir un poquito mejor. Que yo sea científico no significa que lo que estoy contando sea una verdad revelada, una fórmula mágica o algo que esté bien. Por eso propongo: sentilo, viví la experiencia, atravesalo por tu cuerpo y por tu cabeza y después decirme cómo te fue.
Y si te fue mal o no te hizo nada y bueno, puede ser, son herramientas, no son fórmulas mágicas. Por eso empujo a la gente a que dude, que dude de la teoría, que dude de lo que escucha, sea de un chamán o de un científico porque es exactamente lo mismo. Porque además las personas, tengamos el background que tengamos, también mentimos. Hay gente que es soberbia, hay gente que se cree lo que dice y hay gente que no se lo cree, pero lo dice igual para vender. Entonces mi relación con la duda es invitar a la gente a que no siga ciegamente ninguna doctrina, ninguna herramienta, ni siquiera la que tenga evidencia científica.
Con información de Télam