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(Por Emilia Racciatti) El poeta, cineasta y escritor César González afirma que "El niño resentido", su primera novela, estuvo en su cuerpo durante dos años e implicó un proceso que lo llevó a "escarbar" en su memoria para recordar sus caídas, en una cloaca o en la cárcel, y crear así una primera persona política que logre ser leída por "miles de pibes" para que puedan sentir que este libro les pertenece "porque vivieron lo mismo o algo muy parecido".
"Tengo la lectura incorporada desde chico por la señora que sirvió café. Leía la biblia o me daba un latigazo. En la cárcel también pero era lo que yo considero literatura inofensiva porque no tenía nada que ver conmigo, ni con mi realidad del pasado o del presente. La cárcel me puso una pausa para pensar lo que no venía haciendo los últimos años de mi vida. Ahí me di cuenta que había sobrevivido de milagro y valorar bastante ese milagro", asegura durante la entrevista con Télam en la que su abuela oficia de anfitriona con café y relatos sobre el barrio.
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También autor de libros de poesía como "La venganza del cordero atado" o "Retórica al suspiro de queja" y de ensayos como "El fetichismo de la marginalidad", González construyó una carrera como cineasta en la que hay películas como "¿Qué puede un cuerpo?", "Lluvia de jaulas" o "Reloj, soledad" y ahora prepara una nueva película "Al borde" sobre este período electoral que definirá al próximo presidente de la Argentina y se estrenará el 7 de noviembre.
"Cuando sos delincuente y tu albergue es la calle no hay segundo de aburrimiento. La vitalidad es un deber. Todo es una orgía, una festividad excesiva, no importa el día ni el horario. La muerte está ahí con vos, festejando todos tus chistes", subraya el narrador de la novela publicada por Penguin Random House en la que el encuentro con el cine es un acontecimiento.
Télam: La novela está organizada en capítulos que además pueden leerse por separado. ¿Hubo una la elección de lo fragmentario en el comienzo de la escritura?
César González: La idea de la novela es de la editora Ana Pérez que se contactó conmigo hace varios años, durante mucho tiempo le dije que no quería hacer una autobiografía pero llegó la pandemia y había un adelanto que me servía, tengo una hija y partiendo de una necesidad económica dije que sí. Le dije que era un golpe bajo tras otro porque mi vida hasta cierta edad fue así aunque yo lo quiera disfrazar. Una vez que me decidí y dije voy a tener que ponerme a escarbar en mi memoria, hice una lista de todos los momentos que sentía que tenían que estar en el libro y empecé a desarrollarlos, a ver qué momentos tenían que estar si o si. La novela podría ser el doble de páginas pero sentía que había que transmitir también la adrenalina. Inspirándome en muchos autores que me gusta mucho como usan la brevedad y la síntesis en las oraciones. Desde Hemingway a Kerouac.
T: También hay una cierta lectura sobre la literatura del yo que predomina que es la que lee todo como si fuera verdad. ¿Cómo te interesa pensar la primera persona?
CG: Si leo en primera persona quiero ver qué experiencia hay ahí. Una cosa es "Viaje al fin de la noche" de (Louis-Ferdinand) Céline que realmente vivió todo eso y son experiencias desgarradoras y otra es una escritora contando los mambos con los novios, novias. Eso me da náuseas y es lo que está de moda. En cambio el yo proletario, plebeyo y villero no existe en la literatura argentina. No existe a nivel de circulación, de conocimiento. Es contado por otros. Lo que predomina es la literatura del yo burgués y yo con eso no tengo nada que ver. Mi libro tampoco está escrito en jerga.
T: Algo que atraviesa la literatura que hace hablar a los sectores populares es que hay marcas de oralidad que son artificiosas, una especie de jerga subrayada...
CG: Como digo en mi libro, "El fetichismo de la marginalidad", fetichizada. Con morbo, desde una risa burlona, despectiva.
T: Filmaste, escribiste poesía. ¿Entraste en otro tiempo de escritura con la novela? ¿Te sentiste cómodo?
