El máximo exponente de la cumbia santafesina y referente indiscutible de la movida tropical perdió la vida un día como hoy, en 2011. Leo Mattioli falleció una semana antes de cumplir 39 años en la ciudad balnearia de Necochea luego de dar un show en Mar del Plata. Con su desaparición física, parecía que muchas canciones de amor dejarían de escribirse, pero tuvimos que hablar con Nicolás, su hijo mayor, heredero del apellido y la cadencia, para que nos explique que no es tan así y que el legado del León es imborrable de la memoria popular.
Leonardo Guillermo Mattioli nació el 13 de agosto de 1972 en Santa Fe. Se crió en un complejo habitacional a metros del estadio de Colón conocido como Barrio Centenario que lo vio erigirse como artista por sobre los árboles desde donde, cual trovador, les cantaba a los vecinos con su voz inolvidable. Dejó el colegio y la casa de sus padres y se fue a vivir con dos mujeres que acompañaron el nacimiento de una estrella hasta que el león se independizó económica y emocionalmente.
En sus rápidos e intensos 38 años, el león santafesino introdujo el calor y la narrativa del amor santafesinos en el corazón de la cultura popular argentina, en aquel país que se había olvidado de ser cumbiero y latinoamericano. Con sólo 20 años, Leo agarró el micrófono en Grupo Trinidad casi de casualidad y el ascenso al éxito y a las pantallas fue imposible de frenar... Pero, como el río Paraná, el león se tomó su propio tiempo para crecer al ritmo de "Te llevo dentro de mí".
A Trinidad le llevó varios años salir de su fuerte en Santa Fe para apoderarse de Buenos Aires que todavía se creía más que el resto y solamente le dejaba las bailantas y las zonas comerciales del conurbano como espacio de lucha y disfrute de los que llamaban "negros". Mientras las canciones del conjunto se expandían por todo Santa Fe y el litoral argentino , Leo, le daba forma a los suyo: bajarle el tiempo al compás, lucir la calidez de su voz en ciertas palabras y mostrar el pecho como lo hacía el mismísimo Sandro de América a quien el león admiraba desde pibe.
Todo iba encaminado y a alta velocidad, Leo tenía todo para ser una estrella de la cumbia y del romance, pero el 15 de enero de 2000 un accidente de tránsito torció el devenir de esa historia: Sergio Reyes y Darío Bevegni, tecladista y acordeonista de Trinidad respectivamente, perdieron la vida. Leo quedó con lesiones que lo marcarían de por vida, por dentro y por fuera, y la pérdida de sus compañeros y amigos determinó que el león inicie su carrera solista... Aunque primero, los médicos le dijeron que podía no volver a caminar luego de que su cadera se hizo añicos.
Ay, Amor: Nace el león
El rugido del león no tardó en hacerse oír: meses después del fatal accidente, Leo salió con las piernas firmes y un discazo entre las manos: "Un homenaje al cielo" (2000), dedicado a los amigos que perdió en el camino y, también, lanzando una advertencia para sus 6 hijos en la que les alertaba que no contaba con mucho tiempo. Mientras tanto, Uriel Lozano tomaba el frente de Grupo Trinidad.
Las historias de los amores difíciles y el calor santafesino, en su carne o en la de amigos, encontraron su sonido junto al león y el acordeón como la estrella de cada una de sus composiciones. Su hijo, Nicolás, dio pruebas del ojo fotográfico de Leo para detectar una gran historia y hacerla canción, cuando contó que, "Yo no soy Dios", nace del relato de un amigo sobre lo que le había pasado a un conocido que vivía en el Chaco.
A partir del 2001, el León Santafesino tuvo tantos lanzamientos discográficos como internaciones, con una salud que empezaba a verse afectada por problemas respiratorios y cardíacos y los derivados del fatal accidente que lo volvieron adicto a la morfina por dolores imposibles de cadera. Desde el inicio, cada recaída venía con un hit por detrás que recorría el largo y el ancho del país con más de 10 presentaciones por noche que pueden avergonzar a cualquier rockstar que con un recital por noche resuelve sus deudas pero se descompone, te cancela el show y ni siquiera te devuelve la guita.
