Mercedes Morán: "Encarnar a una mujer con Parkinson fue un trabajo muy intenso"

La respetada actriz argentina es la protagonista de Elena sabe, la nueva película basada en una novela de Claudia Piñeiro que llega hoy a las salas de cine. En la historia, Mercedes Morán encarna a una mujer que a pesar de su cuadro de Parkinson intenta dilucidar los misterios detrás de la muerte de su hija.

16 de noviembre, 2023 | 16.08

Netflix comienza a despedir el año con el estreno de Elena sabe, la esperada película nacional que adapta una de las novelas de Claudia Piñeiro más celebradas por la crítica y los lectores, en un filme en el que la actriz Mercedes Morán se carga al hombro la difícil tarea de encarnar a una mujer enferma de Parkinson, que busca con desesperación respuestas a la enigmática muerte de su hija. La historia dirigida por Anahí Berneri, y con un reparto de lujo que incluye a Érica Rivas y Marcos Montes, tendrá una pasada limitada en cines desde este jueves, antes de desembocar en la plataforma de streaming el 24 de noviembre.

Para Morán este es un año de éxitos y estrenos que arrancó con la segunda temporada de El Reino, siguió con la comedia dramática y tanguera Empieza el baile, y culmina con los estrenos de Norma -su debut como guionista en el filme de autor de Santiago Giralt- y Elena sabe, uno de los platos fuertes locales que Netflix presentó en la 38° edición del Festival internacional de cine de Mar del Plata. En diálogo con El Destape, la actriz da cuenta de su nuevo desafío y su vida de transgresiones en la profesión.

- ¿Habías leído la novela Elena sabe?

Sí, la novela me había dejado muy impresionada. Pero la leí sin ninguna fantasía de que pudiera convertirse en una película, y cuando me convocó Vanesa Ragone me encantó la posibilidad de sumarme porque ya conocía la historia y el personaje, súper desafiante y difícil de componer. Además tenía muchas ganas de trabajar con Anahí Berneri desde hacía tiempo. Es una novela muy buena y particularmente compleja para llevar al cine, y el trabajo de guión que se hizo para adaptarla fue muy acertado.

- Esta no es la primera vez que trabajás en una película basada en una novela de Claudia Piñeiro. ¿Qué es lo que te convoca de sus historias?

Lo primero que hice con Claudia en el cine fue Betibú y también pasé por un proceso similar. Yo soy lectora de sus novelas porque me gusta mucho el género policial y me parece atractiva su mirada para abordarlo. No hay muchas mujeres escritoras que se dediquen al policial y lo hagan tan bien. Cuando hice la película nos conocimos y enseguida tuvimos mucha empatía, nos hicimos amigas. Hemos compartido muchas cosas más allá de las dos películas que nos juntaron y la serie El Reino, que tiene guiones escritos por ella y Marcelo Piñeyro. La quiero mucho.

- En Elena sabe es impresionante verte como una mujer con Parkinson. ¿Cómo es el proceso para ponerse en la carne de una mujer con esta dolencia?

Encarnar a una mujer con Parkinson fue un trabajo muy intenso. Empezamos de una manera muy técnica, averiguando cómo afectaba al comportamiento esta enfermedad, consultando especialistas y viendo algunos pacientes. Sabía poco del Parkinson, lo tenía asociado más que nada con el temblor. Me llevé una sorpresa muy fuerte al enterarme de este otro tipo de Parkinson, de tipo rígido, que te tiene muy dependiente de los medicamentos para funcionar. Es terrible porque si no los tomás, no podés ni caminar ni levantarte.

Una vez que tuvimos en claro eso, trabajamos para darle expresividad a la inexpresividad que afecta a quienes atraviesan esta enfermedad, es muy brutal. Hubo que crear el personaje desde afuera para adentro en su manera de caminar, con su comportamiento y su campo visual limitado, con la dejadez que se le veía en el aspecto. Fue un ejercicio maravilloso, como actriz y como persona, poder atravesar ese dolor y sentir mucha empatía por esa mujer que, equivocada o no, tuvo que rehacer su vida de forma espectacular.

- ¿Te “pasó factura” en el cuerpo y a nivel emocional este personaje?

Si bien es cierto que emocionalmente te comprometés y atravesás ciertas zonas, a mí me pasa que cuando actúo siempre es algo lúdico. A nivel físico, estar tantas horas, (12 por día), durante siete semanas con un comportamiento corporal determinado dejó algunas “secuelitas” que todavía estoy tratando.

- Me imagino que Netflix te pagó un buen kinesiólogo

(Risas) ¡Sí, por supuesto! Durante el rodaje conté con una especialista que me enseñaba a hacer ejercicios para ir contrarrestando las posiciones en las que tenía que estar. Físicamente fue trabajoso y complicado, pero disfruté muchísimo poder atravesar y sumergirme en esos estados. Me hizo comprender muchas cosas y fue una experiencia fantástica para ser un poco mejor.

