(Por Julieta Grosso) "Sodio", de Jorge Consiglio; "El corazón del daño", de María Negroni, y "La jaula de los onas", de Carlos Gamerro, figuran entre las diez obras finalistas que optan a la tercera edición del Premio de Novela Fundación Medifé-Filba, consolidado como uno de los reconocimientos más importantes de las letras argentinas que además de permitir la recirculación de textos publicados durante 2021 ofrece una cartografía de narrativas diversas donde confluyen voces consagradas junto a auspiciosas escrituras debutantes en el género.
Entre las candidatas al premio aparecen también "Olimpia", de Betina González; "La estirpe", de Carla Maliandi; "Materiales para una pesadilla", de Juan Mattio, junto a otras obras que han tenido una repercusión más módica: "Tilde, tilde, cruz", de Fernando Chulak; "Hay que llegar a las casas", de Ezequiel Pérez; "Madre robot", de Nora Rabinowicz, y "Modestia dinamita", de Víctor Goldgel.
Como ya parece ser una constante desde la primera edición en 2020, las novelas consagradas se reparten equilibradamente con otras menos conocidas en esta instancia del Premio, la primera de las tres decisivas en que está organizado: las diez finalistas anunciadas hoy por la organización surgieron de 201 originales recibidos, mientras que en octubre próximo la selección quedará reducida a una lista corta de cinco textos y recién en diciembre se conocerá el nombre del ganador o ganadora.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Con una dotación que creció un 50 por ciento respecto a la edición anterior para pasar de 500.000 a 750.000 pesos, la obra ganadora se sumará a los dos textos consagrados en las dos ediciones anteriores: "El último Falcon sobre la tierra" (Baltasara Editora), de Juan Ignacio Pisano, y "Los llanos" (Anagrama), de Federico Falco. La elección estará a cargo de un jurado integrado por María Teresa Andruetto, Mariana Enriquez y Fabián Casas.
"Las diez novelas seleccionadas hablan de una proliferación de voces muy diversas que dialogan entre ellas, respecto a las distintas formas de comprender lo que es una novela y cuáles son sus posibilidades para imaginar otros mundos posibles", fundamentan los organizadores.
¿La memoria, el pasado, la lengua, los límites de la ciencia son los grandes nudos temáticos que caracterizan la producción editorial argentina de los últimos tiempos? Si se toman en cuenta los vasos comunicantes entre varias de las novelas de esta edición, ese repertorio temático podría pensarse como una clave de lectura para descifrar cómo se fueron catalizando los escenarios disruptivos y dramáticos planteados por la pandemia.
Entre los hallazgos de este año figura "La estirpe" (Literatura Random House), segunda novela de la escritora Carla Maliandi, que desde su publicación a fines del año pasado fue escalando por el fervor lector amplificado por las redes y se convirtió en una de las revelaciones de un mercado editorial que empezaba a recuperar su volumen después del letargo pandémico. La obra plantea un universo polisémico que teje miradas sobre la memoria, la lengua y el olvido a partir de una mujer que pierde su memoria luego de un accidente tan trágico como ridículo.
Parte de esas temáticas retroalimentan a su vez "Materiales para una pesadilla" (Aquilina Ediciones), también segunda novela de Juan Mattio, que después de su deslumbrante debut en el género con "Tres veces luz" urde una matriz fragmentaria que anuda las vidas de una investigadora obsesionada con una máquina diseñada durante la dictadura, una programadora que desea comunicarse con los muertos y un escritor que integró las filas de los servicios de inteligencia. "Una memoria es también todo el olvido y todo el secreto y todo el silencio del que somos capaces", dice el narrador de esta historia que funde la ciencia ficción con el policial.
Sobre un registro autobiográfico diluido en la hibridez de la crónica enmarañada con la ficción y el ensayo se despliega por su parte "El corazón del daño" (Literatura Random House), el texto donde la poeta, docente y escritora María Negroni se autoconcede un ajuste de cuentas con la figura de su madre que se cristaliza en el contrapunto apenas camuflado entre los dos personajes centrales: una mujer exigente y autoritaria que moldea sin resistencia la personalidad de su hija desde la crítica, el imperativo o directamente el desprecio.
