Ilse Fuskova es una de las referentes lesbofeministas más relevantes e icónicas de Argentina. A sus 92 años, se estrena el primer documental sobre su vida, con su testimonio en primera persona como base del desarrollo argumental. Liliana Furió, quien dirigió el filme junto con Lucas Santa Ana, habló con El Destape sobre qué significó llevar a cabo este trabajo y cómo fue el proceso.
El documental retrata a Ilse desde su infancia hasta su amor con Claudina Marek, pasando por sus pinturas, fotografías y libros escritos. El jueves 11 de noviembre a las 20 horas se proyectará el filme en el Cine Gaumont, donde estará disponible durante toda la semana en diferentes horarios. Además, se podrá ver en CineAR TV ese mismo día y el sábado 13 a las 20.
¿Cómo surgió la idea de hacer este documental?
En principio, la idea era un sueño ni siquiera consciente del todo, que me vino dado -como dice Ilsecita en una parte de la película-. Ella había ido a Tierra Violeta en el 2015 porque le hacían un homenaje junto con una muestra de algunas de sus obras fotográficas y pictóricas. Bueno, me enteré y me fui corriendo, porque es la referente lesbofeminista más importante para mí. Ella estaba exultante, como siempre, tirando buenas vibras. Yo me acerqué, le dije lo importante que su libro había sido en mi vida y que me gustaría saber dónde había un trabajo documental sobre su obra. Ella me miró asombrada y me dijo: ‘Que yo sepa, no hay nada’. Ahí mismo le dije: ‘Lo tenemos que hacer’ y así comenzamos.
Y ella accedió sin dudarlo, ¿no?
Sí, le encantó la idea. Empezamos muy tibia y tímidamente. Yo iba a visitarla, a conversar, a escuchar todas sus historias maravillosas, algunas muy dolorosas también. Ella, de a poquito, nos iba abriendo sus arcones, fotos, toda su bibliografía. Fue muy lindo el proceso. Además de ir registrando esas cosas, se fue entramando una amistad muy linda.
¿Cuánto tiempo duró ese proceso?
Esos fueron los primeros tiempos. Después me enteré que Lucas Santa Ana también estaba con ese proyecto y lo conocí por un productor que teníamos en común. Él fue quien me dijo ‘Mirá que Lucas está haciendo la película de Ilse también, eh’. ‘¿Qué?’, le dije. ‘No, querido, a la película de Ilse Fuskova la va a hacer una lesbiana’. Bueno, entonces nos pusimos a conversar con Lucas y aceptamos el desafío de la codirección. Me parece que todo lo que es abrir a lo comunitario siempre hace crecer cualquier proyecto, así que estamos felices ambos.
En el montaje de la película todo encaja perfectamente para el desarrollo de la trama y para que la atención del espectador esté siempre en un nivel alto. ¿Cómo lograron eso? ¿Se dio naturalmente o fue un trabajo minucioso?
Un poco y un poco, te tendría que decir. Lucas y yo somos muy diferentes y nos complementamos muy bien -yo soy muy caótica y él, metódico-. Pero creo que en ese sentido de encontrarle los encastres a los diálogos entre Ilse y los demás personajes es una característica, incluso, de nuestros trabajos anteriores. Para mí, la película está en la post producción. Hay que ponerle mucho amor, mucha atención, compromiso y muchas horas de culo en la silla (risas).
Eso fue también un trabajo en equipo, porque lo hicimos con Lucas. No quiero dejar de destacar a mi editora, genia, Flavia Del Ducca, que tiene una paciencia increíble. Es una grosa.
Recién decías que Ilse fue tu mayor referente en cuanto a militancia lesbofeminista. ¿Cómo fue tu primer acercamiento a ella? ¿Cómo influyó su militancia en tu vida?
Conocerla, conocerla, la conocí en ese encuentro que recién mencioné, en 2015. Nos empezamos a tratar a partir de esta propuesta, que la arranqué con mi esposa, Julie August, que estuvo conmigo desde el primer momento, comprometida y laburando a la par mío. Además, ella trabó una amistad aún mayor que yo, porque Ilse tiene raíces alemanas y Julie es alemana, entonces ahí se abrió un vínculo que ayudó a que el trabajo fluyera.
