(Por Diana López Gijsberts). Un sol cuyo centro está formado por los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo, la olla de un comedor popular, afiches contra la represión del 2001, un mapa delineado con alambre de púa, la imagen de la víctima de trata Marita Verón dibujada con cifras hasta llegar al número 30 mil, avioncitos y locomotoras son algunos de los objetos que elaboraron veinte artistas para evocar la historia de los 40 años de democracia argentina e invitar a reflexionar sobre las luchas colectivas pendientes para fortalecer este sistema de gobierno.
Se trata de la muestra "Objeto Histórico, 40 años de democracia" del Museo de Arte y Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria de La Plata que, con la curaduría de María Teresa Constantin y Gabriela Vicente Irrazábal, recorre a través de objetos, instalaciones, videoarte y fotografías, entre otras, las principales luchas de esas cuatro décadas, desde el juzgamiento de las juntas militares pasando por la trata de personas, la violencia institucional, la protesta social, el empoderamiento de la mujer y las diversidades, el aborto y hasta el debate sobre el extractivismo.
Apenas se ingresa al Museo, ubicado en la calle 9 entre 51 y 53 de La Plata, una frase en letras negras cursivas, sobre un fondo celeste, obliga a detener la marcha: "Ay, Patria mía", se lee, y esa frase dicha por Manuel Belgrano en su último aliento antes de morir quedará rondando en la cabeza del visitante que recorra cada una de las salas y se escapará en un susurro o ante la dureza de algunas de las intervenciones que se exhiben y recuerdan momentos difíciles de estas cuatro últimas décadas.
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La frase de Belgrano funciona casi como conclusión de otras tres intervenciones montadas sobre esa misma pared por el artista Daniel Ontiveros: una de ellas es un sol cuyo centro está compuesto por una decena de pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo; a la derecha de este sol, se ve un mapa argentino con estantes y objetos que denuncian las privatizaciones de los ´90: un teléfono antiguo, un avioncito de juguete, una vieja locomotora y una lámpara eléctrica, entre otros. Al otro lado del sol, un mapa del país, delineado con alambres de púas y en su interior un cuadrito con la leyenda "La casa es grande, pero el corazón es chico", que reflexiona sobre la discriminación. Varias pizarritas negras colocadas junto a este mapa tienen fotos de personas negras y de los pueblos originarios, y otras llevan escrito "cabecita" y "bolita", palabras utilizadas como estigma e insulto hacia personas de esas comunidades.
Con esas temáticas, el visitante ingresa a otra sala donde el protagonismo lo tiene una secuencia de fotos en blanco y negro tomadas por Eduardo Longoni sobre el Juicio a la Junta Militar, en 1985. Y esos días de justicia contrastan con otra foto ubicada a pocos metros. En ella se ve una oscura habitación con dos largas estanterías repletas de expedientes y en el medio, un efecto lumínico. Se trata de la foto "Iluminando el expediente de la AMIA.2004", del fotógrafo Leo Vaca y el artista visual Res.
En otra sala, se exhibe un objeto central símbolo indubitable de la lucha por el derecho a la alimentación: una olla de un comedor popular de Tucumán, negra, con abolladuras y su cucharón colgando, aportada por el artista Gabriel Chaile quien la intervino y con trozos de soldadura dibujó un rostro originario y ceñudo.
En esa misma sala, la fotografía de Leonel Luna de una joven sentada en un basural interpela sobre el presente y futuro de los jóvenes de sectores vulnerables muchas veces descalificados y tratados como "basura"; en tanto un videoarte de Gabriela Golder homenajea la fuerza de las trabajadoras.
Cerca de estos objetos, un auricular que al utilizarlos permite oír "El ángel de la bicicleta" de León Gieco.
"En el espíritu de la Comisión Provincial por la Memoria, en el mío persona y en el de Gabriela Vicente Irrazábal, estaba la conciencia de que democracia sola no sirve. Hablar de 40 años de democracia implica también que la democracia es algo que se construye permanentemente y sí está muy bueno celebrar los logros. Estos primeros 40 años de democracia son una fiesta. Yo no los había tenido nunca. Mi co-curadora sí ha crecido en democracia y eso además está buenísimo. Pero me parecía elemental poder pensar en todo lo que le falta a esta democracia, en poder marcar los caminos de lucha y las cuestiones pendientes", explicó a Télam la curadora de la muestra María Teresa Constantin.
