Continua la 36ta. edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, cuyo formato híbrido combina la modalidad presencial y el acceso por streaming para todo el país de casi toda la programación del certamen. El Destape dialogó con el ministro de Cultura de la Nación Tristán Bauer, quien celebró el retorno a la presencialidad y recordó a Fernando Pino Solanas, documentalista homenajeado en esta edición del encuentro cinéfilo.
- ¿Qué significa para vos este reencuentro entre el cine y la gente, en formato presencial?
No puedo no evocar la bellísima canción de María Elena Walsh, esa que dice “después de un año bajo la tierra”, “igual que sobrevivientes”. La pandemia ha sido muy dura para todas las industrias culturales, los artistas. Desde el Ministerio de Cultura de la Nación tuvimos que cambiar todos nuestros programas, pero nunca renunciamos a nuestras banderas de la diversidad cultural y la solidaridad. Fue un tiempo de sostenimiento, ayudas y de mantener la llama de la cultura encendida. Otorgamos más de 20 mil millones de pesos desde el Gobierno Nacional, invertidos en el sector cultural.
- Otra carta clave para el regreso a la presencialidad es la rapidez de los procesos de vacunación.
Por supuesto. Con la vacuna llegó un tiempo de esperanza que nos permite, entre otras cosas, la reapertura de Tecnópolis, la reapertura del Centro Cultural Kirchner, la reapertura de todas las salas de cine y teatro. Por suerte se está dando con ímpetu el proceso de volver a llenar estos espacios. Que haya una vacuna permite que volvamos a recuperar la presencialidad en los festivales de cine, algo muy importante ya que funcionan como punto de encuentro de descubrimientos de cinematografías. Esta edición en particular tiene algunas gotas de tristeza como las partidas de Coco Blaustein y Pino Solanas, dos de los grandes homenajeados durante la apertura.
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- Se te vio muy conmovido en la apertura, al recordar a Pino. ¿Cómo lo conociste?
El conocimiento de Pino primero fue con su obra. Yo era proyectorista del grupo Cine y Liberación, era muy chiquitito, y tenía un proyector de 16 mm, de mi abuelo. Con ese proyector me pasaba a buscar un Renault 4 y recorríamos casas de vecinos, iglesias, centros culturales, pasando La hora de los hornos y Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder. Y un día, después de la atrocidad que fue la última dictadura cívico militar, llega del exilio Pino Solanas y ahí lo conozco personalmente. Yo ya estaba estudiando cine, para mí era un gran maestro. Siempre sentí admiración hacía su persona y su mirada hacia el cine latinoamericano.
Con Pino compartimos muchos momentos: cuando estábamos en la Universidad de San Martín y vino a dar varias clases, en recorridos por América Latina, acompañándolo muchas veces en producciones que hacía para canal Encuentro. Teníamos algunas discusiones y diferencias ideológicas, pero siempre bajo una misma mirada de las cosas. Creo que fue un gran artista y un gran patriota.