Los secretos de Gianni Mestichelli, el fotógrafo de los famosos: "A Susana la descubrí cuando no era un ídolo popular"

El reconocido fotógrafo del espectáculo argentino dialogó con El Destape sobre los secretos del oficio y el detrás de escena de su vínculo con algunas de las celebridades más populares de Argentina.

30 de noviembre, 2023 | 17.01

En la cultura argentina hay una larga tradición de valorar fotografías y retratos de personalidades que forman parte del imaginario popular. Detrás de cada disparo de cámara están los hacedores de magia, los fotógrafos, que pocas veces ocupan las portadas de las revistas, pero que son quienes ven lo que muchos no llegan a percibir. Detrás de cada foto siempre hay una historia. En este universo se destaca Gianni Mestichelli, hijo de inmigrantes italianos que llegaron a Argentina en 1948 y último de su generación familiar, un hombre muy respetado en el oficio. Su variopinta cartera de trabajos habla por él: Astor Piazzolla, Alfredo Alcón, Graciela Borges, Susana Giménez, Batato Barea, Atahualpa Yupanqui, “El Flaco” Spinetta, Leonardo Favio, Cris Miró y Carlos Perciavalle son apenas un puñado de las figuras retratadas por su cámara que han pasado a la historia del espectáculo, y se suman a sus trabajos en medios como Editorial Atlántida, Claudia, Panorama, Siete Días, Europa Press, Radiolandia, Gente, Crisis y El Gráfico, entre otros.

“Veo las fotos en el momento. Creo que un fotógrafo siempre tiene que manejar la posición predominante. Cuando recién empezaba a fotografiar celebridades trataba de pasar lo más desapercibido posible y lo conseguía, porque no me daban bola. La clave es encarar la profesión desde el bajo perfil; estando ahí podés sacarle a cualquier famoso todo lo que tenga para dar sin que se entere”, indica Mestichelli en diálogo con El Destape.

- ¿El interés por la fotografía surgió a partir de tu curiosidad?

La verdad, no. Fue una de las cosas más arbitrarias que me pasó en la vida. Tenía un primo bastante grande que vivía en Argentina y fue el que me dio una cámara por primera vez. Él era guardia en el tranvía y aprovechaba que yo era chico para llevarme a cortar boletos, actividad que adoraba. Ahí hablaba italiano y se reían todos. Su padre, radicado en General Acha, tenía lo que antes se llamaba “Galería de fotografía”, que era un estudio donde las familias iban a sacarse las fotos típicas de la época. Un verano fuimos de vacaciones allí -era horrible el lugar- y para que me entretenga me regalaron una cámara de cajón y los rollos que eran de papel, porque todavía la industria del celuloide estaba ligada a los explosivos. También me enseñaron a revelar, yo lo vivía todo como un juego.

De adolescente empecé a trabajar con mi papá, con quien me llevaba muy mal, porque no podía estudiar, por algunas razones personales. Un día no me aguantó más y se sacó de encima la responsabilidad enviándome a un negocio de fotografía, para que me empleen ahí. Durante el tiempo que estuve fui cadete, mientras resolvía qué quería hacer con mi vida. Traté de estudiar por las noches, pero no resultó, y también quise ser colectivero, hasta que vi que al negocio venían muchos fotógrafos que hacían fotos de casamientos, entonces pensé que eso podía ser una salida laboral interesante.

- De ser fotógrafo de fiestas a pasar a retratar famosos hay un crecimiento grande…

Cuando entré al Foto Club conocí a muchos magnates de la publicidad y la fotografía, entre ellos el corresponsal del Times-Life Francisco “Paco” Vera. Él era el presidente de Foto Club. Un día me animé a preguntarle cómo debía hacer para convertirme en fotoperiodista y él dijo que tenía que aprender a sacar fotos. Al principio no entendí su mensaje, pero pasó el tiempo, él se acordó de mis inquietudes y cuando empezó a formar el primer grupo de reporteros gráficos de editorial Abril me convocó para hacer una prueba. Le dije que no porque no sabía el oficio como profesional y que prefería empezar desde abajo, como debe ser. Y así fui aprendiendo.

Astor Piazzolla (Crédito: Gianni Mestichelli)

- ¿Cómo llegás al mundo del espectáculo?

Nunca busqué estar ahí, siento que es algo que en algún momento vino a mí. Fue en un período en el que salía con la hija del actor y director Sergio Renán. A partir de este vínculo empecé haciendo las fotos de sus dos primeros espectáculos de teatro. Ese fue el primer contacto.

Ya casado con Catalina (hace referencia a la periodista Catalina Dlugi, su esposa) era bastante conocido en el fotoperiodismo. Colaboraba para Radiolandia y Antena, donde hicimos unas fotos muy lindas junto al periodista “Pancho” Loiácono de una tapa con Thelma Biral posando en un campo de girasoles. Esos retratos gustaron tanto que de golpe un día me llamó Thelma para preguntarme si me animaba a hacer las puertas del teatro para Coqueluche, una obra que fue récord en permanencia en la cartelera porteña. Y así seguí, un trabajo atraía otro trabajo.

- ¿Cuál es la técnica más útil para fotografiar a una celebridad?

