A simple vista, Oxígeno puede leerse como una película craneada para filmarse durante la pandemia de COVID-19. Durante una hora y cuarenta minutos el francés Alexandre Aja dirige a Mélanie Laurent -protagonista y único personaje de un sólido thriller de ciencia ficción que remite a la estadounidense Enterrado (2010), de Rodrigo Cortés- proponiendo un retorcido filme de adrenalina no apta para claustrofóbicos.
Elizabeth "Liz" Hansen (Mélanie Laurent) es una mujer que despierta dentro de una cápsula criogénica sin saber quién es y cómo llegó hasta ahí. Por una falla en el sistema, el oxígeno descendió al 35% y su expectativa de vida se reduce a 72 horas (en caso de que sepa administrar el oxígeno, cosa que obviamente y por cuestiones de mayor suspenso no sucederá) a menos que encuentre una forma de escapar. Con la ayuda del interlocutor robótico de la cápsula, emprende una travesía frenética para no morir e intentar unir las piezas y eventos que yacen en su cabeza para recuperar su identidad.
Lo mejor de la asfixiante Oxígeno es concentrarse en la notable interpretación de Mélanie Laurent, quien cubre un vasto terreno emocional mientras está encerrada en un lugar estrecho y lleno de trampas letales. Y aunque surge la obvia comparación con Enterrado (2010), la película de Alexandre Aja se anima a desarrollar planteos más interesantes desde un punto de vista científico, como los intensos debates en torno al uso y abuso de la biotecnología en la vida de los seres humanos.
Pocos recursos de efectos visuales y algunos flashbacks claves para la trama hacen de Oxígeno una digna película de ciencia ficción que sin brillar demasiado ni ofrecerse de manera tentadora, cumple con lo que promete, no aburre, otorga equilibradas dosis de sorpresas y ratifica la idea de que los buenos guiones son la columna vertebral para que una historia no se desmorone.
Oxígeno. Nuestra opinión: Buena.
Dirección: Alexandre Aja.
Guion: Christie LeBlanc.
Elenco: Mélanie Laurent, Malik Zidi y Mathieu Amalric (voz)
Disponible en Netflix.