Luis Machín, el desafío de componer a Domingo Cavallo, su trabajo con siete perros y la apatía hacia el fútbol

En diálogo con El Destape, el respetado actor Luis Machín presentó sus más recientes estrenos -las películas Perros del viento y Siete Perros-, repasó su despertar vocacional y adelantó cómo fue interpretar al economista Domingo Cavallo en la próxima serie de Star+ Diciembre 2001.

20 de septiembre, 2022 | 12.29

Por cronograma o por casualidad, el respetado Luis Machín se encuentra presentando dos películas -los dramas Perros del viento y Siete Perros- que, como cuyos nombres lo indican, están unidas por tramas donde los canes tienen preponderancia en cada narración. En diálogo con El Destape, Machín habló sobre su amor por estos animales, sus orígenes vocacionales, la apatía que siente hacía el fútbol y el desafío de interpretar al cuestionado economista Domingo Cavallo en la serie Diciembre 2001, próximo estreno de la plataforma Star+

- Los personajes que componés en Siete Perros y Perros del viento están unidos por la soledad

Así es. Es uno de los grandes puntos de unión, aunque cada uno tiene búsqueda distintas: Ariel (Perros del viento) busca encontrar en el pasado una posibilidad que le habilite saber qué es lo que va a hacer el resto de su vida, para dónde va a ir cumpliendo esta asignatura pendiente que se le presenta, mientras que Ernesto está condicionado por un entorno hostil al hecho de que pueda sostener aquello que lo mantiene en su cotidiano: el amor de sus perros. El futuro de Ariel es más provisorio; el de Ernesto más acotado. 

- En el caso de Siete Perros, ¿cómo fue tu experiencia de trabajar con tantos canes?

Mucho más fácil y amorosa de lo que pensé. Conviví un mes con los siete perros de la película, imaginando que iba a ser complicado. Antes de filmar fui a conocerlos y pasamos tres días juntos con una convivencia de lo más amable, teniendo en cuenta que no son perros entrenados, adiestrados, y ni siquiera convivían juntos. Dos de ellos lamentablemente ya no viven.

Hacía mucho que no tenía contacto tan cercano con perros. En Rosario siempre tuve, pero cuando me vine acá en los ‘90 ya no. Hasta ahora, porque la militancia de mis hijos por tener un perro rindió sus frutos (risas). Lo consiguieron.

- ¿Cómo se llama?

Tato. Es un cuzquito que nos trajimos de Carcarañá, de dónde es oriunda Gilda, mi mujer. Fue el corolario de un largo deseo de mis hijos. Al principio, mi mujer fue la que más se opuso a la idea pero hoy es la que más está con el perro. Lo adora.

- ¿Sentís que estos animales tienen una sabiduría de la que podemos aprender?

Sí. Además considero que son muy intuitivos y perceptivos. Si uno los lleva bien, en general son muy cariñosos. A menos que te toque un perro medio rayado. Cuando era chico tuve uno que estaba loco, me lo dijo el veterinario. Mi familia tuvo que darlo porque nos terminó atacando a todos, nos mordía. No le podíamos tocar las patas, las manos y la cola porque se enojaba, te gruñía y te tiraba un tarascón. Y unos días antes de que se vaya logré tocarle todo eso, con la ayuda de un títere de goma -con la forma de uno de los sobrinos del Pato Donald- sin que se enoje. Se había encariñado con el títere. Pensé que a partir de ahí se iba a poner más bueno pero no hubo forma, a mi mamá ya le había desgarrado el brazo.

- ¿Supiste cuál fue el destino de ese perro?

Mis papás me dijeron que lo habían llevado a un campo para que pudiese ser más feliz, pero la verdad es que se lo llevó la perrera. Ese era el destino que corrían los perros violentos en aquellos momentos. Me enteré de grande lo que le pasó. Pero bueno, elijo creer que el títere, de alguna forma, lo ayudó. El arte cura.

