"A mí escribir me ha salvado, nunca me importó lo que me dijeran en contrario los lectores", dice Cristina Bajo, quien a la hora de agradecer uno de los mayores reconocimientos que recibió en su carrera, el del Premio a la Trayectoria del FNA, a las primeras que nombró fue a sus seguidoras: "Se los ofrezco a ustedes, mis lectoras, que son las que me visibilizaron con sus lecturas", posteó en Facebook cuatro días después de haberse enterado de la noticia, una vez superada la conmoción.
"Apenas salido "Como vivido cien veces" dos estudiosas cordobesas quedaron admiradas por las voces que aparecían en la novela y su observación fue que sin eso el libro hubiera sido un novelón ¡Y si eso era lo que yo quise escribir siempre, un novelón al estilo de "Lo que el viento se llevó"! Habían quedado admiradas por cómo había usado yo el idioma -cómo hacía que los negros esclavos hablaran de una manera entre ellos y de otra frente al amo, el lenguaje de la Justicia que tomé de cartas y actas capitulares del época- y su pensamiento fue 'el libro es magnífico, pero es un novelón, qué lastima´. Nunca me dolió, eso es lo que yo quise escribir, un libro que llegara a todos", dice.
-Télam: ¿Existe un prejuicio?
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-Cristina Bajo: Algunos de los considerados mejores libros nuestros, son libros que no ha leído nadie. Es como el Ulises de Joyce, es el libro más criticado, sobre el que se ha escrito más veces y el menos leído de todos. Existe ese prejuicio, lo que es inentendible, eso es lo grande, lo otro es para mujeres, para lectura fácil. Pero la lectura fácil es la que te mantiene cuerda, es la que hace que cierres el libro y te duermas con el pensamiento agradable de que la gente puede amarse, que el amor puede llegar a tu vida, que llegaste a ser visibilizada. Eso te lo da la novela romántica, te hace bien mentalmente.
-T: ¿Por qué es un género con tantas lectoras adeptas?
-C.B: La literatura inglesa me interesa muchísimo porque prácticamente los géneros literarios nacieron ahí. Yo nunca pude encontrar en la literatura española, y eso que mi madre tenía muchísimos libros de novelas de la época y muchas históricas lindas, nunca pude encontrar una especie de Jane Eyre, una Jane Austen, una Charlote o una Emily Bronte. Sí encontré algunas que hacían naturalismo, que eran muy buenas, pero les faltaba ese toque de sutileza, sentimiento y romanticismo que tenían las inglesas. La literatura del siglo pasado y un poco la del presente gira mucho en torno de lo británico, dentro de la novela romántica histórica hay cosas muy buenas y otras deleznables, pero casi todas de mujeres, y cuando empiezo a leer la literatura que empieza a llegar a la mayor cantidad de lectores es la de las mujeres inglesas. A partir de ahí, la clase media inglesa es la gran lectora, compuesta en un 80% por mujeres, lectoras. Históricamente, 1870 más o menos, siguió siendo más o menos la proporción igual: es algo así como un 90 % de mujeres la que más lee y la que más lee este tipo de novelas. Y el porcentaje en el mundo sigue siendo más o menos igual: la gran lectora es la mujer y una de las mayores ramas de la literatura que lee es la novela romántica y la histórica. Eso no se visibiliza así, pero se está manteniendo hace 200 años. Gran afluencia de mujeres, y mirá que no soy de estas feministas modernas, soy feminista de la época de mi mamá, todo por mérito, a la inglesa. Y lo que me cuesta hacer leer novela a los varones de mi familia. Leer novela ayuda muchísimo mental y emocionalmente para manejarte en la vida, te da respuestas más rápidas.
-T: ¿Qué diferencia encontrás entre ese feminismo que referís y el actual?
-C.B: Mirá, tuve hermanos. Seis éramos. Andábamos a caballo juntos, recorríamos la sierra, hacíamos aventuras, nos gustaba jugar a los cowboys y al Príncipe Valiente, entonces el hombre siempre me ha parecido una persona fascinante y un ser humano atractivo. Yo no creo en denigrarlo.
-T: ¿Creés que leer está sobrevaluado?
-C.B: Hay una sobrevaloración en el sentido de qué leés y en una revista hogareña de época podés encontrar de todo para escribir una novela histórica por ejemplo: cómo se visten, qué no usaban, cuál es el léxico, qué poemas se leían. Hay muchas formas de leer. Por otro lado hay gente que lee cosas sesudísimas y a lo mejor la ayudan filosóficamente. A mí la lectura me ha hecho sumamente feliz, aprendí a leer antes de ir al colegio, lecturas que te dan bases de vida. Libros como los de "Anne la de tejados verdes" ayudan una barbaridad, pero la adaptación a la tele no me gustó nada, hay cosas imposibles de que hayan ocurrido por una cuestión de época, y eso no lo aclaran. Para mí hay distintos formatos de narrativa que ayudan. A veces tengo que preparar una clase, una nota para un diario o escribir algo para mí misma y necesito ver tele, algo que me guste entre una cosa y otra. Yo digo que es el escobillón del mate. Hay que saber encontrar la enseñanza en todo.
Con información de Télam