(Por Marina Sepúlveda) Un zapato de balas calibre 22, un Perón con sus Evitas cambiantes como el tiempo o patrones que se suceden en tapices y dan paso al infinito, sugiriendo contrastes entre apariencia y realidad y geometrías dinámicas, son algunas de las imágenes que propone la muestra de la artista visual Karina El Azem en el Museo de los Inmigrantes del Muntref, que bajo el título "No es oro todo lo que reluce" explora y contrasta sentidos comunes.
Tres décadas se actualizan en la exposición cuyo título apela al refrán popular y enmarca esas contradicciones entre lo aparente y lo real cuyo punto de partida es una materialidad tan diminuta como una mostacilla dispuesta junto a otras que configuran un mundo de vacíos y completitudes, reescriben patrones de las tradiciones árabes y orientales y cuestionan saberes y miradas.
"¿Existe lo meramente decorativo entendido como aquello que carece casi por completo de significación? ¿Resulta posible pensar lo ornamental como ausente de significado?" se pregunta Florencia Battiti, curadora de la muestra "No es oro todo lo que reluce" en cuyo título las palabras apelan a lo falso, verdadero, la duda y por qué no, la sospecha.
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Forma y contenido se juegan en esos límites de lo popular, la tradición ornamental, lo místico, la abstracción, los mitos populares o la violencia simbólica, y también en el vínculo de los diseños de patrones con la cultura de masas.
En la obra de Karina El Azem, egresada de la Prilidiano Pueyrredón, esas mostacillas o perlas usadas tradicionalmente en bordados de tapices artesanales también dan lugar al uso de balas, cápsulas y municiones, y habilitan a las ideas volar expandidas en esa materialidad multiplicada puesta a consideración.
Por ello, tal vez, la belleza de un diseño contrasta con las contradicciones de la vida. Un mero reflejo cambia la percepción y convalida significados bárbaros, extraños, como el mural "BG" de 2012 con calcos de balas (realizado en látex y madera de 2 por 4 metros), o el boceto con la obra de 16 composiciones digitalizadas que conforman "16 isoformas calibre 22" (2012), o algunos ejemplos de la serie "Mapa de robos" (2007) compuesta por esa codificación utilizada por los ladrones para marcar las casas a robar que divulgadas, la artista cristaliza en una serie.
Aunque también está presente "Dinero" (2002), realizado con municiones de plomo y perlas de plástico sobre madera: una mano que sostiene una bolsa con el signo pesos, que es parte de una iconografía común; y como más inquietante su nuevo "Zapato" (2022), una reedición creada para una subasta a beneficio impulsada por Ricky Sarkany, un zapato de mujer revestido con cápsulas calibre 22 percutadas y un arma de juguete por tacón, que adquiere una repercusión novedosa.
"Dependiendo de la idea uso en general mostacillas y perlas y municiones, y a veces contrapuestos a estos sentidos, por un lado el patrón ornamental y por el otro el patrón de conducta, entonces hay trabajos más vinculados, como el zapato de bala que en esta segunda versión toma otro significado. Ahora me preguntan si tiene que ver con el atentado a la vicepresidenta, o sobre el empoderamiento femenino que está mucho más presente", destaca la artista en diálogo con Télam sobre su trabajo creativo.
Por otro lado, dice: "Cuando empecé a trabajar, a desplazar ese sentido de patrón ornamental (de perlas y mostacillas) a patrón de comportamiento en pictogramas, comencé a incorporar las municiones", a partir de "un hallazgo casual", acota, que le permite trabajar "en obras con otros sentidos".
"Estaban en la calle, en las armerías se vendían armas, municiones y se mostraban en las vidrieras como algo lindo, en la calle Paraná, en el centro, se vendían en todos lados. Entonces cuando vi balines de aire comprimido empecé a incorporar esos materiales al trabajo porque tenían un sentido más amplio e interesante para determinados objetivos de algunas ideas", explica.
La artista también expone cuadros con geometrías de su serie CBN que parten de mostacillas que escanea y trabaja en computadora, y que se relacionan con una indagación sobre la geometría y sus cruces desde la física, lo sagrado y la naturaleza.
"Desde que comencé a trabajar con mostacillas lo asocio a la impresión digital, siempre hubo un juego entre el material, el bordado en alusión al trabajo femenino, a lo que brilla pero es un material ordinario", dice, algo que yuxtapuesto en la impresión refuerza la noción de producción masiva.
