L – Gante gratis en Tecnópolis, la kryptonita de Viviana Canosa

L–Gante en Tecnópolis reunió una multitud pero la conductora destilo toda su estigmatización para agraviar. Ella es una portadora activa del odio que producen los negros con derechos.

20 de febrero, 2022 | 00.05

El último domingo más de 45 mil personas disfrutaron de un show de  L–Gante, de calidad y gratuito, en Tecnópolis. El joven artista agotó todas las entradas disponibles y el predio de Villa Martelli se llenó de familias con niñxs que jugaron e interactuaron alrededor de los espacios de ciencia, cultura y tecnología que ofrece el Parque. Además se ubicó estratégicamente allí un vacunatorio y, según informó el ministro de Salud bonaerense Nicolás Kreplak, más de 600 personas se inocularon contra el coronavirus en la previa del concierto.

“Es muy interesante que pueda venir toda la gente, la que me crucé afuera, que son para mí principalmente los que quizás no tienen la posibilidad de ir a un show de los que hacemos por ahí. Acá solo tienen que estar vacunados y venir, así nos cuidamos entre todos. Nos queda disfrutar del show. Y lo que yo siempre le digo a los pibes: que cumplan sus sueños, sus metas, sus objetivos, y enfocados a eso, paso a paso, todo llega”, dijo Elian Ángel Valenzuela, su verdadero nombre, en una entrevista donde contó que su primer acercamiento a Cultura de Nación había sido para averiguar cómo completar sus estudios. “Tecnópolis es un lugar para proyectar”, agregó.

Hasta el martes la noticia era esa. Sin embargo, Viviana Canosa decidió poner manos a la obra y hacer lo que mejor le sale: desviar el foco de atención, ser trending topic y reproducir el sentido común estigmatizador y clasista que más le gusta al establishment. Para ello compartió una foto oficial del evento donde se ve en primer plano a un niño menor de edad y expresó: “Así quieren a tus hijos”. “Sumiso, pasivo... pobre, bruto. Así te quieren”. L-Gante decidió responder al ataque a través de un video en su cuenta de Instagram: "¿Qué onda Viviana Carnosa? Pasivo será tu choma, ¿qué te la agarrás con un pibito menor de edad para descargar tu odio asqueroso?". Minutos después cambió su foto de perfil y puso la del niño. 

Como respuesta, la conductora denunció al cantante por violencia de género calumnias e injurias, y pedirá un resarcimiento económico de 15 millones de pesos. "La agresión y la violencia es el recurso de los que carecen de argumentos. El límite a la libertad de expresión es la comisión de un delito…", dijo. Y aprovechó para, en la volteada, apuntar contra el feminismo: "Acabo de leer que me dijeron MALCO. Necesito que me defienda el COLECTIVO VERDE!!". Lo paradójico es que si bien fue ella la que utilizó la foto del menor para agraviar, su abogado se apoyo en puros tecnicismos para defenderla: “L-Gante lo que le cuestiona a Viviana es esa foto diciendo que exponía a un menor, pero la realidad es que eso no es una foto, es una captura de pantalla de un video que publica Tecnópolis. Lo que ella hizo fue replicar una foto que subieron y, metafóricamente, trazar un paralelismo con la realidad, que es una realidad inexorable”.

El punto de conflicto no es la foto del nene feliz en el show. Tampoco es L – Gante y sus canciones, que hasta su participación en el ciclo Caja Negra con Julio Leiva y su relato sobre las computadoras del Conectar Igualdad, era para los medios un pobre copado, divertido, inofensivo, que respondía al discurso de la meritocracia. Fue cuando lo nombró la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner que pasó a la lista negra y se convirtió en peligroso. Obvio que tampoco es que realmente a Viviana Canosa la preocupe la violencia de género, la lucha del feminismo que se encarga de dilapidar cada vez que puede. El punto nodal es la política. Siempre es la política. La red que ataja todo el discurso de odio de Canosa, en este y otros episodios similares, es su enérgica militancia anti estatal, acudiendo a la construcción de estigmas como los planes sociales y los programas de acompañamiento para bajarle el precio a las políticas sociales y a la creación de oportunidades que el Mercado no da. 