CG: Sí, la lectura por un lado ayuda pero también te bloquea, te anula, te intimida. Le tengo muchísimo respeto a la narrativa por eso escribí dos o tres cuentos que están en "El fetichismo..". Dije si algún día escribo narrativa me falta leer por lo menos 500 libros. Los libros me salvaron la vida. Dije prefiero que sea breve pero re contra re mil pulido. Fue empezar a desglosar esa lista de anécdotas que hice. En el medio quizás estaban mis amigos que siempre andan por acá. Mi mamá me recordaba cosas y entonces me obligaba a volver. Fueron dos años de escritura. Fueron dos años en los que el libro estuvo en mi cuerpo.
T: El libro comienza con una caída en la cloaca pero la caída también lo cierra. ¿Por qué la decisión de cortar ahí y no llegar al presente?
CG: Lo tuve muy claro desde el comienzo, dije no voy a agotar toda la reserva de mi vida sabiendo que ya que viví tanta extraordinaria. Aparte, la etapa carcelaria, si bien en términos del tiempo cronológico fueron cinco años para mí fue una eternidad y no sé como se escribe la eternidad carcelaria. A veces digo que podría hacer un Ulises de (James) Joyce de la cárcel. Un solo día en la cárcel pueden ser 2.000 páginas tranquilamente.
T: Las mujeres, como la tía, la madre, la abuela se sostienen en toda la trama. ¿Hubo algo que te haya sorprendido al terminar el libro? ¿Hubo alguna idea que decantó en ese proceso de escritura?
CG: No, no sorprender sino valorar. Me sirvió para darme cuenta todo lo que sufrieron por mi culpa. En ese momento no me importaba nada. La figura paterna estuvo vacía en mi vida, no solo por mi papá sino porque las parejas de mi mamá eran una peor que la otra. Mi tío, el marido de mi tía Flavia, fue importante, podría haber escrito más de él. Me crié en un matriarcado, con mujeres muy fuertes. La vi pelear a mi mamá a puño cerrado. Ella estaba preocupada durante la escritura, me preguntaba "¿cómo me dejaste?". Fue la primera que lo leyó, me pidió perdón, me dijo que el libro le sirvió para acordarse cosas que tenía bloqueadas. No fue para nada un ejercicio terapéutico. Aborrezco todos esos términos: catarsis, resiliencia, me parecen términos patéticos y muy neoliberales. Mi pregunta era si estaba bien escrito. Mi hija me dijo "Papi, qué triste fue tu vida".
T: ¿Cuántos años tiene?
CG: Doce, se lo leyó en una patada y estaba re ansiosa. Me veía escribiendo y me decía "voy a leerlo cuando salga". Mi preocupación es que esté bien escrito porque como he dicho en alguna otra entrevista que la primera persona es una decisión política porque al libro lo pueden agarrar miles de pibes en este país y decir es mi libro. Porque vivieron lo mismo o algo muy parecido. Son cosas que le pasaron a miles de pibes. Ojalá muchos pibes se sientan representados en el libro.
T: Pensaba en la primera persona política de "La razón de mi vida" y también en relación a la palabra resentimiento que esta presente en Eva Perón y en ese libro.
CG: Ella lo explica muy bien en el libro. Encima que te hacen nacer en la miseria, si no te determina, casi te determina tu condición material y el lugar donde nacés, encima tenés que estar agradecido, ser un resiliente. Comparto esta idea con Eva y con otro autor que habla mucho de resentimiento que es Mark Fisher. Me lo dijeron en la cara muchas veces, cuando terminaba de presentar mis películas, en conferencias. Yo tengo un discurso que por momentos se pone en un tono incendiario entonces venían y me decían "vos estás muy resentido" y al principio tenía miedo de decir: "No ¿cómo? No estoy resentido, si estuviera resentido tendría que haber seguido robando, no me tendría que estar poniendo a escribir poemas". Respondía que había dejado de robar, de lastimarme a mi mismo, a otros, que quería hacer cosas por los otros. Empecé a dar un taller de lectura acá en el barrio. Sentía la necesidad de explicar que no estaba resentido. Y después dije "si, si, estoy resentido y qué". El título es un homenaje a otro texto muy importante para mi vida que es "El niño criminal" de Jean Genet entonces le saqué el criminal y puse el resentido. Muchos me han dicho que pensaron en "El niño proletario" pero no me voló la cabeza, este es un homenaje a Genet.
Con información de Télam