Apasionado lector y convencido de que la exageración, la extravagancia y la picardía criolla que atraviesan distintos hechos de la historia argentina del siglo XX constituyen el modo de ser argentino, en el que no faltan sucesos bochornosos y trágicos y otros dignos de altruismo y humor, el periodista y escritor Matías Bauso rastrea en el libro "Argentina bizarra" episodios conocidos y otros no tanto, que caracterizan en cuerpo y alma a los habitantes de este país.
Desde figuras trascendentes, inigualables y a veces polémicas, como Perón, Maradona, Messi y o Borges; personajes anónimos que vivieron el hundimiento del Titanic, otros que tejieron leyendas en torno a supuestos monstruos que habitaban una laguna patagónica y dictadores que pergeñaron la muerte y desaparición de personas en el predio de la ex Esma, transitan por esta obra que contiene cerca de 60 episodios.
"Tengo la hipótesis de que en cada gran hecho de la historia, en especial en los grandes desastres, de una manera u otra hay un argentino involucrado", confiesa Bauso, autor entre otros libros de "Una épica de los últimos instantes", en diálogo con Télam a raíz de este nuevo volumen publicado por editorial Planeta.
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-Télam:¿De dónde creés que surge ese modo de ser argentino caracterizado por la tendencia a la exageración, la extravagancia, la picardía criolla y hasta la tragedia? ¿Hasta dónde la herencia migratoria que forma parte del ser argentino, influye en esta forma de ver el mundo?
-Matías Bauso: Es posible que la experiencia de los migrantes, las diferentes culturas y la necesidad de salir adelante hayan desarrollado habilidades especiales para la supervivencia. Pero estoy convencido de que los inmigrantes fueron y son gente de trabajo, que lucharon duro para mejorar y construir un futuro. Tal vez nuestra forma de ser esté más vinculada a las grandes riquezas y a los variados recursos que el país tiene. Como si teniendo tanto disponible, tanto a mano, siempre contáramos con un back up, con un respaldo, que logrará paliar todas las macanas que hacemos. Confiamos irracionalmente en el porvenir y en que el país (o Dios o quién sabe quién) proveerá. También tenemos una inexplicable inclinación a no cumplir con las normas. Una vocación infinita por cambiar las reglas de juego.
-T: Hechos ocurridos durante la dictadura militar ocupan varias páginas del libro, entre ellos la guerra de Malvinas y un hecho relacionado con Massera. ¿Qué fuiste descubriendo en el marco de la investigación?
-M.B: Procuré seleccionar bien las historias a contar de la Dictadura. No quería que fueran demasiado conocidas y como la gran mayoría de los capítulos juegan con el sarcasmo, tienen un tono zumbón, no quería banalizar ninguna situación trágica. Por lo general, lo que me interesa es la escala humana de los hechos. De Massera conocemos muy bien su ambición política, sus mentiras, su vocación criminal, cómo desarrolló en la Esma al mismo tiempo un centro clandestino de detención impiadoso (desde la torturas a los vuelos de la muerte, del saqueo de las casas a los robos de bebés) y del lanzamiento de su carrera política. Pero la historia que elegí mostrar es la de Fernando Branca, marido de una de sus amantes, al que asesinó porque osó decir ante dos matrimonios amigos que era más vivo que Massera, que lo había pasado en un negocio. De Malvinas me interesó cómo el gobierno organizó un regreso en silencio, oculto de los soldados, y de qué manera los recibió la población en Comodoro Rivadavia. En esas historias humanas (aún en lo inhumano de Massera y en lo inhumano de no decirles a los padres de inmediato si sus hijos habían o no sobrevivido en el campo de batalla) se condensa, me parece, la gran Historia.
-T: Una historia sorprendente es la de los argentinos que estuvieron en el Titanic. En ambos casos hay episodios relacionados con lo heroico: Edgardo Andrew le da su salvavidas a una joven y por eso muere, y la camarera Violeta Jessop, por cruces del destino, salva a una niña.
-M.B: Encontré esas historias leyendo mucho, que es mi actividad favorita. En cada libro o texto con el que me cruzo busco estas pequeñas historias. Muchas veces son sólo una línea, un pequeño dato detrás del cual mi intuición me dice que se esconde una historia que merece contarse. Y salgo tras ella. En el caso del Titanic la búsqueda fue premeditada. Tengo la hipótesis de que en cada gran hecho de la historia, en especial en los grandes desastres, de una manera u otra hay un argentino involucrado. Ese sería un buen libro para escribir: el que consigne la participación de nuestros compatriotas en desastres o fracasos históricos. Podría llamarse "La conexión Argentina".
