(Por Emilia Racciatti, enviada especial) La escritora Gabriela Cabezón Cámara participó hoy de un encuentro con lectores y lectoras en la librería La Mistral de Madrid, impulsada hace poco más de un año por la librera argentina Alejandra Stefanoni: allí contó que su novela "Las aventuras de la China Iron" está siendo adaptada al cine, que está escribiendo una historia ubicada en el siglo XVII y además pidió por el tratamiento de la Ley de Humedales.
Pasadas las 19, en un espacio al que se accede bajando una escalera, Cabezón Cámara se dispuso a conversar con Stefanoni y a responder preguntas de un público variado, ya que preguntaron asistentes desde Brasil, Cuba, Canadá y locales, claro, como la periodista y escritora española Cristina Fallarás, quien agradeció a la autora de "Beya: le viste la cara a Dios" por "tomarse y tomarnos en serio" a los lectores.
"No me gustaría hacer una literatura que excluyera de movida", dijo la autora cuyo primer contacto con los libros fue cuando su familia, "proletaria, con primaria completa con suerte" compraba libros en cuotas, pagándolos a quien pasaba por quincena. En ese marco dijo que quiere "hacer una literatura que pueda ser leída por universitarios" pero también por lectores como los de su familia.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
En un clima cálido, intimista pero con público fervoroso y conocedor de la obra de Cabezón Cámara, Stefanoni preguntó por el debate sobre la autoficción y ahí Cabezón Cámara fue determinante: "Son una banda de pelotudes. Pienso que se está prendiendo fuego el mundo", expresó en referencia a quienes cuestionan si la literatura del yo o la autoficción es literatura, argumentando que "la literatura es una forma abierta que no sabemos dónde empieza y dónde termina".
"Cualquier cosa puede ser literatura si se escribe prestándole atención a la lengua", enfatizó.
Además contó que su novela "Las aventuras de la China Iron", editada por Random House y finalista del prestigioso Booker Prize, está siendo llevada al cine por la misma productora de la película recientemente estrenada "Argentina, 1985", la que recomendó enfáticamente.
Sobre ese trabajo que hace otro con un texto, dijo que "cuando alguien compra un libro para ser llevado al cine, compra un insumo, esa persona va a hacer su obra, ya no es la tuya" y bromeó: "que hagan lo que quieran, ojalá me guste, pero en mi vida hubo cosas que no me gustaron y sobreviví".
Antes de las preguntas de los presentes, hizo su entrada y se acercó a las expositoras la perra de Stefanoni llamada Aurora -en homenaje a la escritora argentina Aurora Venturini- y las risas dieron continuidad al clima distendido e informal que tomaba la charla.
Para la autora de "La virgen cabeza", "nada acontece por fuera de la historia" y esa fue la respuesta ante la consulta por si los feminismos influyeron en su obra. En ese sentido, manifestó que al escribir se propuso plantear "basta de patalear porque los hombres hacen una fiesta y no nos invitan, hagamos otra fiesta".
Cuando le preguntaron qué estaba leyendo, aparecieron las tres primeras novelas de Philip Roth y la obra de Caixtulo, un hombre de 83 años de Tartagal (Salta), "una tierra especialmente arrasada", leyó uno de los poemas. Ante los aplausos, resaltó: "Hay saber acá, no sabiduría".
Sobre su presente literario, dijo que está escribiendo una novela situada en el siglo XVII, en una selva de Latinoamérica, con un personaje del país vasco, indígenas y "algún otro argentino, algo anacrónico aunque en esa época no había pero esto es ficción", agregó.
La última pregunta fue si vivía la escritura como algo más seguro o peligroso y dijo que sin dudar: "Las dos cosas, la vida es tan contradictoria".
Después de los aplausos finales, cuando afuera la lluvia ya quedaba atrás, los asistentes comenzaron a acercarse con sus libros para la firma y las fotos con la escritora que mañana participará de una conversación con el argentino radicado en Madrid, Patricio Pron, para dar continuidad a la agenda de actividades del festival que sigue en esta ciudad y en Málaga hasta el 27 de noviembre.
Con información de Télam