En su viaje a la Argentina, Jorge Alemán no solo presentó "Breviario político de psicoanálisis", también hizo lo propio con "La hora del rechazo", su libro de poesía editado por Activo Puente, y en diálogo con Télam define ese vínculo con la práctica poética como un intento de generar la instrumentalización de la lengua, ya que la identifica como "la que más pone a prueba, manifiesta y hace emerger lo imposible de decir".
-Télam: La disputa por el lenguaje inclusivo tomó forma en distintos debates de este año, hasta llegó a prohibirlo el gobierno porteño. Justamente sostiene que pensar el modo en que se habita la lengua es un acto político de primer grado. ¿Cómo es posible pensarlo sin caer, como dice en el libro, en un uso instrumental de la lengua?
-Jorge Alemán: El uso instrumental de la lengua es un problema político de primer orden, por supuesto que no estoy en contra del lenguaje inclusivo, quienes reaccionan ante eso lo hacen de manera reaccionaria intentado una prescripción normativa. Dicho esto, hay que incluir como problema que la experiencia del ser en relación a cómo habitar la lengua nunca se puede reducir a la posibilidad de querer nombrar todo. Es propio de la experiencia de la lengua que exista lo imposible de nombrar, de llevar a la palabra, la poesía existe por eso. Es eso mismo lo que hace que uno ensaye modos de experimentar la lengua, de habitarla, en definitiva, de generar una resistencia a su instrumentalización.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
-T: En este viaje a la Argentina presentó también el libro de poesías "La hora del rechazo", ¿qué relación con la lengua propone la poesía que le interesa como indagación, como espacio de exploración?
-J.A.: Concibo a la poesía como un modo de tratar de entrar en la experiencia con lo imposible de decir, la poesía no está para decirlo todo, ni para nombrarlo todo, ni para instrumentar la lengua a su favor sino para mostrar los puntos de quiebre, de fisura, los lugares donde la lengua nos atraviesa y nos deja perplejos. A la vez, la poesía no retrocede frente a ese desafío e intenta, con eso imposible de decir, generar una escritura que juega siempre con los límites entre el sonido, el ritmo, la respiración y el sentido que la combinatoria de las palabras genera. Pero precisamente lo que caracteriza a la poesía, a diferencia de otros discursos, es que es la que más pone a prueba, manifiesta y hace emerger lo imposible de decir.
Con información de Télam