Un ensayo explora la incidencia de la violencia de las redes en la política y en la vida democrática

19 de octubre, 2023 | 14.46

(Por Eva Marabotto) Fenómenos tan actuales como los candidatos políticos surgidos al calor de las redes sociales y otros tan peligrosos como la difusión de discursos de odio son algunos de los casos que aborda y estudia el escritor y periodista Juan Ruocco en su libro "¿La democracia en peligro?".

"Al principio, para cierto público, (Javier) Milei era un chiste. Pero cuando decidió ser candidato, quizás sin darse cuenta, ya tenía una base de apoyo orgánica en redes que cualquier cosa que decía la convertía muy rápido en un objeto viralizado. Lógicamente, una vez que se van institucionalizando debe haber un nivel de coordinación pero se trata de coordinar eso que ya existe y no de instalarlo", sostiene Ruocco sobre cómo el candidato de La Libertad Avanza (LLA) fue consolidando su figura.

El ensayo, publicado por Paidós, indaga en el modo en el que los memes (como unidades de información cultural que circulan en las redes sociales) y otros discursos marginales de Internet se apropiaron del debate político. Para llegar a entender el protagonismo actual de estos fenómenos en las redes Ruocco reseña la historia del meme, desde que definido en 1976 como "una unidad mínima de transporte y de información cultural autorreplicante" a la actualidad en la que una imagen como "Rare Pepe", con su pose sobradora, se convirtió en un símbolo de la supremacía blanca en EEUU y en un aliado insustituible para Donald Trump o "Yes Chad", un personaje obstinado que tiene su versión argentina con vincha celeste y blanca y un rosario.

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Sin embargo, el análisis del periodista deriva en el modo en que redes como 4chan, 8chan y Reddit difunden ideas radicalizadas, manifiestos y memes celebratorios de los protagonistas de hechos violentos como la toma del Capitolio o los atentados de Unabomber, Brenton Tarrant, en las mezquitas en Christchurch en Nueva Zelandia o Anders Breivik, con un cochebomba y un posterior tiroteo en un campamento de jóvenes en Noruega.

El autor conversó con Télam sobre su lectura de estos fenómenos y su incidencia local en la instalación de candidatos como el libertario Javier Milei. A continuación, los tramos principales de la entrevista.

Télam: El título de tu libro enciende una alarma: ¿La democracia está en peligro?

Juan Ruocco: Es una muy buena pregunta y por eso es la tapa del libro. Apunta a un grupo específico de gente que volvió a utilizar la violencia política como herramienta de propaganda y lo hace a través de las redes.

T: Desde el subtítulo mismo "Cómo los memes y otros discursos marginales de Internet se apropiaron del debate público" instalás a los memes como objeto de estudio. ¿Cómo los definirías?

JR: La definición de meme con la que trabajo en el libro es que consiste en un ítem o conjunto de ítems digitales que comparten características de forma, contenido y postura que son puestos a circular en Internet y que se crean los unos con conciencia de los otros. Esa es una definición bastante canónica y muy técnica pero que sirve para entender que meme no es solo un chiste que se viralizó, una imagen sino que es como un género en sí mismo, que sirve para contar cosas. Es un vehículo y fue evolucionando con el tiempo.

T: Pero según ejemplificar en el libro, los memes y otros discursos marginales pueden convertirse en herramientas de difusión no solo del humor sino de violencia o ideologías extremistas.

JR: Las diferentes modas de memes funcionan como la punta del iceberg de una tendencia. El meme en sí no dice nada. Es la glorificación de una ideología radical pero esa glorificación viene acompañada de otros guiños: literatura, videos, música o arte a los cuales podés acceder si te interesó la imagen. Es decir que no solo circula la imagen sino que se difunde toda la ideología que viene atrás.

T:¿Por dónde circulan si parece haber bastante control en las redes más tradicionales?

JR: Hay ciertos canales que son los que tienen que ver con las redes menos moderadas o sea que no sean Instagram, Facebook y Twitter o incluso TikTok. Circulan por canales menos regulados como la red 4chan, chats privados o salas de chat privadas como puede ser Discord, grupos de Telegram. Son lugares fáciles de encontrar, pero lo suficientemente escondidos como para que no sufran una moderación fuerte.

T: ¿Cómo funciona esa difusión luego de una creación producto del ingenio individual?

JR: Uno va viendo que se va armando una genealogía de los memes, y se crean redes de sentido. Y se van usando comunitariamente. Los memes son emergentes de un grupo de usuarios que los empieza a utilizar y a darle sentido para comunicarse entre sí. La intensidad de ese grupo de usuarios muchas veces determina después si esos memes se van a hacer más masivos o no. Entonces sucede que grupos de usuarios chicos pero muy intensos pueden llegar a instalar una serie de memes que se que se popularicen a partir de las redes más conocidas.

T: ¿Estas humoradas o referencias a ideologías extremas pueden influir en el terreno político?