Gabriela Vicente Irrazábal la co-curadora cuenta que con 44 años todos sus recuerdos son en democracia. "Cuando fue el juicio a las juntas tenía cuatro años. Lo que conozco del tema es por material de archivo y lecturas, en ese sentido las fotos de Longoni fueron materia de estudio para mí antes de saber que eran de él. Ver la obra de Ontiveros y pensar lo 90 es volver a mi niñez y a mi desarraigo, el menemismo, la empresa de mi papa fundida y el traslado del interior a la ciudad", indicó.
"En la crisis del 2001 tomábamos la facultad de Bellas Artes y asistíamos a clases públicas y movilizaciones. Y mas acá en el tiempo la lucha por la legalización del aborto, el pañuelo verde, las vigilas en la calle con amigas. Y así podría seguir enumerando cada uno de estos hitos que van a encontrar representados/documentados en Objeto histórico. Estas deudas y estos logros de la democracia inevitablemente permiten repensarnos y re-pasar nuevamente nuestra historia", aseguró.
El pueblo en las calles en el 2001 vuelve a gritar desde una serie de serigrafías de TPS (Taller Popular de Serigrafía) mientras unos auriculares permiten que el visitante pueda oír Pabellón Séptimo de Carlos "Indio" Solari.
"La música popular se enraiza en la gente a veces mucho más que un objeto artístico. No queríamos una musicalización de sala, sino que la gente tenga que ir, ponerse los auriculares y escuchar. Escuchar lo que están diciendo, León Gieco, el Indio Solari y Susy Shock, cada uno en una sala y cada uno desde su rincón están reflejando un aspecto muy preciso", explica Constantin.
La curadora destaca que la muestra tiene "variedad de artistas y de soportes: escultura, pintura, grabado, fotografía, intervenciones callejeras, videos, y hasta instalaciones con objetos de porcelana, por ejemplo la de Nati Revale", describe, en alusión a la instalación de un juego de vajilla exhibido en delicadas mesas de madera con el que se denuncia el extractivismo de litio en Catamarca.
En la misma sala que invita a recordar el 2001 encontramos unas botellas vino de bodegas López pero al acercarse, el visitante descubre que han sido intervenidas por Hugo Vidal y sobre la marca se lee "Aparición con vida de Julio". Lo mismo parecen reclamar una decena de calendarios desde aquel 2006 en que desapareció por segunda vez Jorge Julio López, el albañil sobreviviente de la dictadura que desapareció tras testificar contra el represor Miguel Etchecolatz en el juicio que finalmente condenó al genocida.
Y en ese mismo sector está presente otra desaparecida en democracia: Marita Verón, víctima de la trata de personas. El artista Javier del Olmo usó una máquina de escribir para reproducir el rostro de Marita Verón con cifras numéricas hasta llegar al 30 mil; mientras a su lado papelitos con el nombre de la mujer remedan los avisos de ofertas sexuales.
La última sala a recorrer refleja varias cuestiones de género: la lucha por la legalización del aborto representada por pañuelos verdes pintados dibujando una ola de la artista Paula Senderowicz; una serie de fotografías de Adriana Lestido sobre la vida de las mujeres en las cárceles y en un videoarte de Cristina Coll se ve a la artista en una performance homenaje a Juana Azurduy con la que explora cuestiones vinculadas a la identidad de género. En una esquina, un par de auriculares nos conectan con No oculto de Susy Shock y la bandada de los colibríes.
"Sumar la voz de los artistas es importante. Escuchar la vivencia personal de cada uno, para mí es también penetrar a la historia desde otro costado. ¿Qué hiciste? ¿Qué sentiste en ese momento?", plantea la curadora y con ese objetivo junto a cada obra hay un pequeño texto donde los artistas expresan su sentir ante la obra con la que participan de esta muestra colectiva.
Constantin celebra que la muestra pueda ser visitada hasta diciembre próximo y que esté abierta a las visitas escolares. "Confío mucho en que esto pueda ser un aporte para el trabajo de las escuelas. Moverlos del relato quieto y que puedan ver en esos objetos otro modo de acceso a enterarse de los problemas del país. Y que los haga reflexionar, que los haga pensar. En ellos están las posibilidades de cambio, así que confío mucho en eso", sostuvo.
El colectivo de artistas está integrado por Cristina Coll, Gabriel Chaile, Javier del Olmo, Juan Carlos Distéfano, Rosana Fuertes, León Gieco, Gabriela Golder, Adriana Lestido, Eduardo Longoni, Leonel Luna, Daniel Ontiveros, Natalia Revale, Res, Jorge Sarsale, Paula Senderowicz, Susy Shock, Indio Solari, TPS, Leo Vaca, Hugo Vidal.
"Yo creo que no se puede recordar en vano,. Para mi, la memoria es para actuar en el presente", concluyó.
Con información de Télam