La conductora es una portadora activa del odio que producen los negros con derechos; los pobres en un lugar lindo, cuidado y gratis; un nene de sectores populares accediendo al espacio público sin la policía pisándole los talones; un pibe como Elían utilizando una herramienta educativa pública para convertirse en un artista con reconocimiento internacional. No tengo dudas que si el mismo nene estaba cantando feliz en un show de L gante pero en una Villa o en un barrio popular, nada de esto pasaba. Porque el pibe pobre es de la villa, la cárcel, la calle, el semáforo, el Hospital Público sucio o la morgue. Ese negro, el que esté donde tiene que estar, no incomoda. Lo que molesta es el puente del Estado a la conquista de derechos. O acaso a nadie le sorprende que justo lo hayan llamado a declarar a L gante la misma semana que tenía que tocar en Tecnópolis?

“Muy cargada la Av. Gral Paz desde Cabildo sentido Riachuelo y a paso de hombre a la altura de Negrópolis”. Esto es lo que escribió Juan Pablo Romero, un periodista del Grupo Clarín, en su cuenta de Twitter en 2012, en la segunda edición de Tecnópolis. Los embates contra el proyecto de la Unidad del Bicentenario se remontan a su creación, en 2010, como continuación de los festejos del Bicentenario. Inicialmente iba a ser una actividad a realizarse del 19 al 28 de noviembre, el fin de semana largo por el feriado del Día de la Soberanía. Pero Mauricio Macri no lo autorizó por los posibles problemas de tránsito que podría causar en la avenida Figueroa Alcorta.  “No se puede hacer la muestra a costa de mortificar la vida a millones de personas”, manifestó el entonces el Jefe comunal de la Ciudad de Buenos Aires.

“Tecnópolis es una invitación al futuro, a pensar el país de una manera diferente, a saber que el compromiso con el pueblo y la historia son los únicos que nos permitirán avanzar en la construcción de ese futuro”, dijo Cristina en el acto de inauguración el 14 de julio de 2011. Desde ese día hasta hoy más de 25 millones de argentinxs habitaron el lugar, se lo apropiaron y disfrutaron. A pesar del vaciamiento y la desjerarquización del macrismo, en el período 2015 - 2019, el espacio continuó funcionando como un dispositivo de acercamiento de la ciudadanía al Estado, al espacio público, a la cultura, a la ciencia, a la Tecnología. Lo que allí sucede es parte de un proceso de construcción de ciudadanía, de formas de ver el mundo y de verse a unx mismo. 

Así como la escuela o la universidad, en el siglo XXI existen otro montón de espacios y elementos que forman parte del proceso de subjetivación: salir a la calle, ir al cine, acceder a consumos culturales, leer, escuchar música, acceder a un dispositivo electrónico, tener internet. Las políticas culturales se ocupan también de esos aspectos, no solamente de la producción de eventos, con el fin último de activar nuevos procesos sociales. El show de L – Gante es solo una anécdota, un escalón más de una travesía urgente y necesaria hacia la promoción de cambios sustantivos en la vida real de las personas. Los eventos empiezan y terminan. Pero el proceso es el hilo que los une, es la red de sentido que los contiene. 

El discurso de Canosa responde a un modelo socio cultural de sentido común sedimentado, que está en modo defensivo desde hace casi 20 años con la llegada de Néstor Kirchner en 2003 pero sobre todo en 2008 y el conflicto de la 125. Ese modelo socio cultural que reacciona a los avances es el de un país para pocos, estamentado, que plantea el retiro del Estado. Las políticas sociales y culturales que inauguró el kirchnerismo se han vertebrado en relación a la necesidad de revelar, de desenmascarar, cómo esas normas que nos han socializado responden a ciertos patrones y sectores del poder que hasta ese momento hacían la plancha. El paso siguiente, y en donde estamos trabados hace años, es el proceso de deconstruir esas ideas, deslegitimarlas y comenzar a construir otras nuevas. 

Romper algunos cánones que históricamente han controlado el espacio simbólico y cultural, y han hegemonizado la lucha por la representación, es la tarea principal y menos visible. En ese marco las políticas culturales son un espacio de maniobra que permite realizar cambios en la vida cotidiana de las personas, en las rutinas institucionalizadas, en la interacción con los objetos y sujetos alrededor. Hablamos de la transformación del poder como relación jerarquizada, de violencia y sometimiento, a poder como acción y movimiento, como posibilidad: podés ir a la universidad, podés ser científicx, podés comprarte una casa, podés ser artista y componer música, podés ir a ver un show a un lugar lindo y gratis, etc. Tecnópolis molesta porque es el mundo, es la idea, es el imaginario que desmonta lo que históricamente nos dijeron que éramos, y abre las puertas a imaginar lo que podemos ser.

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