Dos argentinos que viven en Estados Unidos se cruzan en una cafetería, empiezan a charlar, se hacen amigos y terminan enamorados. A grandes rasgos, esa es la trama de Un buen día, una película que dirigió Nicolás del Boca en base a un guión de Enrique Oscar Torres y que aspiró a ser la Antes del amanecer (referencia a la trilogía de películas románticas de Richard Linklater, con Ethan Hawke y Julie Delpy) argentina y no cumplió más de una semana en cartelera, tras ser fulminada por la crítica de ese momento, en el año 2010.
Pero lo que podría haber terminado en un mal rato de burlas y egos humillados, mutó a un extraño y celebrado fenómeno como pocas veces se ha visto en el cine nacional: un grupo de fans rescataron el filme del olvido y a fuerza de proyecciones en centros culturales, memes de los protagonistas -Aníbal Silveyra, en un personaje que lo convirtió en un símil Tommy Wiseau (actor de la película de culto The Room), y Lucila Solá, quien por entonces era la novia argentina de Al Pacino y “una promesa” de la actuación- y una resignificación de las frases de la película - “el tiempo es todo el tiempo”, “hacer el amor es un orgasmo del alma” y “lo que era ya no es y lo que fue nunca será” como algunas de las líneas favoritas del autor-, lo convirtieron en una pieza de culto.
El reconocido cineasta Néstor Frenkel, un cazador de historias de los márgenes, investiga el boom tardío de Un buen día en el documental Después de un buen día, que llega a salas de cine tras su premiere en el pasado 25° BAFICI. En una entrevista con El Destape, Frenkel indaga en las curiosidades que lo acercaron a la película que mantiene encendida su llama por el amor de los fans, y proyecta su visión hacia el futuro.
- ¿Cómo llegás a la película Un buen día?
Llegué por el grupo de fans. No tengo un recuerdo claro de cómo fue mi reacción cuando se estrenó la película allá por 2010 y la verdad es que en ese momento me pasó de costado, pero tenía una relación en las redes sociales con algunos de los chicos del grupo y en un momento me empecé a enterar de las proyecciones que hacían y del fandom en Argentina, y me pareció simpático. Es más, en algún momento pensé en asistir a alguno de los eventos, pero nunca fui.
Al tiempo, uno de los fans se me acercó y me dijo que yo tendría que hacer un documental sobre el fenómeno que produce la película Un buen día, porque tiene muchos matices y una historia jugosa para contar. Me convenció y ahí empecé a pensar que podía ser el objeto de estudio de mi nuevo documental.
- Ahí volviste a ver la película…
No, no la había visto en ese momento y tampoco la vi durante mucho tiempo. De hecho, coqueteé con la idea absurda de no verla nunca y hacer el documental sin esa información, pero obviamente son ideas extremas que quizás son simpáticas para contar aunque no se llevan a la práctica. Cuando finalmente la vi me encontré con una película completamente anómala, originalísima, generosa, jugada, arriesgada e hipnótica. No me pareció la peor película del mundo ni mucho menos; tampoco la sentí una maravilla como lo es para algunos.
- ¿Por qué creés que fue un fracaso?
Quiero creer que fue porque hay como un corrimiento del lenguaje cinematográfico. Hacer una película es tomar cientos de decisiones, una encima de la otra, y en cualquiera de ellas podés tomar el camino equivocado o extraño y que todo adopte un color que nunca imaginaste. Por un lado, Un buen día es una película íntima y familiar, hecha por un grupo de amigos y, al mismo tiempo, aspira a una vocación industrial y de ser popular. También, es cierto que se trata de una película que tiene el lenguaje de la telenovela, característica de la televisión de otras épocas. Hay montones de características que la hacen criticable, pero también encontré en mi investigación muchas cosas que la hacen valiosa. Creo que las películas malas son las que pasan desapercibidas, las que no te acordás, las que no le querés comentar a un amigo, y Un buen día no es el caso.
- Hablemos del estreno de Un buen día…
Fue un estreno muy ambicioso, un intento de ser un éxito del cine, y no duró una semana en cartel. Salió a las salas con 50 copias, que en esa época era muchísimo, y al jueves siguiente desapareció de las salas. Fue un fracaso rotundo.
- En el documental, los fans idolatran los diálogos de la película. ¿Vos tenés alguna frase preferida?
Traté de pararme en el medio y no como un fan más, hice ese trabajo. Pero bueno… “el tiempo es todo el tiempo” es hermosa. Hay uno de los fans que aparece en el documental que dice algo muy revelador y que es cierto: si adelantás la película y la ponés en cualquier lado, la primera frase que dicen es maravillosa.
- El que no tuvo un buen día luego del estreno fue Aníbal Silveyra. La mala repercusión que tuvo la película lo afectó mucho.
Nadie tuvo un buen día después de ese estreno. Se perdieron plata, ilusiones, expectativas y tiempo, y cada uno lo atravesó como pudo. De hecho, Lucila Solá no quiso participar de la película y fue algo súper respetable. Y Aníbal fue el más afectado del equipo, aunque cuando fui a entrevistarlo me encontré con un hombre muy valiente y generoso que accedió a conversar y hacer una catarsis delante de la cámara. Contarse a uno mismo una experiencia dura es algo muy fuerte y no muchos pueden hacerlo, porque no es algo que uno prefiera hablar con otros.
MÁS INFO
- El documental deja entrever lo que será la secuela de Un buen día. ¿Sabés algo más sobre ese proyecto?
Sí, claro. Se está por estrenar en un teatro independiente de Los Ángeles la obra Una Noche Buena: Marilyn & Elvis, escrita por Enrique Torres, con vestuario de Anabella Del Boca y protagonizada y dirigida por Aníbal Silveyra. Marilyn no es Lucila Solá sino quien inspiró el personaje de Fabiana Karina de Longchamps.
- En tu cine le das voz a quienes son catalogados de bizarros pero no te reís de ellos, sino con ellos. Es muy fino ese límite entre lo tierno y la burla, y no cualquiera lo domina. ¿Cuál es tu método?
Atípicos somos todos y con una cámara adelante mucho más. Bizarro es una palabra muy resbalosa, que puede decir muchas cosas e inclusive en otro idioma significa valiente. Lo de reírse con y de es algo que me persigue desde hace años y que empezó con Buscando a Reynolds, donde muchos interpretaron que “Néstor Frenkel se ríe de una persona con Síndrome de Down”. El humor aparece si uno lo deja aparecer, si le permite aparecer, si se toma su vida y su trabajo con humor. Hago este tipo de películas porque me interesan las particularidades de estas personas, y si uno deja aflorar estas particularidades en un entorno donde el otro se pueda expresar, generalmente aparece algo de la comedia. Me gusta no ser solemne, más bien lo contrario.
- Los viernes de junio el MALBA proyecta en programa doble Un buen día, a las 20 horas, y Después de un buen día, a las 22 horas.
- Los sábados de junio en el Centro Cultural San Martín se proyecta Después de un buen día, a las 22 horas, junto a una retrospectiva de las películas de Néstor Frenkel, en funciones los días jueves, sábados y domingos.