Estas semanas Britney Spears volvió a ser noticia. No sacó ningún nuevo disco, no fue la tapa de ninguna revista, no lanzó ningún video ni dejó ningún título picante.
Hace 12 años que Britney está confinada en lo que en Estados Unidos se denomina “conservatorship”. Desde 2008, la artista de 38 años se encuentra bajo una “curatela” que fue otorgada a su padre y al abogado Andrew Wallet ya que, según aseguraron en aquel entonces, no se encontraba en condiciones mentales para ser autónoma. Inicialmente, se sostuvo que esta vigilancia y control sobre su vida iba a ser temporal, pero luego pasó a ser permanente. Desde ese momento, no puede disponer libremente de su dinero, ni manejar, ni votar, ni decidir cuándo ver a sus dos hijos, ni “postear” en sus redes sociales sin previa supervisión, ni hablar con la prensa sobre esta situación.
El 19 de agosto la jueza Brenda J. Penny confirmó la continuidad de este régimen, cuya curatela ahora estará en manos de la abogada Jodi Montgomery hasta, al menos, febrero de 2021.
Los medios de comunicación sensacionalistas y la propia familia de la estrella pop insisten frecuentemente con la idea de que la artista está fuera de sí, sin presentar pruebas contundentes ante la opinión pública. Sin embargo, lo que sí se sabe es que luego de la puesta en marcha de este “conservatorship” la artista siguió trabajando y generando dinero. ¿Cómo llegó Britney a todo esto?
They Drove her crazy
Mientras mantuvo su imagen de rubia sexy que le rendía culto a los mil abdominales diarios, Britney fue funcional a la maquinaria del mercado musical y respondía perfectamente a todas las exigencias que éste le demandaba. Todxs querían ser como ella. Todxs hablaban de ella. La prensa la seguía día y noche y su cara podía verse en la portada de todas las revistas. La chica que lucía los jeans tiro bajo como nadie entendió (o tuvo que hacerlo) que la privacidad no era una opción en su vida.
En el 2007 ocurrió el quiebre en la vida de la cantante. Britney comenzó a salir de fiesta y a desplegar un costado que un tiempo antes hubiese sido impensado para su imagen idealizada. Se alejó de los escenarios y su vida privada se convirtió en su negocio principal. La prensa comenzó a hostigarla violentamente en un sinfín de episodios con el objetivo de retratar esta nueva versión de la joven cantante. Sus actitudes se tornaron cada vez más agresivas mientras se iba conformando una especie de profecía autocumplida. Mientras más la acosaban, el resultado era una Britney más fuera de sí: borracha a la salida de fiestas, vomitando en publico, descalza en el baño de una estación de servicio, sin ropa interior en un auto. Este mecanismo se transformó en un círculo vicioso. Todo lo que hacía provocaba una controversia.
Mientras tanto, su ex marido la demandaba y la amenazaba con hacerla perder la custodia de sus hijos, a causa de lo que se veía publicado en los medios.
En más de una entrevista, Britney se quebró al no encontrar palabras para entender por qué no la dejaban en paz en un momento tan delicado como el que estaba atravesando.
En ese período, Britney colapsó. Se rapó la cabeza ante la mirada atenta de los paparazzi, atacó el auto de un fotógrafo con un paraguas; fue llevada de su casa atada a una camilla, y tuvo varias internaciones psiquiátricas involuntarias. La prensa se regodeaba alrededor de esta nueva imagen de la cantante. La chica rubia, buena y perfecta se hizo añicos para darle lugar a “la mujer loca y desquiciada”.
“El caso de Britney es muy interesante porque es la actualización contemporánea de una historia bastante común, que es la estigmatización de una mujer que tiene un comportamiento distinto al esperado. Ahora nos llama la atención, pero creo que es un patrón de comportamiento de la prensa. Lo curioso es que esa imagen de una Britney acabada, devorada por las drogas, en mala forma, llegó a todos los medios y ninguno tuvo una mirada compasiva”, aseguró la investigadora, docente y analista de medios Adriana Amado.
Evidentemente, Britney necesitaba ayuda. ¿Qué pasó para que nadie se percatara de la cadena de violencias de la que Britney fue (y es) víctima? ¿Cómo influyó la presión en su cuerpo, su aspecto físico y el cuestionamiento en torno a su salud mental? ¿A un varón se le hubiera cuestionado este tipo de conductas y con esta misma saña? A los varones se les suele perdonar más fácilmente las “malas” decisiones.
A Britney llegaron a acusarla de “mala madre” luego de protagonizar algunos de esos incidentes en presencia de sus hijos pequeños pero, sobre todo, luego de que la cantante apareciera manejando con uno de ellos en su regazo y sin cinturón de seguridad en vez de en el asiento de atrás. Una vez más, la artista tuvo que dar explicaciones. Confesó que lo hizo porque se asustó al ver la cantidad de periodistas que la perseguían y esa era la única manera que tenía de cuidar que no le hicieran daño a su hijo.
¿Cómo se articula todo este trasfondo con la idea de que Britney está “loca”? El público no cuenta con la información para conocer realmente el estado de situación y mucho menos hacer diagnósticos. Lo que sí podemos asegurar es que asignarle a una mujer esa categoría o etiqueta fue y continúa siendo una herramienta para desacreditar, hacer dudar y silenciar a las mujeres que se encuentran “fuera de control”. Si la mujer está “loca” se espera que tenga comportamientos y reacciones “irracionales” y por lo tanto será dificil tomarla en serio.
