La película El país de las últimas cosas, adaptación de la novela de Paul Auster, escrita en 1987 y que, sin buscarlo, refleja un país en descomposición por el avance de un virus que bien puede mostrar instancias de la realidad vivida por la pandemia, es la última creación de Alejandro Chomski. En diálogo con El Destape, el cineasta presentó la historia y contó anécdotas de su amistad con el célebre escritor norteamericano, a pocas semanas del reestreno del filme en el Cine Gaumont (Avenida Rivadavia 1635).
- Si bien la película plantea una distopía, también guarda una relación cercana con la pandemia. ¿Volviste a verla durante en este tiempo?
La relación entre la palabra distopía y la palabra exponencial sobre la distopía es la clave de mi crisis existencial con el proyecto. Es, a la vez, un debate que tengo todos los días y no sé muy bien cómo resolverlo. La novela arranca con una cita que eligió Paul Auster de una obra de Nathaniel Hawthorne –un gran autor americano- que plantea una ciudad de terror, devastada, en medio de la Revolución Industrial y la construcción del sistema capitalista. En ese escenario, empezás a entender que lo distópico ya no es tan distópico. Un ejemplo del cine reciente podría ser la película Her, en la que un hombre se enamora de un software.
Cuando volví a ver El país de las últimas cosas –y esto lo digo casi como una confesión- dije ‘por más que lo logré y es abstracta y temporal, nunca imaginé la relación que iba a tener con la pandemia’. Jamás fue algo buscado. En ningún momento les puse barbijos a los personajes.
- Pero tanto los personajes como los espectadores están unidos por el miedo y la incertidumbre que generan ambos escenarios: el ficcional y el real.
El miedo es la gran industria del cine moderno, lo inventó Alfred Hitchcock. La premisa que triunfó es esa. La gran mayoría de los trailers de las películas están construidas sobre esa base. Pocos cineastas lograron tener otro dominio sobre el miedo, los hermanos Coen y Tarantino quizás. En mi caso, trabajo con el miedo del día a día, en el cual la pandemia –por más que traté de no incluirla en el relato- se terminó colando de alguna manera.
- ¿Cómo se conocieron con Paul Auster?
Lo conocí durante su visita a Argentina en el 2001. Recuerdo que el último día de su estadía en el Four Seasons, pasaron un montón de caballos y de recolectores de cartón –una imagen muy fuerte-, nos miramos y dijimos al unísono 'In The Country of Last Things' (El país de las últimas cosas). Al instante le dije que no era mi intención proponerle ningún proyecto, pero que pensaba releer la novela. Lo hice y me pareció perfecta para una adaptación. Ahí comenzó un largo camino de trabajo colaborativo. No me dio los derechos sino que optó por involucrarse en el proyecto: me pidió el primer guión y lo devolvió todo corregido, con notitas sobre cada cosa. Es increíble pensar que Paul Auster le confió su película a alguien que no es Scorsese.
- ¿Cuántos años les llevó hacer la película?
Unos 20 años. Él me presentó productores, a Almodóvar, a muchísima gente. Tenía muchas ganas de que se haga la película. Y siempre me trató entre pares, aún sabiendo que en el momento de conocernos no había hecho ni una sola película. Solo tenía cortos.
- ¿Al principio no te intimidó su figura de escritor súper respetado?
Para nada. Es una persona de lo más amable. En una ocasión me pidió que fuésemos a almorzar con J.M Coetzee, un tipo totalmente antipático y sin ningún interés en relacionarse ni conversar sobre ningún tema, y lo que sucedió en ese encuentro fue espectacular: Auster trataba de hacerle chistes mientras él nos miraba como un profesor de escuela que te regaña.
Los directores que no hacemos '40 películas por año' tenemos 6 o 7 sueños. Cuando justo pasó lo del 2001 y se dio mi encuentro con Paul, El país de las últimas cosas no fue algo oportunista. Repasar la novela y encontrar imágenes que se vinculaban con la historia que atravesaba daban de ganas de llorar. El resultado final de lo que logramos nos enorgullece en su totalidad.
- El estreno de El país de las últimas cosas está programado para el próximo 24 de febrero.