(Por Emilia Racciatti) En el jardín del Museo Sívori, Fabián Casas y Leila Guerriero conversaron esta tarde sobre la ansiedad y las formas de mirar y escribir que introdujo la pandemia, compartieron nombres de poemas, películas y libros que los conmovieron, y provocaron risas, aplausos y preguntas ante un público ávido del encuentro, en una de las actividades presenciales que propuso el Festival de Literatura Filba que se realizará hasta mañana con propuestas audiovisuales y presenciales.
Con un sol que asomó corriendo a una lluvia anunciada pero concentrada en horas del mediodía, a las 16.30 el jardín se fue poblando de lectores y lectoras sentados en el piso, en bancos o sillas distanciadas y el escritor Diego Erlan inauguró la conversación con las resonancias que puede generar la pregunta "¿cómo estás?" en este tiempo de reencuentros, una vuelta a una agenda de presencialidad más amplia que supone también pensar cómo se viene atravesando este largo año y medio de pandemia.
Casas fue el primero en tomar el micrófono: para el escritor y poeta la pandemia se divide, hasta el momento, en dos etapas: incertidumbre y Tinelli. En esa primera etapa contó que tuvo que ver cómo salía a cuidar a su papá enfermo y que veía a sus dos hijos por zoom porque se habían ido con la madre por 15 días que se transformaron en 50. Dijo que los extrañaba y que verlos solo a través de la pantalla e intentar sostener conversaciones por esa vía cada comunicación parecía "un programa infantil malísimo".
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La segunda etapa la denominó Tinelli porque fue cuando el conductor volvió a la televisión y eso -dijo- que era la pauta de que ya podía pasar cualquier cosa. En ese marco confesó que decidió rendirse "simbólicamente". ¿En qué consistió? Un día llegó a su casa, se tomó tres whiskys, agarró un escurridor y una remera blanca y la puso en el balcón.
El autor de "Titanes del coco" graficó la ansiedad de esos días con el estar encerrados viendo televisión "para ver cómo seguir, qué se podía hacer" y ahí aparecía la carrera por encontrar la vacuna.
"Se hablaba todo el tiempo de eso, como ahora de Wanda e Icardi, que son dos significantes importantes", comentó Casas y ocasionó una de las primeras carcajadas de la tarde.
A esa ansiedad se sumaba "la carrera por la vacuna filosófica", señaló. "¿Vieron que Zizek en español es sí, sé? Yo decía ¿cómo tiene ya dos libros sobre esto? Nadie quería asumir que no sabía lo que estaba pasando", analizó entre cantos de pájaros y el ruido del tren Mitre que forma parte del sonido ambiente de esa zona de Palermo.
Guerriero, a quien Casas llamaba Lei, contó que lo mejor y lo más inteligente que leyó por esos días fue un texto de Paul B. Preciado en el diario El País en el que planteaba la pregunta por cómo iba a ser la relación con los cuerpos, la forma de estar en el mundo pasada la pandemia. En esos meses del 2020, la periodista se recordó siendo "un eco" de sí misma, preocupada más por el contagio de sus seres queridos que por el propio, por ejemplo el de su padre: "Cada vez que sonaba el teléfono pensaba que era mi hermano para decirme que mi padre se había contagiado".
La otra preocupación para la cronista y editora era cómo iba a repercutir ese estado en la escritura y dijo que le importaba poder vacunarse para hacer su trabajo yendo a las casas, encontrarse con quién entrevista y no vía zoom. Lo empezó a hacer con barbijo y ventanas abiertas con alguien -no explicitó de quién se trata- que está entrevistando para un perfil.
La autora de "Teoría de la gravedad" citó a César Aira el escritor que, al recibir el Premio Formentor hace una semana, aseveró que lo indignaba la idea de que se podía salir mejor de la pandemia, de que se podía sacar algo bueno y coincidió en desechar esa posibilidad.
"Hay que dar la pelea por no hacer que el zoom se instale en el corazón del oficio periodístico, proponer ir a la casa, abrir todo", enfatizó la responsable de una colección de la editorial de la Universidad Diego Portales en la que editó el libro de Casas "La voz extraña".
La conversación derivó en recomendaciones en varias oportunidades: él insistió con ir a buscar poetas como Joaquín O. Giannuzzi y Alberto Girri y ella habló de una lista de "sacudones" que funcionaron como "despertares super potentes" en distintos momentos de su vida.
Así aparecieron las referencias a la película "El club" de Pablo Larraín; los libros "Elogio del riesgo", de Anne Dufourmantelle y "Desmorir", de la poeta Anne Boyer; y un momento en el que escuchó en vivo cantar un tango de Piazzolla a Susana Rinaldi.
La conversación podía irse por recomendaciones o relatos más personales pero siempre volvía a la escritura, a cómo se disponían a ese momento, lo que lo propiciaba o cómo lo atravesaban.
Guerriero habló de su obsesión por "evitar el lenguaje burocrático" y por dar cuenta de cómo lo que no está implícito avanza también en los textos. "La ansiedad se lleva mal con la escritura, cuando estoy esperando no puedo escribir", advirtió.
Si hay una ansiedad presente en su momento de sentarse a escribir es "la ansiedad de tenerte conmigo", es decir por terminar el texto, explicó.
Mientras que Casas hizo hincapié en la importancia de saber vivir en la impermanencia: "Aceptemos la importancia de tener experiencias, cada vez creemos que es menos importante, las selfies por ejemplo son la interrupción de la experiencia", señaló y agregó que a veces es mejor no entender porque implica un movimiento, un volver al texto que "obliga a la emancipación".
El poeta dijo que su ansiedad es por ser millonario, que le encantaría inventar el próximo juguete para sus hijos y observó que casi todos los juguetes que se hacen en este momento son para la ansiedad, por ejemplo el "pop it".
"No hay nada que te haga predecir lo que va a ser un acontecimiento: el amor, la amistad", afirmó el autor de "Ocio" y dijo que "el virus del capitalismo" nos hace creer que podemos escapar de eso "con la seguridad".
En esa línea aseveró que "el mercado no se va nunca, está hasta abajo de la cama" por eso resaltó el trabajo sostenido, en este último tiempo especialmente, en sus talleres, con grupos que se impusieron el encuentro al aire libre, abrigados o armando un fuego para calmar el frio. "Son grupos anticasting porque son diferentes, por suerte hay diferencias, posturas muy distintas que sorprenden, cuestionan", indicó.
Mientras Casas y Guerriero conversaban, el Sívori también tenía un rincón de lectura, una biblioteca abierta que invitaba a asistentes del festival a traer libros y, a la vez, a llevarse otros para intercambiar relatos y un espacio destinado a que un escritor le lea a un asistente del festival un fragmento de la obra de algún autor olvidado pero digno de ser recordado. Hoy cumplieron esa misión Maricel Santin, Maru Leonhard y Santiago Craig.
Las actividades presenciales y virtuales de esta edición del Filba son gratuitas, continúan hasta mañana y se pueden consultar en https://filba.org.ar/noticias/festival-internacional-de-literatura-filba2021_230?mc_cid=8a0a2fc3f0&mc_eid=6b69301fbd.
Con información de Télam