Veo las fotos en el momento. Creo que siempre uno tiene que manejar la posición predominante. Cuando recién empezaba y tenía que sacarle fotos a gente famosa, trataba de pasar lo más desapercibido posible. Y lo conseguía, porque no me daban bola. Tenía que sobrellevar eso. Cuando uno encara la profesión desde un lugar humilde podés sacarle a cualquier figura todo lo que ellos tienen para dar sin que se enteren, y cuando es al revés y vienen al estudio sabiendo quién es uno, hay que buscar la manera de que toda esa ansiedad que tienen se vaya.

- ¿Hay personas más fáciles de fotografiar que otras?

Sí, claro. La gente que viene al estudio a sacarse fotos tiene que estar normal. Si, por ejemplo, viene un músico y te pone cara de disco es un problema. Lo mismo con los actores. Atravesé toda una generación de actores viejos de teatro que venían con caras armadas. Desarmar esos rostros es el desafío, sino la salida fácil es fotografiarlos con la sonrisa de plástico que traen preparada, pero no es algo que me gusta; de hecho me da bronca que “armen” las miradas. Las fotos, en general, son posadas pero tienen que resultar muy frescas.

Graciela Borges (Crédito: Graciela Borges)

- ¿Está mal visto el profesional que es cholulo?

No es algo que persiga ni me interese en lo particular, no persigo las selfies porque me parecen una boludez. Por mi trabajo y el de mi esposa he tenido contacto con muchas celebridades y las relaciones amistosas que se tejen siempre van hasta cierto punto. 

Por otra parte, pienso que los únicos cholulos de verdad somos los proveedores de esta gente (los famosos). El público, que muchas veces es cholulo, no le perdonaría muchas cosas a un famoso si lo conociera bien. Cualquiera que trabaje con cualquier artista puede llegar a un momento en el que no lo soporte porque, por lo general, no son personas que están en la vereda del público sino que se posicionan en frente, desde donde pueden hacer lo que se les canta y lo que no haría el otro. Si un famoso empieza a hacer cosas cotidianas la gente lo va a respetar, pero deja de ser una estrella.

Una vida atravesada por fotos

- ¿Con qué retrato sentiste trascendencia por primera vez?

La foto que le saqué a Astor Piazzolla. Fue una casualidad. Cuando la hice estaba escuchándolo y era formidable. Las veces que me ha tocado trabajar con músicos siempre trato de escucharlos, porque me parece más importante lo que ellos me dicen con la música que lo que puedo hacer yo en un retrato. No fue de las primeras, pero amé sacarle fotos a Graciela Borges, es bella en todo sentido. Cuando uno tiene a alguien tan lindo del otro lado, el trabajo es mucho más placentero.

Carlos Perciavalle (Crédito: Gianni Mestichelli)

- Fuiste fotógrafo de Susana Giménez durante muchos años.

A Susana la descubrí yo cuando todavía no era una ídolo popular. 

- Necesito que me cuentes el contexto de ese descubrimiento

Yo estaba en Mau Mau y ahí estaba ella con Cavallero (Héctor). Siempre fue una mujer muy atractiva, potente, pero al principio me parecía un ícono ‘mersa’ hasta que le cambié el look. Ella era vedette y en general en las fotos que le habían hecho hasta el momento no salía en su mejor perfil. 

Recuerdo una vez que me sorprendió, cuando hacía temporada en Mar del Plata con Las mariposas son libres, con Bebán (Rodolfo), y yo trabajaba en Gente. En ese momento se rumoreaba que seguía en pareja con Cavallero, aunque le habría metido los cuernos con Bebán. Fuimos hasta los camarines, donde desmienten el romance, y quedamos en hacer las fotos para temporada de verano en una playa que era horrorosa, pasando La Perla, pero que era ideal para trabajar con estos personajes. Cuando aparece Susana y la veo en malla vi que había algunas cuestiones que podrían dificultar la foto. La clave fue poder conciliar que los dos varones estuvieran como dos mastines y ella en el medio, dominándolos, como en un triángulo amoroso. Cuando vi la foto no podía creerlo, era buenísima.

Susana Giménez (Crédito: Susana Giménez)

- ¿Qué buscabas transmitir con las fotos de Susana que hasta ese momento no encontrabas?

La sensación de glamour que inspira su imagen. Si uno hace comparaciones de las fotos que había antes y las que le saqué eso no está, y si uno piensa en Susana una de las cosas que se le vienen a la cabeza es el glamour, las pieles, la moda. Le hice la foto más importante, que es la del éxito de Broadway La mujer del año. Ese fue el momento en el que la empezaron a tomar en serio y dejó de ser meramente una figura del teatro de revistas.

- ¿Por qué no le sacaste más fotos?

Los caminos de la vida hicieron que tomáramos caminos separados. Del período que trabajé con Susana prefiero recordar la amabilidad y excelente vínculo que tuvo conmigo Carlitos Perciavalle. Gracias a él percibí un porcentaje de lo recaudado en boletería por La mujer del año, tuvo esos gestos de caballero.

- ¿En qué momento de tu vida estás ahora?

En uno muy bueno, por ahora. Hace poco me llamaron de la serie de Cris Miró para recrear la fotografía que le saqué en el pasado. Recreamos esa fotografía con la actriz que va a interpretarla. Sacando eso, ahora me tomo las cosas con más tranquilidad. Soy muy compañero de mi compañera y sigo en mi estudio de fotos.

Cris Miró (Credito: Gianni Mestichelli)