El león crece, se adelanta a su desenlace: "Esta puta enfermedad que me está consumiendo, por dentro, hace tiempo"
Su presentación en el teatro Gran Rex los días 13 y 14 de diciembre de 2001, fueron, además de un verdadero éxito por el talento y la presencia que se apoderó del público, un gran salto en su carrera. Pero ya en el 2003, su salud lo lleva a suspender todas sus presentaciones, pero, al mismo tiempo, edita "Sin Palabras". En enero del 2014 ya vuelve, recargadísimo, a los escenarios y antes de la primavera lanzó "Creciendo" que combina temas grabados en estudio con recitales en vivo en las bailantas Mambo y Tornado.
Antes de bajar el impulso creador, lanzó "Aún sigue la lección", al año siguiente el CD doble "El Señor del Amor" (2005). Detrás llegaron "Esto... Es romántico" (2006) y en el mismo año "Acústico" con sus mejores canciones en voz y guitarra, "Amor a mi manera" (2007), "El Rey del Amor" (2008), "En vivo en el Teatro Gran Rex" (2008). En el mismo año que lanzó "El Amor y la pasión nunca morirán" (2009), Leo fue internado y estuvo en coma farmacológico a causa de una fuerte neumonía, pero le quedaba una vida más y volvió a rugir con "Ayer, hoy y siempre romántico" (2010) bajo el brazo.
El 7 de agosto de 2011, el león sufrió una descompensación producto de una insuficiencia cardíaca que ya lo tenía a mal traer, pero se intensificó después de un show que había brindado en Necochea en el marco de una gira en la Costa Atlántica. Mientras descansaba a días de cumplir 39 años, perdió la vida pero aún así siguió de gira dado que sus restos llegaron el domingo a la noche a la capital santafesina y durante toda la madrugada fueron velados en una casa de sepelios para luego ser trasladados hacia la Estación Belgrano por donde pasó la mayor cantidad de gente.
Leo era un tipo sencillo que se sabía en la tierra y no miraba hacia el cielo si no era para adelantar que más temprano que tarde miraría a los suyos desde allá. Cocinaba para su familia y para el que estuviera cerca y se sumara: "Los que empezaban a tocar con él arrancaban con 70 kilos y se iban con 90", aseguró Nicolás y agregó que ninguna sobremesa se daba por terminada sin guitarreadas y Sandro y Luis Miguel en la boca de los presentes. Leo se divertía con "Todo x 2 pesos" y se pasaba un día entero en la cama mirando la saga de "El Señor de los Anillos" o "Kill Bill" con sus hijos alrededor, como cualquier león en la sabana, retratado por National Geographic al cuidado de los cachorros.
"Él no era de hacer cagadas, era un tipo muy recto. No pudo superar perder a sus amigos en aquel accidente. Podía desahogarse con sus canciones porque era su modo de expresarse, pero es difícil. Lamentablemente, se dio cuenta tarde de que se tenía que cuidar con ciertas cosas como el pucho", observó el mayor de los 6 hijos Leo, Nicolás en diálogo con El Destape.
"Me hubiese gustado que conociera a mi hija, a sus demás nietos, que me vea cantar y él convertirse en el mejor de todos. Hacerle, quizás, alguna pregunta que lo ayude a cambiar un pensamiento... Intentó hacer lo mejor con su fuerza, pero pareciera que estaba escrito", definió. En este sentido, observó que "es increíble cómo la gente lo recuerda, parece que pasa el tiempo y cada vez es más grande. Muchos que no conocen su historia leen sobre él y se vuelven fanáticos".
"Era muy inteligente, sabía lo que hacía y por qué lo hacía. Sabía qué iba a gustar y qué no, yo lo estoy puliendo, pero él tenía la varita mágica y lo que tocaba lo convertía en oro", completó.
Nico Mattioli: "Yo no quería trabajar con mi viejo, pero le terminé diciendo que sí y ese fin de semana hicimos 13 shows"
"Siéntate, hijo mío, y escúchame. Sé que eres chico y quiero que empieces a entender", le cantaba Leo Mattioli a Nicolás, su hijo mayor, usando a la cumbia como una hamaca para aquel niño que hoy sigue sus pasos y escribe a su propio ritmo su historia dentro del mundo de la música. Porque en 28 años, Nico logró vencer el apelativo "hijo de" para erigirse en su propio estilo y habló con El Destape sobre el legado del león, y la importancia de que esté más vivo que nunca.
