Enriquez, la aplanadora del dark, arremetió en el Coliseo con su puesta "No traigan flores"

17 de marzo, 2023 | 15.22

(Por Dolores Pruneda Paz) Con el porteño teatro Coliseo a pleno y tres horas de devota lectura, Mariana Enriquez presentó anoche "No traigan flores", una apuesta visual y sonora que hizo que la opalina luz de sus textos, algunos inéditos pero otros muy leídos, tomara al público como si de nuevos y desconocidos relatos se tratara, una audiencia que rió y aplaudió rabiosa y encantada en la oscuridad que proponía toda el aura del lugar, demostrando que además de una genial escritora, Enriquez puede ser una grandísima narradora y una dedicada show-woman.

Pasadas las siete de la tarde la fila que sale del clásico teatro daba vuelta media cuadra más sobre Cerrito. Llegada la hora anunciada de inicio del show, a las 20, la fila alcanzaba prácticamente toda la cuadra. Enriquez apareció sobre el escenario media hora después, cuando desde la platea empezaban los aplausos.

En todo ese tiempo fueron llegando sus lectores y se acomodaron en las butacas bordó. El que tuvo suerte encontró en su ubicación un libro de ella, autografiado por ella. La acomodadora será severa y muy empática en esto: "Sólo para quien tenga la ubicación exacta, no te puedo decir lo que me cuesta a mí decírtelo".

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Llega una ganadora y acuna en sus brazos "Los peligros de fumar en la cama". "Gracias por venir" dice la dedicatoria fechada en Buenos Aires: marzo 2023. Una primera edición de Galerna de "Bajar es lo peor" nunca llegará a las manos de su legítima ganadora. Alguien lo toma desde tres asientos de distancia cuando la acomodadora se va. Pero habrá otra oportunidad al final del show, pasadas las 23,30 cuando en la puerta del teatro repartirán más libros.

Al bordó de los asientos se suma la luminosidad violáceo empurpurada del escenario. Suena "Ashes to ashes", por Bowie, "Venus in furs" por la Velvet, temas que Enriquez eligió porque ama. "La música es y será lo más importante en mi vida", dice en algún momento de esta presentación. Pudo "elegir una canción en loop" en medio de la hechura de un cuento, contará después en el segmento de diálogo que mantendrá con el público, y eso le imprimirá un ritmo diferente al texto.

Enriquez salió a escena tres veces en un escenario despojado que recrea dos living modestos para la lectura -un sillón de madera antiguo en uno, una mecedora en el otro-. La acompañaron con un contrabajo Horacio Hurtado y Pablo Ledesma en saxo. Alejandro Hurtado hizo los dibujos en arena que completan el viaje onírico que propone el show.

Fueron tres intervenciones de 45 minutos mediadas por 15 minutos de proyección del fun art de sus admiradores. Fanzines, dibujos y recreaciones que replican cráneos, velas y escenas de algunos de los personajes preferidos de los lectores, Juan y Gaspar, de "Nuestra parte de noche", "los preferidos", reconoció la autora, aunque para ella el preferido sea Stephen: "Me parece que tendría que hacer una novela sobre el romance de ellos dos (Stephen y Juan), creo que sólo lo elegí para que se quede con Gaspar".

Enriquez arrancó el show diciendo que "los escritores mienten" y que aunque siempre haya dicho que las cosas extrañas que narra en sus textos a ella no le pasaron, esta vez comenzará "con una experiencia paranormal propia" que tuvo hace tiempo, "que no es gran cosa", advirtió, pero que le dio forma al cuento "La casa y los espíritus". Y repasa su adicción a la ouija, "¿cómo se dice, soy 'ouijómana'?", se preguntó, "una adicción que es peor a la cocaína, se lo aseguro".

Siguió con "Un lugar soleado para gente sombría", un artículo periodístico donde repasó la creación de "Exile on Main St.", su disco favorito de los Stones, "artistas de los que soy muy fan pero que no suelo nombrar y sin embargo escribí muchísimo sobre ellos -continuó-. Se los voy a leer y voy a tratar de contárselo no sólo con pequeños aditamentos, sino para que vean cómo de alguna manera también toda esa época se derrama sobre mi ficción"

"Los Rolling Stone a mí me gustan muy particularmente de la época que va del 67 al 72, en ese momentos son dioses -comentó-. "'Exile on main St. es su último gran álbum, el final del periodo iniciado con 'Banquete de pordioseros", "los cimientos donde todavía descansa su carrera", ciertamente "el gran testamento de una era", "la puerta de entrada hermosa y desenfrenada a los terribles años 70", "fue, también, para ellos, el inexorable final de la magia negra".