Otra madre también narrada por su hija, pero en este caso nada déspota, inunda hasta el título de la segunda novela de Nora Rabinowicz, "Madre robot" (La parte maldita), una historia familiar construida a partir de la madre del título, sus dos hijas y una dolencia que justifica el peregrinaje de médicos y terapias paliativas en un registro que no pierde las bocanadas humorísticas mientras ensaya miradas sobre los límites de la ciencia y el cuerpo.
"Durante mi vida, no hice otra cosa más que fumar y nadar; a través de estas dos actividades me relacioné con el mundo. Los hábitos como a todos o más que a todos- me preservaron", dice el protagonista de "Sodio", la novela de Jorge Consiglio que a medio camino entre la fantasía delirante y el realismo minucioso narra la austera vida interior de un odontólogo marcado por esas dos aficiones -fumar y nadar-, personaje que también ha sido alcanzado por la influencia materna, así como la de la hermana de un antiguo compañero que le va asignando distintos roles.
Los vínculos familiares puestos en crisis por una muerte son a su vez el disparador de "Tilde, tilde, cruz" ( Beatriz Viterbo Editora), de Fernando Chulak, que al igual que Maliandi y Mattio va por su segunda novela, en su caso después de haber debutado con "Jauría". En el texto elegido -que además resultó ganador del Premio Gombrowicz de Novela-, el autor se sitúa en la mirada de una mujer que esconde la muerte de su padre para que sus hermanos le sigan enviando dinero: Laurita, la treinteañera protagonista, padece de algunos trastornos mentales que se trasladan al pacto de lectura, ya que nunca se llega a dilucidar si lo que se cuenta tiene lugar en el aquí y ahora de la narración o solo es una alucinación del personaje, una ambigüedad que obra como uno de los fuertes del libro.
Sin llegar a la distopía pero sí desde una mirada inquietante de la ciencia como una disciplina proclive al desmadre, Betina González, que se hizo conocida precisamente por una distinción -el Premio Clarín de Novela en 2006 por su obra "Arte menor"- plantea en "Olimpia" la experiencia de un científico que junto con su mujer deciden criar a una mona junto a su hijo recién nacido, acaso para demostrar los borrosos que pueden ser los límites entre la animalidad y la humanidad.
Con una hipótesis también inquietante que reflexiona en torno a la biología, la herencia y la barbarie que late debajo de toda cultura cuando se percibe superadora, Carlos Gamerro ficcionaliza en "La jaula de los onas" (Alfaguara) un episodio que tuvo lugar en el marco de la civilizada París de 1889, cuando nueve personas nacidas en Tierra del Fuego fueron expuestas en una jaula y alimentadas con carne cruda: sucedió durante la Exposición Universal y el autor de "Facundo o Martín Fierro: los libros que inventaron la Argentina", lo recrea para exponer la crueldad europea positivista del siglo XIX como espejo de atropellos posteriores.
Uno de los títulos menos divulgados de esta selección -pero que en línea con lo que ocurrió con Juan Pisano se puede transformar en la gran sorpresa del certamen- es "Hay que llegar a las casas" (Editorial Libros de UNAHUR), primera publicación de Ezequiel Pérez, un docente de Filosofía y Letras nacido en Ramallo que en este texto fusiona elementos del fantástico con los rituales de un pueblo dormido a la vera del río, "como si una trama de Saer hubiera sido intervenida por Stephen King". El libro fue finalista del Premio de Novela Futurock y recibió el Premio Especial del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes en 2020.
Finalmente, otro de los textos elegidos que circularon con menos ruido pero aún así cosecharon miradas elogiosas -como la del crítico Damián Tabarovsky que la definió como "tal vez, la más grande novela argentina contemporánea sobre el anarquismo- es "Modestia dinamita" (Blatt & Ríos), de Víctor Goldgel, que narra la historia de Floreal, un imprentero anarquista al que evocan en la noche de su muerte nueve personajes que recorren un siglo de luchas a través de relatos íntimos en los que se entrecruzan el amor y el humor negro. Es una ficción polifónica que captura tensiones en torno a la política, la violencia o la injusticia, y que puede leerse como espejo de muchas de las discusiones que atraviesan el presente.
La lista de candidatas al Premio de Novela Fundación Medifé-Filba surgió de una selección de 201 novelas recibidas, de 113 editoriales y de más de 7 provincias. La zona geográfica más representada fue la ciudad de Buenos Aires, pero también se recibieron libros de Chubut, Córdoba, Santa Fe y Río Negro, entre otras provincias.
Con información de Télam