-T: Contás un relato en primera persona ocurrido en La Bombonera: el hincha de Racing impactado por una bengala. ¿Cómo evaluás ese hecho en tu vida con el paso del tiempo?
-M.B: Yo tenía 11 años. Apenas me puse a escribir acerca de esa noche me di cuenta de que el relato necesitaba la primera persona. Me sorprendió que a medida que escribía me fui acordando de muchos detalles que se agazapaban en algún rincón de mi memoria. En la cancha casi nadie, hasta que la bengala marina atravesó la garganta de Basile, un bancario de 24 años, tomó conciencia de la gravedad de lo que estaba pasando, del peligro que implicaba. Cuando terminaba el capítulo volví a sentir en el cuerpo la misma sensación de ese momento: un miedo ominoso y helado que explotaba en mi pecho y se ramificaba hacia la tráquea y los brazos. Fue la primera vez que presencié una muerte.
-T: La anécdota del dentista trucho que casi mata a Perón habla de la improvisación alrededor de la figura de un presidente.
-M.B: Es una gran historia que descubrió Joseph Page, el biógrafo de Perón. La improvisación, la falta de cuidado, el atolondramiento son algunas de nuestras características. Está la anécdota de los dientes de Perón y su envenenamiento, está la del general Rawson que lideró un golpe de Estado, permaneció un fin de semana en la Casa Rosada (puso la fotos de sus hijos en el escritorio presidencial, habló desde el balcón y aparecía en los diarios como el "Presidente Rawson"), pero que no llegó a jurar y lo depusieron el día lunes; eso sí, fue un precursor: fue el pionero en obtener una embajada como compensación: a Rawson lo mandaron de embajador a Brasil. Hay mucha improvisación en nuestra historia y no tantas tragedias si se tiene en cuenta los riesgos que asumimos y que generamos.
-T: El rescate de estos hechos del pasado reactualiza la memoria, como en el caso de las 24 horas por Malvinas, donde apareció Maradona junto a otros futbolistas.
- M.B: Maradona en "Las 24 hs de Malvinas" mandó a través de su representante Jorge Cysterszpiler un cheque con una importante donación. Pero pasadas unas horas fue hasta el canal (seguramente por orden de alguna autoridad) junto a Passarella, Ardiles y otros jugadores de la Selección Nacional que estaban concentrados para disputar el Mundial 82. Maradona ya era el mejor jugador del mundo y una súper estrella. Pero no hay que caerle a él. Lo que ese programa demuestra es el "unanimismo", ese estado en el cual todos piensan de una misma manera y no hay espacio para el disenso. Es una situación de máximo fascismo. Hay que pensar que ese programa, por ejemplo, contó con la conducción de las dos figuras más prestigiosas de la TV del momento. Y por él pasaron: los mejores futbolistas, actores, cantantes y artistas muy reconocidos, Susana Rinaldi, Libertad Lamarque, Porcel, Olmedo, Susana. Desde Darín a Pierina Dalessi, todos. El pensamiento único provoca estos fenómenos y siempre termina mal. Maradona también aparece en el capítulo dedicado a su salida del Mundial 94. Aprovecho para contar la historia de la enfermera que lo llevó de la mano (convertida en villana por muchos en estas tierras) y del ascenso meteórico y no casual de Julio Grondona tras entregar sin luchar a Diego.
- T:Hay algo de la desmesura y también relatos vinculados a eventos sobre los que no se tiene certezas, como la historia del monstruo de la laguna Epuyén, inventada por un estadounidense que da con la figura del chanta.
- M.B: Somos el país de la hipérbole, de lo exagerado, de la desmesura. Y al mismo tiempo, o tal vez por eso, tenemos una capacidad sobrenatural para naturalizar lo imposible. Pocas cosas nos sorprenden. Por eso prenden tan bien los mitos y teorías conspirativas, porque todo es posible en Argentina, aun cuando las evidencias indiquen que algo no puede suceder. Por eso son muchos los que creen que Hitler vivió en la Patagonia durante décadas; por eso fue que 5.000 personas fueron un domingo de 1973 a la Laguna de Chascomús para ver descender a una nave marciana tal como había anunciado un señor que decía ser marciano por parte de madre; y por eso un pícaro explorador anglosajón puede convencer al más prestigioso naturalista de la época de que en la Patagonia habita un dinosaurio cuya último ejemplar fue visto millones de años atrás. Porque, entre otras características, a nosotros nos gustan las buenas historias.
Con información de Télam