Se retiró mientras sonaba "Paint in black" en saxo y contrabajo y volvió para leer "Escenas de la niña oscura", texto que nunca publicó pero leyó en un show de "Mueran humanos", una banda que amigos suyos. Fue "la primera vez que leí en un escenario", donde "elegí mezclar un poco de mitología de Lanús, donde nací, un poco de urdimbre bien local, del Sur del conurbano, y otras cosas que son un poco más reales".

Lo dijo mientras recordaba las fotos que de beba le hacía su madre en una mecedora parecida a que está por usar sobre el escenario: "Mi madre, que está presente, sabe que me ataban con un cinturón para que no me cayera, y seguramente era todo muy tierno en el momento, pero uno ve las fotos ahora y parece como un niño con bondage".

Las escenas son cuatro, la última, la que la hace preguntar: "Cualquier tontería ocupa horas la televisión y miles de páginas, ¿porque no la noticia de un bebé muerto, robado y mutilado?, ¿quienes ingresaron por la noche en ese cementerio cerca del mar?". "Ustedes preguntaron ¿por qué hago terror? Bueno, leo las noticias".

Leyó de Stephen King "La hora del vampiro", traducido por César Aira, una de sus "principales influencias" dirá al presentarlo, quiere mostrar "cómo se construye la tensión para una escena de terror que no tiene que ver con los vampiros y que no tiene que ver con la trama de la novela. Es una escena periférica que te pone en clima de que algo horrible va a pasar".

"Las ganas de escribir creo que son tan importantes como la técnica -contó al público cuando presentó la obra de King-, a mí nunca me pasa que yo leo un texto que me gusta mucho y pienso para qué seguir escribiendo si esto es buenísimo, todo lo contrario, no lo quiero sobrepasar, me entusiasma, me dan ganas de escribir más".

Ben Myers y Susan Norton son los protagonistas de la escena donde aparecerá el tercer ahorcado de la noche, y "Ben es como yo en esa primera cita -resume Enriquez antes de empezar-, cuenta cosas horripilantes".

Siguió con un texto "un poco miedoso", publicado en la revista Anfibia en su versión papel, "Poliamor", sobre el amor romántico: "A mí lo personal no me vuelve loca, sí leerlo en los demás y cuando está bien escrito me entusiasma mucho. Escribir sobre mi lo hago todo el tiempo, pero escondo las cosas y las deformo. Cambio detalles para esconderme un poco, porque me parece que no hace falta decirlo todo y un poco porque quiero conservar ciertas cosas".

"La canción de la torre más alta" se llama, título que toma de un poema de otro de sus amores, Arthur Rimbaud. "El estaba sentado en el colchón mugriento que hacía de sofá en el patio del edificio", leyó, y en la pantalla que resplandece detrás de ella en la oscuridad se veía la arena dibujando unos cerezos en un jardín japonés. "Lo que sea que fue y es Guillaume para mí, no está en esto escrito, acá, lo que acabo de leer", se escuchaba la voz de Enríquez.

La noche siguió con "Límite", un texto sobre la cocaína, que Enriquez contó por qué le pareció bien incluir: "Me parece que, de verdad, públicamente, tenemos que aprender a hablar de adicciones, tenemos que aprender a hablar de pastillas riéndonos, tenemos que aprender a hablar de enfermedades mentales que tuve, tengo, tendré, etcétera, y que no todo sea un secreto horrible. Y aprender a decir dejé y aprender a decir recaí y que esto no nos impida tener un trabajo. Que entre en la conversación como lo que es, un problema de la vida cotidiana. ¿Qué somos, no? ¿En qué siglo estamos?".

La noche siguió con "El desentierro de la Angelita", "Nuestra parte de noche" -que se ganó la ovación de la noche- y un "bis" en el que leyó un anticipo del inédito en español "Mis muertos tristes", publicado en la revista estadounidense New Yorker, que publicará en un libro que acaba de terminar.

Con información de Télam