JR: El ejemplo que doy es el de Trump. No se puede decir que los memes instalan un candidato. No creo que los 7 millones de votos que sacó Milei o los 100 millones de Trump se expliquen por los memes que se difunden sobre ellos pero lo que sucede es que les dan una ventaja comparativa en su comunicación respecto a sus rivales, que los hacen estar mucho más presentes en las redes sociales pero también en los medios de comunicación.

T: ¿Cómo se explica que los medios de comunicación se hagan eco de estas tendencias que surgen en redes?

JR: Estamos en una época en la que las redes y los medios se retroalimentan constantemente. Entonces algo que llama mucho ya la atención en redes indefectiblemente va a salir en la televisión y algo que ocupa mucho tiempo en la televisión indefectiblemente alimenta las redes. Es el caso de Gran Hermano, por ejemplo, un programa muy tradicional de entretenimiento en la televisión abierta que monopolizó la conversación en Internet mientras estuvo en el aire.

T: ¿Cómo opera eso con los políticos?

JR: Entonces como esta especie de relación de retroalimentación es vital, lo que va pasando en este tipo de candidatos es que, de entrada, ni siquiera aparecen viable para el propio espectro político. Pero, el hecho de tener una comunidad fuerte e intensa que en los primeros años los banca mucho es lo que después hace que se instalen en el discurso público y cada vez parezcan menos extraños, más allá de que lo sigan siendo.

T: Es el caso de Javier Milei.

JR: Claro. Los dos primeros años, para cierto público, él era un chiste. Pero cuando decidió ser candidato, quizás sin darse cuenta, ya tenía una base de apoyo orgánica en redes que cualquier cosa que decía la convertía muy rápido en un objeto viralizado. Lógicamente, una vez que se van institucionalizando debe haber un nivel de coordinación pero se trata de coordinar eso que ya existe y no de instalarlo. Me refiero a que quizás tengan un "callcenter", un centro de coordinación, pero ahí hay mucha gente que hacían videos de YouTube o de TikTok y ahora forman parte de su campaña.

T: La diferencia entre Trump y Milei es que el estadounidense tenía un partido tradicional detrás, el Republicano…

JR: De hecho, Trump tuvo que dar muchas pruebas. Tuvo que ganarle a un montón de candidatos, que ya parecían candidatos cantados y naturales. Hacer todo este camino de las primarias, esa maratón que tienen los candidatos de EEUU de ir estado por estado, ganar estado por estado. Pero el tema de las redes lo ayudó.

T: Lo curioso de estos fenómenos es que pareciera que la participación para crear contenidos y difundirlos es voluntaria y gratuita…

JR: Es una cultura netamente participativa. No se trata solamente de consumir o reproducir, sino que en ese proceso hay un remixado de todo lo que se consume o se adquiere. Hay gente que agarra un meme, le pone su impronta y lo vuelve a compartir y surgen comunidades que comparten y llevan a otras redes. Hay un grupo de jóvenes que "clippea" todas las participaciones de Milei en televisión y lo sube a un canal de YouTube.

T: Pero ¿qué ganan esos creadores de contenido?

JR: La gente que hace ese trabajo tiene recompensas simbólicas y no tan simbólicas de las plataformas en términos de números de seguidores. Hay canales en YouTube o cuentas de Instagram que tiene dos o tres millones de seguidores y eso les da a quienes las manejan el estímulo necesario para seguir produciendo. Es curioso pero estos contenidos de derecha no participaban en la economía simbólica ligada a la academia. La derecha no tenía acceso a la premiación simbólica que ahora encuentra en Internet.

T: Por una cuestión de competencias tecnológicas, la mayoría de los productores y difusores de estos contenidos son jóvenes.

JR: Sí. También los que los consumen son mayoritariamente jóvenes. Pero curiosamente es un fenómeno muy masculinizado. Las chicas jóvenes tuvieron otra inserción en la militancia tradicional, quizás canalizada por el Ni Una Menos y la lucha por el derecho al aborto. Lo masculino quedó fuera de eso y encuentra un espacio en las redes.

T: A partir de casos como los tiradores seriales o autores de atentados en Europa y EEUU encontrás que algunos contenidos difundidos en redes pueden también generar episodios violentos.

JR: Sí. No diría que los memes son los que generan a Unabomber pero existe un concepto de dos académicos estadounidenses que hablan del esquema de las dos pirámides: por un lado la radicalización del discurso y por otro, la radicalización de las acciones. Digamos que, si bien no hay un vínculo directo entre una y otra el crecimiento de los discursos radicalizados, tarde o temprano termina impactando en la creación de individuos radicalizados. No podemos decir todavía qué relación hay pero no es casualidad que al mismo tiempo que se dan estos atentados, crece la intensidad de estos discursos de odio. Obviamente, la decisión individual de un tipo de tomar un arma y entrar a una escuela a matar a un montón de personas no se explica porque es votante de Trump, pero hay algo de todo ese conglomerado que es terreno fértil para estas conductas. Después hay un tema relacionado con la salud mental con una personalidad específica, con otros factores. Pero, volviendo al principio, por esto sí veo un peligro para la democracia en la utilización de la violencia política como una herramienta de propaganda.

Con información de Télam