Viajar 150 años en el tiempo: una muestra propone sumergirse en el origen del impresionismo

02 de enero, 2024 | 13.07

Viajar 150 años hacia el pasado para recuperar la primera exposición del impresionismo, la corriente surgida en Europa a partir de la segunda mitad del siglo XIX que cifró sus innovaciones en los experimentos con la luz, será posible gracias a una iniciativa del Museo de Orsay, que para conmemorar este aniversario tan significativo de la aparición del movimiento decidió recrear su iniciativa fundante para mostrar cómo se fue resignificando la producción de alguno de sus máximos exponentes, como Claude Monet, Auguste Renoir, Paul Cezanne o Edgar Degas.

París, 1874. Son los los primeros años de la Tercera República y la ciudad se transforma drásticamente de la mano del barón Georges-Eugène Haussmann, uno de los urbanistas más famosos y controvertidos de la historia, artífice de los grandes bulevares y del monumental edificio de la Opera, casi terminada por entonces. En esa escena pujante, 31 artistas deciden reunirse para exponer juntos, desafiando los circuitos oficiales de la época. Ninguno es conocido por entonces y solo siete de ellos lo será a escala universal años después: Monet, Renoir, Degas, Cezanne, Pissarro, Alfred Sisley y Berthe Morisot. La exposición no fue un éxito comercial ni de crítica y no se volvió a realizar, pero más tarde se registraría como el momento en que nació el impresionismo.

Bajo un clima de posguerra tras dos conflictos -la guerra franco-prusiana de 1870 y una violenta guerra civil, estos artistas se replantearon su arte y buscaron nuevas direcciones: pintaron escenas de la vida moderna, o paisajes en tonos claros y con pinceladas precisas. Como señaló un observador de la época, "lo que parecen buscar por encima de todo, es la impresión".

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El término "impresionista" fue inicialmente un insulto: un sinónimo que el periodista parisino Louis Leroy acuñó para "inacabado" en su evaluación sarcástica de la Impresión de Monet, Soleil Levant, que capturaba el sol saliendo sobre el puerto de Le Havre y más tarde sería aclamado como la obra maestra simbólica y fundadora del nuevo y apasionante movimiento.

En paralelo a estas exploraciones persistentes con la iluminación, los cultores de esta nueva corriente lucharon para que sus obras innovadoras fueran aceptadas por el establishment artístico. Aunque ridiculizadas por muchos críticos y con escasas ventas, las exposiciones fueron estableciendo un nuevo medio a través del cual el público y los coleccionistas pudieron conocer el nuevo arte.

Un siglo y medio después, el Museo de Orsay decide homenajear ese hito recreando lo que ocurrió en esa exposición sin desatender el diálogo que ese legado construye con la escena presente. ¿Qué ocurrió en esa primavera de 1874 en París, y cómo es posible interpretar una muestra que se ha convertido en mito? El punto de partida será el 26 de marzo próximo, cuando la institución abra las puertas de "París 1874. Inventar el impresionismo", una exhibición que reunirá alrededor de 130 obras para proyectar una nueva perspectiva sobre esta fecha clave, considerada como el punto de partida de las vanguardias.

La muestra promete retomar las contradicciones y la riqueza de la creación contemporánea de la segunda mitad del siglo XIX, al tiempo que pone de relieve la radical modernidad del arte de estos jóvenes artistas. "¡Buena suerte! -los anima un crítico-. De las innovaciones siempre sale algo".

"La exposición de 1874 es el verdadero momento en que llegó el impresionismo -indicó a los medios franceses Sylvie Patry, curadora adjunta de la nueva exposición-. Comenzó entonces, pero no se conocía con ese nombre y ni siquiera era un grupo como tal: era más bien una red grande, diversa, pragmática y caótica cuyo encuentro fue más una coincidencia".

El espacio, que cuenta con la mayor colección de obras maestras impresionistas y postimpresionistas del mundo, reunirá una selección de obras que aparecieron en esa primera exposición impresionista y las pondrá en perspectiva con pinturas y esculturas expuestas en el Salón de 1874 para comprender qué es realmente una obra impresionista. Este "enfrentamiento sin precedentes entre independientes y académicos permitirá revivir y resaltar el impacto visual de las obras expuestas por los impresionistas ese año, pero también matizarlo", explica la institución en su presentación de la muestra.

"Es interesante para nosotros mostrar que no se trata sólo de una cuestión de arte sino de una visión del mundo y del lugar del artista en él. Querían mostrar un mundo que estaba atravesando un cambio profundo. Su crítica al salón y al canon artístico que representaba fue que era demasiado retrospectivo. Querían mirar la vida real, como las estaciones de ferrocarril y las zonas industriales, no sólo temas de bellas artes que se consideraban lo suficientemente dignos para pintar", aseguró por su parte Anne Robbins, curadora del museo.

Paralelamente a este recorrido canónico, el Museo ofrecerá una expedición inmersiva en realidad virtual. Titulada "Una velada con los impresionistas. París 1874", esta experiencia única de 45 minutos permitirá al público retroceder en el tiempo un siglo y medio para asistir a la exposición de 1874 y pasear por los bulliciosos bulevares de Haussmann.

Con información de Télam

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