Pero la muestra trae como novedad el movimiento aplicado a sus abstracciones geométricas, a las que le gusta sugerir movimiento, y que concreta en estos "cuadros que se mueven".
Realizados "a partir de patrones de cuentas escaneadas" a los que por primera vez les imprime movimiento junto al equipo de Untref media, explica: "durante la pandemia comencé a trabajar con geometrías hiperbólicas, fractales, autosemejantes y a estudiar más profundamente la geometría sagrada", y "eso que parece a simple vista cuadros con marcos blancos, son videos en los que los cuadros se mueven muy lentamente y van generando un efecto de geometría hiperbólica", indica la artista.
A su vez, en línea con los mitos populares que trabaja como el Gauchito Gil o la Difunta Correa, en esta oportunidad el espacio central de la sala lo ocupa una figura de cuerpo completo de Perón con los brazos en alto (2008) frente a 33 bustos de Evita "del color del tiempo" como contraparte, esculturas de resina recubiertas con pintura sensible a la humedad, tal como la usada en las virgencitas que cambian del azul al rosado cuando anuncian lluvia.
Estos "iconos populares que condensan también opiniones, tensiones, sentimientos diversos", explica la curadora, tienen "un comentario en clave bastante lúcido, humorístico, irónico, pero inteligente a lo que significa el peronismo para la cultura argentina, a esta capacidad inagotable de metamorfosearse que tiene y al mismo tiempo lo que genera en la gente", reflexiona Battiti.
"Las Evitas y el Perón que cambian de color surgen por como cambian los tiempos y corren los climas políticos", detalla por su parte El Azem sobre estas figuras populares a las que se aferran "tantos políticos", en ese amplio arco desde la derecha a la izquerda, y sostiene: "es un sentimiento argentino que la mayoría de los políticos tratan en algún momento de apropiarse".
La muestra desplegada en el tercer piso del Muntref Centro de Arte Contemporáneo en el Museo de los Inmigrantes surge como un segundo capítulo -el primero fue el de Diana Dowek- de la exposición "Del Mediterráneo Oriental al Plata. Cristianos, judíos y musulmanes", curada por Marcelo Huernos, donde participa El Azem, funciona "como una continuidad de lectura entre ambas salas", explica Battiti.
Precisamente los "patrones de mostacillas" ornamentales con motivos árabes que en su repetición "buscan el infinito de alguna manera, o acercarse a Dios y tienen un potencial místico muy fuerte", explica El Azem quien busca en sus trabajos "a partir de mostacillas, cápsulas y municiones" este sentido.
El trabajo de El Azem se inscribe en ese debate extenso de la historia del arte y la cultura relacionado "con las artes decorativas y su tratamiento como artes menores en relación a las bellas artes", indica Battiti y señala: "ella revisa todos esos debates -tiene un interés particular por lo ornamental, la decoración- en relación a ciertas derivas estéticas y éticas relacionadas a que lo ornamental y la decoración estarían cubriendo, tapando, lo esencial, lo verdadero".
Como artistas de la generación del 90, "una década que ahora está muy revisitada e investigada, ella surge de esa camada contemporánea a Nicola Constantino, Claudia Fontes, estuvo en el taller de Barracas en esos años", señala la curadora, que la vincula a las corrientes neoconceptuales "en el sentido de que parte de una idea, o varias, y luego selecciona materiales y estrategias para trabajarla y llevarla adelante de la manera más afín, más apta".
"En relación a los materiales, juega con la trampa del ojo del arte, presenta una superficie muy glamorosa, atractiva y cuando te acercás te das cuenta que son balas, municiones, mostacillas, genera una tensión que nunca se termina de resolver: son materiales supuestamente disociados uno del otro, incluso opuestos, y los hace convivir de manera bastante incómoda en ocasiones y eso resulta interesante", reflexiona Battiti, quien junto a Florencia Qualina y El Azem está por publicar un libro sobre la trayectoria de la artista cuyas obras forman parte de numerosas colecciones, como el Museo Nacional de Bellas Artes, el de Arte Moderno de Buenos Aires y el de Arte Contemporáneo de Los Ángeles MOLAA.
La muestra podrá visitarse hasta finales de diciembre con entrada gratuita en avenida Antártida Argentina S/N con ingreso por el Apostadero Naval de Puerto Madero (CABA), de martes a domingos, de 11 a 18.
Con información de Télam