Nico lleva una vida tranquila en Santo Tomé. A la mañana lleva a su mujer al trabajo y después a su hija a fonoaudiología o la lleva al jardín. Toca la guitarra todos los días, lunes y jueves hace radio, los miércoles ensaya con su banda y martes y jueves juega a la pelota. "En la radio analizamos canciones, las tocamos con la guitarra. Tengo la vida organizada, no fumo más", reveló.
Nicolás empezó a perfeccionarse con la pelota y a tocar el acordeón, sonido santafesino por excelencia, a los 10 años y a los 11 ya estaba tocando en vivo con su padre. "Si no era el acordeón era la pelota. A los 11, 12 años arranqué con una banda que se llamaba 'Nico y los amigos del león', un grupo de chicos con los que hacíamos los temas de mi viejo. A mi papá le dio mucho miedo el tema de la ruta porque éramos chicos, más allá de que trabajáramos con gente grande", relató.
"Justo, ese año me rajaron de la escuela y mi papá no quería que esté, por decir de alguna manera, un poco al pedo. Y me la hizo clara 'o volvés o trabajás conmigo'... Yo no quería trabajar con mi viejo, pero le terminé diciendo que sí y ese fin de semana hicimos 13 shows. La primera gira fue en Buenos Aires y yo empecé como acordeonista de mi papá, tenía 12 para 13 años", explicó.
Más adelante, Nico había quedado en Rosario Central a los 14 años hasta que una operación del ojo lo dejó afuera de la cancha y, allí, la música apareció como el llamado inevitable ya que tampoco se entusiasmó tanto con la aparecida posibilidad de jugar en Boca. "Las ganas de jugar al fútbol no eran lo mismo de antes, ya había conocido lo dulce de la música y de las giras", sentenció al tiempo que remarcó la satisfacción de haber respondido al llamado divino acompañando, primero, a su padre y después en su camino solista para que no se deje de hablar de amor desde Santa Fe hacia el mundo.
Lo que se hereda, no se roba
Qué error pensar que con la partida de Leo Mattioli perdimos al último romántico. Los tiempos de la vida son tan distintos como sabios y, no casualmente, el artista, junto con Marina Rosas, su amor de la adolescencia y de su rapidísima adultez, dejó a Nicolás y a sus 5 hermanas, Julieta, María Laura, Romina, Tamara y Denis Amorina, con una misión... Aunque al primogénito le cedió la estrella y a Julieta el talento de la visión, la organización y el cuidado de lo trabajado.
"Cuando era acordeonista, mi papá me preparaba para cantar. Yo me imaginaba que lo haría de grande, pero arranqué a cantar antes porque alguien tenía que seguir con lo de mi papá. Al haber tenido tanto impacto y ser el santafesino más famoso de la Argentina", exclamó sin tristezas Nicolás pues su impronta, también romántica, escala cada vez más y sólo basta con ver lo que hay por delante tras el parate de la pandemia de coronavirus que llevó a los artistas a tomar nuevas herramientas y que el cantante comparte todas las semanas en la radio y en los ensayos que comparte a través de su cuenta de Instagram. Y ya hay shows de Nico y su banda, ya vacunados, pensados para cuando esto pase.
"Lo que estoy intentando hacer es mi propio camino, hoy tengo mi nombre y mi apellido pronunciados juntos, creo que lo estoy logrando. Hay mucho que puede jugar a favor por ser hijo de mi papá, pero tuve que pagar derecho de piso y también platos rotos, arreglar muchas cosas que él dejó como un buen rockstar", afirmó.
"Lo mío va muy bien. En septiembre cumplo 10 años de solista, empecé a cantar a un mes y medio de perder a mi papá", señaló. "Si no hubiese funcionado ya no estaría vigente y sin embargo luchamos mucho y vamos creciendo. Soy agradecido de tener el legado que dejó mi papá, más allá de que sea su hijo, para mí es el mejor de todos los tiempos", definió.
"La vida que tuve la volvería a elegir mil veces. Elegiría el mismo apellido, corregiría algunas cosas si tuviera la posibilidad, pero el padre que tuve me hizo el hombre que soy y todo lo que tengo es gracias a él. Para mi familia es todo por él y lo que haga es por él", continuó. "Fue mi maestro y mi escuela, sin él no tendría idea. Manejo mi equipo de trabajo con mi hermana y lo hacemos de la mejor manera, la camioneta la manejamos entre los dos", explicó en relación a su hermana Julieta que se puso el proyecto solista de su hermano al hombro.