A Ilse la conocí de haberla ido a escuchar a charlas cuando iba con Claudina, en los momentos donde yo estaba recién asomándome a la militancia lesbofeminista. Para mí fue un antes y un después. Yo salí del closet en el año 94, venía de estar casada y con tres hijas que había criado siendo muy jovencita. Cuando salí del closet, en un sector muy purista de lesbianas, era mirada como un bicho medio raro. No era una lesbiana ‘pura’ (risas). Obviamente, en el ámbito hétero, también me miraban con cierto recelo y desprecio. Entonces, para mí Ilse -que venía de una historia muy similar- para mí fue un referente absoluto. Además, me parecía maravilloso todo lo que leía en sus libros, los cuadernos de existencia lesbiana, que escribieron con Adriana Carrasco y un grupo de militantes enormes. Una obra muy significativa para el colectivo LGTBQ+ en general, porque Ilse militó por todas nuestras luchas.
Y, después de haberla conocido personalmente, ¿la percepción que tenías de ella cambió?
No. Se reafirmó todo. Está bueno destacar esto porque cuando una es documentalista y empezás a poner la lupa en alguien a quien idealizás, te das cuenta que es un ser humano normal con todas sus miserias. Claro que Ilse no escapa a eso, pero el saldo le es muy favorable, en cuanto a su entrega, a su escucha, a su amorosidad, a su lucha. Así que, creo que fue y sigue siendo increíble. Ahora ella está muy grande, con 92 años, está más lenta, le cuesta más, tiene bastantes problemas de memoria, pero bueno. No obstante eso, pudo estar en la proyección y esa ovación al final de la película con Ilse en la sala, saludando, fue épico. Yo tenía mucho miedo, porque cuando nos agarró la pandemia pensaba que no íbamos a poder hacer esto con ella presente. Por suerte lo logramos.
El estreno de este documental deja en evidencia cuánto se evolucionó en materia de feminismo y derechos LGBTQ+. Se da en un momento en que esos movimientos están más en boga y con muchos más participantes de los que tenían en los 80, 90, cuando Ilse era una de ellas.
Claro. Justamente, creo que estrenar esta trama hoy amerita hacer muchas lecturas de la realidad. Estamos en una coyuntura complejísima, dificilísima, peligrosísima. Tenemos todo un sector de la derecha respirándonos en la nuca, con sus armas letales y tramposas. Se nutren de fake news y de personajes engañosos, que quieren arrasar con nuestros derechos. Hoy más que nunca tenemos que estar en unidad, poner en sintonía a la juventud. Perdimos las calles, en gran medida, por la pandemia, pero tenemos que recuperarla. Muchas de esas jovencitas, jovencites y jovencitos no saben quién es Ilse Fuskova, ni Adriana Carrasco, ni quiénes son muchísimas otras, a quienes hay que poder poner en documentales, libros, películas. Esto para mí es muy motivador y necesario en estos tiempos.
En comparación con el contexto de los 80, 90, se ha avanzado bastante, como decía. ¿Todavía quedan derechos por conquistar por parte del movimiento feminista y LGBTQ+?
Queda mucho por hacer en el sentido real. Más allá de los derechos propiamente dichos, que se han obtenido casi en su totalidad. Digo casi porque siempre falta algo. Pero lo importante acá es que muchas veces no se cumplen esos derechos obtenidos. Hay toda una cultura milenaria de patriarcado y un machismo brutal, con la Justicia a la cabeza, lamentablemente, que no permite que muchas de las leyes obtenidas se puedan respetar. Tan simple como eso. Por ejemplo, los cupos laborales, las diferencias en los ingresos. Para erradicar todas esas cosas hay que ir por la educación, porque no alcanza solo con imponerlo en leyes, claramente. Se necesita un cambio cultural.