El descubrimiento de un nombre extraño, olvidado por la industria audiovisual, fue el disparador que motivó la investigación Candela Vey y Martín Pereira acerca de Vlasta Lah, la primera directora de cine sonoro en Argentina en la década de los '60. Por ser mujer, el libro que recolecta la vida y obra de la autora de Las furias (1960) y Las modelos (1963), reivindica su figura detrás de cámaras y sirve de radiografía sociocultural para advertir las enormes desigualdades entre varones y mujeres en el negocio del entretenimiento.
“En el año 2015 hice un seminario de metodología de la investigación en la facultad de Filosofía y Letras, en Puan, y como el trabajo era libre me interesó enfocarlo en las pioneras del cine. Justo estábamos en un momento histórico importante con las manifestaciones feministas y el surgimiento del Ni una menos, así que había toda una generación con ganas de conocer más sobre estas primeras mujeres. Hice un relevamiento y vi que había algunas en el cine mudo de los años ‘20 -que ya las habían trabajado en investigaciones- y recién en los ‘60 aparecía el nombre de Vlasta Lah como directora de una película. El nombre me causó mucha extrañeza y de inmediato empecé a buscar en internet; ahí había pocos datos y todos confusos, ni siquiera había un rostro. Todo me hacía ruido”, señaló Candela Vey en diálogo con El Destape, contando los inicios del proyecto que se hizo libro y que próximamente será documental.
Nacida en Pola, Austria-Hungría, en 1913, Vlasta se formó en cinematografía junto a su hermana Neva en Italia y ya casada con el director de cine Catrano Catrani viaja a Buenos Aires en agosto de 1938, donde empezó a trabajar como asistente de dirección entre las décadas del '40 y el '50, llegando a involucrarse en más de veinte películas. En los '60, Vlasta estrena Las furias -un filme que reúne a Mecha Ortíz, Aída Luz, Olga Zubarry, Elsa Daniel y Alba Mujica, las actrices más famosas de la época, y luego Las modelos, dos películas fulminadas por la crítica de cine. En adelante, su nombre fue borrado de los libros y manuales, hasta su tardío resurgimiento en los últimos años gracias al trabajo de Vey y Pereira.
“Armamos un árbol genealógico con todas las personas de apellido Catrani y Lah, y decidimos mandarle mensajes de Facebook a los que íbamos encontrando. Hicimos el mismo proceso con personas de apellidos que coincidieran con quienes trabajaron con Vlasta en sus dos películas. En esa búsqueda exhaustiva encontramos a su hijo, Víctor, que vivía en Italia. Dimos con él a partir de un chico que nos escribió contándonos que era Matías Catrani, el nieto de Vlasta, y que no había llegado a conocer a su abuela. Y nos pasó el teléfono del papá, que estaba instalado en Novara, Italia. A partir de ahí empezamos a saber más cosas", reveló la autora del libro.
Por ser mujer
El trabajo para establecer un lazo con Víctor no fue sencillo, pero a medida que pasaban los llamados empezaba a surgir el tan ansiado rostro de Vlasta Lah: "Nos encontramos con un hombre grande y desconfiado, no quería contar nada. Éramos dos extraños hablando por teléfono. Fue muy difícil armar una relación a distancia pero luego de varios intentos se ablandó. Luego llegó un punto en que decidimos juntar unos pesos y viajar a hacerle una entrevista, y menos mal que lo conseguimos porque al poco tiempo vino la pandemia y murió Víctor. Gracias a él nos enteramos que Vlasta no fue únicamente asistente de dirección de su esposo sino de todos los directores del cine clásico, y que muchas veces -por la pericia que le daba haber estudiado en Italia- se hacía cargo de las escenas de muchas tomas de las películas más importantes del cine argentino".
“En su primera película (Las furias) unió a las cinco actrices más importantes de la década y las puso en tensión, haciendo que hablen de cuestiones de mujeres y se quieran matar. Hay una escena en particular, al final de la película, donde Vlasta reúne a todas ellas en un auto para dar a entender que, más allá de las adversidades, es importante fomentar la sororidad. En Las modelos, por otro lado, hay una escena muy impactante donde un personaje le explica a otro la importancia de la igualdad de los sexos y el feminismo. Sabiendo que en ese momento era Vlasta contra todo un sistema de varones en el cine, los mensajes de sus películas adquieren un significado mucho más personal además de político. Por eso fue olvidada, porque las cosas que contó molestaron. En las obras de Vlasta Lah hay perspectiva de género antes de que se hable del tema”, añadió Vey, sobre las curiosidades y meta mensajes de los dos filmes de la cineasta que murió en 1978, injustamente olvidada por el canon.