Para el psicólogo y Director Nacional de Protección de Derechos de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaria de DDHH de la Nación, Leonardo Gorbacz, “el prejuicio acerca de la supuesta peligrosidad de las personas con problemas de salud mental es la base de un sistema basado en el encierro, en asilos psiquiátricos o manicomios y el despojo de todos los derechos. Algunos países han tomado como base la legislación internacional en materia de derechos humanos para reformar sus sistemas partiendo de una lógica inversa: las personas necesitan vivir en la comunidad y ejercer sus derechos para poder tener salud mental”.
“Para el caso de una artista como Britney, la primera pregunta que uno se haría es si la crisis que pudo haber tenido responde a un problema de salud mental diagnosticable o más bien a una crisis vital en una persona que pudo haber tenido necesidad en algún momento de su vida de correrse de las demandas y presiones externas”, reflexionó Gorbacz, autor de la Ley de Salud Mental en Argentina.
En ese sentido, fue la propia Britney la que en el documental For The Record, donde por única vez habló del conservatorship, reconoció que durante ese período se encontraba “sobrepasada”.
Claro que la cantante necesitaba ayuda en ese momento y por sobre todas las cosas hubiese sido sano alejarse de la maquinaria productiva en la que estaba (y está) inmersa desde niña para atravesar lo que le estaba ocurriendo sin la constante exposición. Es posible que ella misma no supiera cómo detenerlo. “Todo pasa tan rápido que no tenés tiempo para frenar y pensar”, reflexionó Britney en el documental.
“El estigma en salud mental muchas veces funciona como un monstruo que se alimenta a sí mismo: una persona que por algún motivo es diagnosticada entra en un circuito de interpretaciones donde cualquier actitud suya es leída como confirmación del diagnóstico”, explicó Gorbacz.
Dos meses después de sus internaciones de 2008 y una vez puesto en vigencia el corservatorship, Britney continuó sacando discos, realizando presentaciones y generando mucho dinero. A partir de esto, sus fans argumentaron que si la artista supuestamente estaba en una situación tan delicada, ¿cómo podía continuar trabajando?
Lo que se ve de la artista en los últimos años es una imagen apaciguada, controlada y teóricamente estabilizada. No sabemos bien qué pasó y el caso está lleno de especulaciones. Ya no es ella la que grita que la dejen en paz, hace un tiempo son lxs fans los que lo hacen. A fin de cuentas, sostienen que Britney está siendo explotada hace años.
En los últimos meses el movimiento fue relanzado y denominado #FreeBritney. Sus impulsores no solo creen que la artista está en condiciones de ser autónoma, sino que además, intentan visibilizar la gravedad de la situación a la que se encuentra sometida la ídola pop. Este cambio en la narrativa hizo que el tema tomara otra connotación y generó incluso que celebridades como Courtney Love, Paris Hilton y Cher se pronunciaran a favor de su “liberación”.
“Está claro que la sustitución de la voluntad a través del mecanismo legal de la tutela judicial es un sistema que atrasa, que va en contra de los derechos humanos fundamentales y que profundiza la dependencia y el padecimiento. En ese sentido la campaña #FreeBritney es un movimiento a favor de los derechos humanos”, sintetizó Gorbacz.
Mientras se esperaban las definiciones de la jueza sobre la continuidad del conservatorship, el encendido movimiento realizó una protesta, con distancia social y barbijos mediante, para exigir su liberación. Lo único que se conoce de ella son sus posteos en Instagram, donde sube fotos y videos con mensajes vacíos, superficiales, reiterativos y haciendo ejercicio.
“Si no tuviera los impedimentos que tengo, con todos los abogados, los doctores y gente que me analiza todo el día me sentiría liberada (…) Cuando le digo a la gente lo que me pasa es como que me oyen pero no me escuchan. Escuchan lo que quieren escuchar. Es triste. Incluso cuando estás en la cárcel, siempre sabés que algún día saldrás. Siento que mi vida está demasiado controlada.No hay emoción, no hay pasión. Es como ‘el día de la marmota’ todos los días”, confesó la cantante entre lágrimas en el mismo documental.
Britney fue los principios de mi adolescencia. Cuando me conectaba a internet por banda ancha para bajar los videos de sus presentaciones desde programas como Napster e Imesh para poder copiar sus coreografías. Es también cuando miraba todos los Making the video de Mtv porque mostraba el detrás de escena y los ensayos en lo que aparecían partes de baile que los videos no mostraban. Y es, fundamentalmente, una reivindicación para un momento en el que decir que te gustaba Britney, sobre todo en un colegio público y “progre”, era naif y superficial.
Estos últimos doce años de Britney estuvieron apagados y sus últimas apariciones públicas me dieron ganas de abrazarla y contenerla más que cualquier otra cosa. Sin embargo nunca me será indiferente. Voy a seguir bailando Slave For You en mis cumpleaños y en el de mis amigxs (y en el de gente desconocida también, voy a admitirlo). Haber aprendido esa coreografía de tanto mirar los videos es uno de mis logros personales más importantes y nadie me va a quitar eso.
Hace mucho que Britney dejó de ser quien era y se nota en sus ojos, su voz, en su actitud y su cuerpo. Pero si el movimiento Free Britney logra que rescatar algún ápice de ella voy a ser la primera en fundar la sede en Argentina.