El proyecto en el Cervantes que quedó trunco, su relación con la fe y un destino futbolero que nunca llegó

Empezó a actuar de muy chico, a los 16, y los primeros contactos culturales fueron con el cine, el teatro y el circo, actividades en las que participaba con regularidad. El fútbol y los partidos de Newell's, pasión familiar, nunca le atrajeron, a pesar de las excursiones paternas a la cancha: "Le daba la espalda al fútbol, es algo que sigo haciendo. No me gusta. A papá le hubiera encantado un hijo futbolista, pero nunca tuve interés en el deporte. Es una pasión que no termino de entender del todo".

- ¿Cómo vas a hacer con el Mundial?

El Mundial me entusiasma un poco más, no mucho más. Saber que llega el Mundial y que todas las miradas van para ese lado me molesta un poco. ¿Es necesario que se pare todo por un partido de fútbol? Ojo, así como digo esto cuando Newell's está en las finales me agarra como una especie de fanatismo inexplicable que también sucede con los partidos de Argentina, en los cuartos de final. Puedo llegar a lanzar un ¡vamos, Argentina! ante el asombro de toda mi familia (risas)

- ¿Es cierto que fuiste miembro de Acción Católica Argentina?

Fui a cantarle al Papa Juan Pablo II cuando vino acá. Pertenecí a la juventud de Acción Católica, donde hacíamos actividades sociales en la villa, en los asilos de ancianos, en la cárcel, misiones les decíamos. Era una movida barrial, ya que íbamos todos los chicos a jugar a la pelota a la Iglesia y de una u otra forma terminabas vinculándote. En ese momento creía y tenía una fe profunda, que después se fue trasladando al teatro.

- En la actualidad, ¿en qué creés?

En las acciones de las personas. Si hay buena predisposición, se genera un campo de resonancia energético positivo. 

La pandemia canceló La gesta heroica, espectáculo teatral que ibas a presentar en el Cervantes, ¿en qué quedó esa producción?

Estamos armando todo para volver a montarla en marzo o abril del año que viene. Hicimos una sola función para amigos en el ámbito donde iba a ser, en el escenario de la sala María Guerrero. La gesta heroica es una versión muy argentina de Rey Lear. No es una adaptación a rajatabla pero es un disparador del original de Shakespeare, que cuenta la historia de un padre que está muriendo y va a dejar sus tierras y posesiones a sus hijos. En este caso, la herencia es un parque herrumbrado en Santa Teresita.

El desafío de encarnar a Domingo Cavallo: "Tiene una mirada perturbadora"

- ¿Sabés cuándo se va a estrenar la miniserie Diciembre 2001?

Lo último que me dijeron fue el día que renunció Guzmán (Martín) y técnicamente el estreno sería en diciembre de este año. Sé que la idea era salir en diciembre del año pasado, justo por los 20 años de la crisis del 2001. Igual, todo lo que sea revisar momentos dramáticos y complejos de nuestro país siempre es bueno. Es una gran serie, va a dar mucho que hablar.

- Estás igualito a Cavallo.

¿Viste? Me pelé para componerlo, cosa que no me costó mucho porque tampoco es que tengo tanto pelo (risas) Es un personaje muy lejano a lo que creo y en la serie se lo muestra incluso en la relación con su mujer, pero sobre todo en su aspecto mesiánico. Él era un gran trabajador, de algo que no suscribo y que afectó a muchísima gente, con una inteligencia muy dañina.

- ¿No tuviste contradicciones al interpretar a un personaje tan polémico?

He encarnado muchos seres del mal y muchas veces son los personajes más atractivos para componer: curas pedófilos, ladrones, asesinos, hasta fui Hitler en la serie Edén. Para ese rol aprendí a hablar alemán. La serie toma la idea de que Hitler pasó por Córdoba antes de ir hacia el sur. Sucede que en casi todos de estos casos, estos personajes  tienen rastros de humanidad: miremos el caso de Bruno Ganz, actor que interpretó a Adolf Hitler en La Caída. La crítica lo mató porque no podía soportar que hubiese encarnado a un dictador con facetas humanas. Eso es lo horroroso, saber que son seres humanos que aman, quieren a su familia y, a su vez, hacen el mal creyendo que hacen el bien. En el caso de Cavallo, siento que es así y eso me ha generado muchísima curiosidad. Tiene algo en su mirada extraviada, mira y no está en el otro. Es perturbador.

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