La actriz Martina Gusmán regresa al cine argentino con el estreno de Romina Smile, un brillante drama dirigido por Pablo Stigliani que se adentra en el tortuoso mundo del desempleo y las personas que no logran reinsertarse en el mercado laboral. El filme narra la historia de Romina, que trabaja como promotora desde hace más de 20 años y, a punto de cumplir cuarenta, las propuestas laborales que recibe son escasas y mal pagas. Sin darse cuenta, comienza a transitar sus últimos días como promotora en bares, peajes y eventos empresariales para distintas marcas y productos. Por tal motivo, decide abandonar este mundo y enfrentarse a un sistema carnicero que no hace nada por quienes necesitan apoyo para recuperar la dignidad y emprender un nuevo capítulo en sus vidas. En diálogo con El Destape, la actriz que actualmente reside en España junto a su familia, el cineasta Pablo Trapero y sus hijos, analizó el proyecto que la devolvió a la pantalla grande y aportó reflexiones sobre la turbulenta realidad que enfrenta el cine argentino.
¿Cómo llegás al guión de Romina Smile? ¿Qué te sedujo de explorar el mundo de la precariedad laboral en Argentina, un tópico que en la actualidad cobró una dimensión aumentada y triste?
- En el momento en que filmé Romina Smile jamás pensé que iba a tener tanta resonancia con el ahora, no me imaginaba que íbamos a estar en una situación contextual tan parecida. A la vez, una de las cosas que me parece más interesante del proyecto tiene que ver con la cosificación de la mujer: hay algo de la objetivación del cuerpo de las mujeres que es muy fuerte y se refiere a cómo la belleza, en algún momento determinado de la vida, es una llave de ingreso al sistema y cómo eso mismo también puede excluirla a medida que le pasan los años. La protagonista de Romina Smile exhibe su cuerpo para vender promociones -en un claro ejemplo de mujer objeto, según el sistema de consumo capitalista- y cuando quiere cambiar su rumbo laboral parece ser muy chica para atender a una señora grande, pero muy grande para seguir con el empleo que la sostuvo económicamente. Queda en un limbo donde no sabe de qué forma reinventarse. Esta cuestión de discriminación es muy habitual para las mujeres dentro del sistema laboral.
Llama la atención que, a pesar de lo terrible de la historia que se cuenta, se trata de una película con un registro apacible.
- En la película hay un tempo muy determinado porque sigue todo el proceso de shock del personaje que debe reinventarse, es una historia muy respetuosa de todo ese camino. Sucede que el tiempo del sentir es muy diferente al tiempo del pensar y eso es muy interesante en el abordaje de Romina Smile, ya que además te permite entrar en la complejidad de los vínculos que atraviesan a la protagonista.
¿Sentís que, a pesar de la adversidad que combate Romina, se trata de una película esperanzadora?
- Sí, y al mismo tiempo es una película que para mí abre muchos campos y no los cierra a todos porque es una historia que valida y no juzga, sino que deja que cada espectador saque sus propias reflexiones en torno al curso de la vida y las segundas oportunidades. Hay una frase del filósofo Confucio que dice “todos tenemos dos vidas. La segunda comienza cuando nos damos cuenta que la vida es una sola”. Y hay algo de esto, sobre la crisis de la mitad de la vida, que me interpela un montón porque tengo 45 años y es algo que atravesamos todos los que llegamos a esta edad y que, en casos como el de Romina, puede venir en forma de cachetazo desde afuera.
¿En algún momento de tu vida laboral estuviste en algún tipo de crisis parecida a la del personaje?
- En mi caso, al ser también productora de mi propia actriz, siento diferente algunas cuestiones de mis procesos laborales. Pero sí me interpela esta frase de Confucio que te mencioné y que habla sobre la finitud de la vida… entender que te queda tiempo en esta vida pero no es infinito te lleva a replantear las cosas que de verdad querés hacer y las que no para la vida que te queda por delante. Y en ese sentido esto me hizo tomar muchas decisiones en relación a mi vida general, con todo lo que tiene que ver con el mundo social, y decidí empezar a trabajar más como psicóloga. Hoy por hoy soy un 50% de actriz y otro 50% psicóloga que se especializó en trauma y está en programas sociales con su consulta y sus pacientes. Es importantísimo replantearse el sentido de la vida. Si bien yo siempre me perfilé desde un lugar de actriz social y todos mis personajes fueron más por ese lado, siempre sentí esta sensación interna del “¿y qué más hago?”. Yo encontré la respuesta en la acción concreta.
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"Ver como interpela la realidad del cine argentino en el mundo es fuerte"
¿Cómo estás viviendo la situación de desfinanciamiento del cine nacional desde España, donde residís en la actualidad?
- Siento mucha incertidumbre, es un momento muy convulso y hay que resistir. Tengo un costado que trata de conectarse con una parte más esperanzadora y dice “somos la vanguardia de la crisis y siempre logramos salir adelante de los momentos más difíciles”, pero veo lo que está ocurriendo ahora a nivel político y me angustia mucho lo que pasa. Estuve en el Festival Internacional de San Sebastián y hubo muchísimo apoyo al cine argentino allí… ver cómo interpela la realidad del cine argentino en el mundo te interpela y es fuerte.
Romina Smile puede verse en salas de cine de Argentina.