Los escritores que abrieron la serie "Otros cuentos de Quelonios", la colección de literatura infantil de la Biblioteca Nacional, cuentan qué juicios previos guardaban alrededor de la escritura para niños y qué desafíos y descubrimientos les significó entrar en ese terreno y, ante eso, Julián López especula que puede que haya escrito para "decir que lo importante es mantener y defender siempre la conversación con uno mismo".
¿Qué les gustaba leer de chicos, había algo que añoraran haber podido leer y que todavía no había sido escrito de la manera en que ellos lo deseaban? López y López, autores respectivamente de "Un libro lleno de problemas" y "Quién le pone nombre al gato", proponen distintas respuestas.
"No añoraba, todo era descubrimiento. Me encantaba leer y tal vez justamente eso suspendía la añoranza. La lectura me ofrecía algo de estabilidad y aventura que me ubicaban mucho, pienso ahora que me ponía a la altura de mis aspiraciones: niño curioso y muy tímido desaforado adentro de mundos que me colmaban y me sacaban la timidez", dice a Télam Julián López.
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"De niña, yo tenía un deseo especial por los libros -interviene la López ensayista, investigadora y docente-. Porque vengo de una casa que no tenía bibliotecas, no es un modo de decir, tampoco tenía acceso a libros. No recuerdo, por ejemplo, libros para niñas/niños pequeños ilustrados, digamos. Los primeros que recuerdo son los de la colección Billiken que pedía para mi cumpleaños: 'Mujercitas', 'Corazón', 'Las mil y una noches'", cuenta ella. Los menciona porque son libros "para una infancia lectora más grande -apunta- y éste libro que ahora aparece en la colección Quelonios busca dialogar con la imaginación de 'niñes más pequeñes´, por el tipo de ilustraciones que tiene, el tipo de juegos, la historia escueta. Quizás cuando me tenté con la invitación que me hacían las compañeras y compañeros de ediciones de la Biblioteca Nacional para escribir en un género que nunca había probado, me tentaba también eso de que era un libro para aquella niña que no tuvo ese tipo de libros y que los disfrutó más bien de grande, no tanto porque no existiera lo que ella buscaba en la escritura, sino porque no los había conocido".
"¿Quién le pone el nombre al gato?" surgió de la relación con el gato que convive con María Pía, llamado Teo, aunque en el cuento aparece sin nombre. "El libro es casi, te diría, una especie de estado de deslumbramiento y de empezar a jugar con algo que a mí me pasa en general cuando estoy escribiendo ficción, que es partir del principio realista: esto está acá, esta esquina, lo que decía Aira sobre el realismo en Borges, que te pone en la trampa de decir que esto ocurre en el barrio Constitución".
"Yo en general no lo vivo eso como la trampa de un autor o autora -reflexiona-, sino que lo vivo como algo más, como si fuera la piedra de toque, la necesidad de partir de una escena que existe en la vida, de una escena vista, asistida o de un tipo de persona que puede ser el punto desde donde elaborar un personaje" .
Por otra parte, ¿de dónde salió ese cuento que tiene una sola idea y muchos problemas, ese cuento que no cuenta, que no es demasiado largo ni demasiado corto, que está demasiado contento y demasiado triste a la vez, que parece escrito para adultos también, y que planteado como está es muy liberador?
"¡Fue escrito para vos, claro! -responde López, en rol profesor- Ese vos es el destino soñado de una escritura, claro que fue escrito para vos. Tal vez sí, tal vez escribí este librito para calmar una añoranza, para decir que los que tenemos una sola idea y muchos problemas estamos acá y somos parte, que estar acá es tener problemas y que en esa vinculación: estar vivo, tener problemas -y dolor y soledad- y una sola idea, hay una dinámica y que esa dinámica no es estable y es una hermosura".
Un libro para decir "que estar vivo es, también, una hermosura. Y que, como esa chibolita del cuento, uno puede defender las citas secretas que tiene consigo mismo sin tenerles miedo, que uno puede mantener la conversación consigo mismo a pesar de los pesares, a pesar de la tristeza, de las cosas que pasan y le pasan. Que lo importante es mantener y defender siempre la conversación con uno mismo".
Con información de Télam