- Rita, la protagonista, debe enfrentarse a sus demonios personales en su intento por resolver qué hay detrás de la muerte de su hija. ¿Este camino introspectivo te hizo pensar en tus miedos?

Sí, en el fondo todos somos una bolsa de preguntas y el trabajo interpela. En este aspecto, lo interesante más allá de la enfermedad es la dinámica de este vínculo madre e hija, que es lo que provoca tanta empatía con el público. En los flashbacks de la película ya se puede ver que el vínculo que tienen está lejos de ser el ideal y es muy disfuncional. Otras preguntas que se despertaron en mí giran en torno al hacerse cargo de los padres, ser madre de tu madre, que es una tarea que mucha gente tiene que llevar a cabo y a veces se hace más difícil de lo que uno cree. Creo que la cuestión de los miedos me toca más a fondo en el tema del vínculo madre e hija y cómo a veces, a pesar de tener las mejores intenciones, metemos la pata. 

- ¿La maternidad siempre estuvo presente en tu deseo personal?

Es algo que se percibe o no, maternar es casi una actitud más allá de la biología. Yo siempre tuve muchas ganas de tener hijas mujeres, así se me apareció el deseo de la maternidad, y fui madre muy joven: a los 19 y 20 años, y 20 años más tarde una vez más. Si bien en los tres casos fueron elegidas, claramente en la tercera ocasión, a mis 40 años, hubo un nivel de conciencia más grande que el que tenía cuando era una chica de 20. Por otro lado, me parece muy respetable quienes no desean llevar a cabo semejante misión como lo es maternar. No hay que obedecer los mandatos, siempre hay que escuchar los deseos.

Actuar y vivir para transgredir

- En Norma, tu debut como guionista, hay un sentimiento de reivindicación de la tercera edad. ¿Sentís que es un público al que las producciones audiovisuales no se dirigen de manera habitual?

Ahora las cosas lentamente están empezando a cambiar. En el cine y la literatura hay una aparición de mujeres directoras, escritoras y guionistas que cuentan sus historias, y hay mucha necesidad de hablar de universos como el de las personas de la tercera edad. En el caso de Norma, obviamente abordo temas y personajes que conozco… la protagonista es una mujer de mi edad. 

Hay algo curioso que conecta a Norma con Elena sabe, un punto en común a pesar de ser películas que están en extremos: en ambos casos los personajes son mujeres grandes que han obedecido las reglas y todos los mandatos, y no están siendo felices. Entonces, las crisis les permiten derribar algunos prejuicios, a pesar de que no sea una cuestión voluntaria. Es fantástico que se puedan contar historias de mujeres entre los 50 y los 70 con temas así de complejos.

- En una entrevista contaste que un productor de televisión te dijo que “con tu nariz no ibas a protagonizar nunca”. Vos decidiste no operarte. ¿Si tuvieses a esa persona enfrente qué le dirías?

No haría falta decirle nada porque a esa persona, a pesar de su frase desafortunada, la recuerdo con cariño. Ya no está entre nosotros, pero creo que si estuviera era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta que no eran tan así las cosas. Uno siempre es producto de su época, no siempre se puede deconstruir o transgredir las normas. Por suerte todo cambia, todo el tiempo, y eso nos permite seguir aprendiendo.

- ¿Te gustaría dirigir cine?

Esta aproximación que tuve en Norma desde el guión, que fue una manera diferente para mí de encarar una película, me hizo sentir que a lo mejor eso que tantas veces me han propuesto y nunca me he sentido en condiciones de aceptar no está tan lejos de mis posibilidades. Igual, no me pienso como directora, sigo leyendo proyectos que me tienen como actriz. 

- ¿Perseguís alguna zanahoria en tu profesión?

No, lo único que quiero es que el próximo papel me depare mucho deseo, me despierte la imaginación, me obligue a recurrir a zonas a las que no he recurrido antes para poder conquistar alguna parte mía que todavía no he terminado de conocer. Lo que sí puedo decir es que tengo muchas ganas de hacer teatro, una comedia. Quiero escuchar la risa de la gente. Hay un proyecto muy lindo que estamos terminando de ensayar.

- La última. El domingo se define el rumbo de Argentina en los próximos 4 años, ¿qué lectura hacés de la previa de las elecciones y qué futuro te gustaría que tenga el país?

Estoy muy preocupada, me da mucho miedo la alternativa que propone Milei y la candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel me parece nefasta. Elijo creer que la sociedad va a votar con memoria. Es democracia o no democracia, no pasa por otro lado. Yo soy muy feliz, amo mucho mi país, nunca en mi vida tuve la fantasía de irme a vivir a otro lado, siento que no podría. La argentinidad tiene algunas cosas extraordinarias de las que me siento muy orgullosa y otras de las que no tanto, pero elijo creer que esas cosas buenas sean mayoría y podamos corrernos de este precipicio que tenemos delante para no caer.

  • Elena sabe y Norma pueden verse en salas de cine. Luego, ambas películas se incorporan al catálogo de Netflix.

LA FERIA DE EL DESTAPE ►