Frente al avance sin regulación de las nuevas tecnologías que ponen a disposición de millones de usuarios programas que permiten "clonar" modelos de escritura propios o ajenos, escritores como la canadiense Margaret Atwood y los estadounidenses Jonathan Franzen y Nora Roberts remitieron una carta a las compañías que han puesto en circulación estas facilidades para advertir que los nuevos proyectos de inteligencia artificial (IA) han explotado sus obras sin su consentimiento, sin respetar los derechos de autor y sin pagarles por eso.
Justo a esos nombres más reconocidos revisten muchos otros autores que también participan de la carta abierta dirigida a los CEO de OpenAI, Meta, IBM o Microsoft para alertar sobre los riesgos, trampas y atropellos de los programas de IA que estas empresas han lanzado en los últimos meses.
"Es justo que nos compensen por utilizar nuestros escritos, sin los cuales la IA sería banal y extremadamente limitada", alegan los firmantes del texto, que explica que este desarrollo capaz de generar contenidos textos debe su existencia a sus escritos: "Estas tecnologías imitan y regurgitan nuestro lenguaje, historias, estilo e ideas. Millones de libros, artículos, ensayos y poesías protegidos por derechos de autor proporcional el 'alimento' a los sistemas de IA, comidas interminables por la que no se nos ha pasado factura", argumentan.
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Desde la aparición de aplicaciones como ChatGPT, la tecnología tiene el atributo de escribir artículos o libros, componer música, representar imágenes a toda velocidad y hasta recrear la voz o la escritura de un artista fallecido: eso que durante tanto tiempo pareció ciencia ficción y anticiparon ficciones como "Blak Mirror" ya es una realidad. Y los riesgos para el sector son grandes, ya que se está sustituyendo el trabajo de muchos actores culturales por la IA.
A través de la pesquisa informática conocida como minería de datos, que durante años ha ido descomponiendo reglas y descifrando patrones de escritura en obras protegidas por derechos de autor -es decir, cuya reproducción y explotación debe ser remunerada- las compañías interpeladas por los escritores estadounidenses han bebido, según expone la carta, de libros colgados en sitios web de piratería. "La IA generativa amenaza con dañar nuestra profesión inundando el mercado de libros, relatos y periodismo mediocres, escritos por máquinas y basados en nuestro trabajo", advierten los firmantes.
La carta aporta un dato preocupante: en la última década, los autores han sufrido un descenso del 40 por ciento en sus ingresos. Los escritores a tiempo completo vienen ingresaron en 2022 una renta media de 23.000 dólares, muy poco para los estándares estadounidenses. "La introducción de la IA amenaza con inclinar la balanza para hacer aún más difícil, si no imposible, que los escritores - especialmente los jóvenes y las voces de comunidades infrarrepresentadas - se ganen la vida con su profesión".
Por eso, los autores estadounidenses reclaman, en primer lugar, que las empresas que están desarrollando sistemas de IA generativa les pidan permiso por utilizar sus contenidos protegidos por derechos de autor. Piden además que les compensen por el uso pasado y presente de sus obras. Hace unos días, OpenAI -la creadora del chat GPT- abrió un precedente, cuando anunció un convenio con Associated Press para incorporar las noticias de la agencia a su minería de datos.
Pese a estas exigencias, la regulación en el ámbito comunitario va despacio. El pasado 14 de junio, el Parlamento Europeo aprobó su propuesta al reglamento en materia de IA, que seguirá definiéndose a lo largo de los próximos meses, a buen seguro, entre fuertes presiones de los distintos lobbys. En este ámbito, se está trabajando en que se pueda distinguir entre los contenidos elaborados por IA y por humanos, y que se identifiquen las fuentes usadas, para su correspondiente remuneración.
La carta se suma al reclamo de los escritores Paul Tremblay y Mona Awad, y la actriz Sarah Silverman, quienes hace unos días demandaron a la empresa de inteligencia artificial OpenAI por haber usado sus obras sin permiso para entrenar el modelo de lenguaje, en un planteo judicial que interroga sobre las fuentes de contenido utilizadas para entrenar al sistema para generar texto a gran velocidad.
Tanto Tremblay como Awad son figuras reconocidas en el mundo literario norteamericano. Tremblay, nacido en Colorado, logró éxito como autor de novelas de terror, fantasía y ciencia ficción, como "Una cabeza llena de fantasmas". Awad es una novelista canadiense y recibió elogios de la crítica por obras como "13 maneras de fijarse en una chica gorda", al punto que Atwood la consideró como su "aparente heredera literaria". Por su parte, Silverman es una estrella de televisión desde la década de 1990, cuando comenzó su carrera en Saturday Night Live.
Con información de Télam