Simultáneamente a la muestra "León Ferrari. Recurrencias", en el segundo piso del Museo Nacional de Bellas Artes continúa hasta la semana próxima la exposición "Fotografías de Augusto Ferrari en la colección del Bellas Artes", la muestra que la institución dedica a la obra del pintor, arquitecto y fotógrafo nacido en Italia y padre de León.
La muestra presenta más de 130 fotografías, dibujos y pinturas del artista ítalo-argentino, con curaduría de Cecilia Rabossi y Andrés Duprat, que se articula con "León Ferrari. Recurrencias", la exhibición que podrá visitarse desde el miércoles con entrada libre y gratuita, en Av. Del Libertador 1473 de la Ciudad de Buenos Aires.
En cuanto al diálogo con la exposición de Augusto Ferrari disponible hasta el 21 de mayo en la sala 42 del segundo piso del museo, Duprat se libera de la lectura fácil de que "el padre hacía iglesias y León las criticaba", y observa una "unión entre ese padre y ese hijo en la precisión, la seriedad para abordar los temas".
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El curador especifica que "además de una educación religiosa propia de de los años 1920 en Argentina, León tomó ese espíritu analítico inquieto", más allá de ser dos personas diferentes así como sus generaciones. "A veces ciertos detractores de la obra de Ferrari dicen que es fácil señalar o reírse de los dogmas religiosos -eso puede verse en la muestra-, pero Ferrari es un estudioso de la Biblia que no hace una crítica liviana sino una crítica muy profunda, obvio, siempre con humor, con desparpajo como en ´La carta al Papa´ pero nada de lo que dice es superficial, está todo muy bien fundado", reflexiona Duprat.
En la gran sala del Pabellón de muestras temporales del Museo hay un espacio dedicado a los libros sagrados y la biblioteca que atestigua esta investigación profunda, propia de un erudito.
"León Ferrari fue uno de los artistas argentinos más originales y relevantes de la historia reciente. El conjunto de su obra, su pensamiento y sus escritos lo revelan como un creador multifacético y, a la vez, como un hombre con una fuerte impronta política, y gran compromiso y sensibilidad social. Reconocido entre los artistas contemporáneos más importantes del mundo, dedicó su vida a denunciar, con valentía, rigor y genio artístico, los daños y las consecuencias de las que han sido siempre sus mayores preocupaciones: la religión, las dictaduras, la intolerancia y la guerra", describen desde el Museo.
El artista comenzó a trabajar en los años 50 con cerámica y tallas en madera, luego incorporó diversos materiales y soportes, después comenzó con las escrituras abstractas que continúo durante toda su carrera, en 1965 produjo una de sus piezas más controvertidas, "La civilización occidental y cristiana". Luego, exiliado en San Pablo (Brasil), continuó sus experimentaciones vanguardistas en el campo de las artes visuales.
Por las exposiciones "Infiernos e idolatrías" -realizada en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) en el 2000- y la retrospectiva de 2004 del Centro Cultural Recoleta en Buenos Aires, Ferrari recibió ataques de intolerantes ultracatólicos, que otorgaron una visibilidad inusual a su obra, hechos que generaron una intensa polémica acerca de los límites del arte.
En 2007, recibió el León de Oro al mejor artista en la 52.° Exposición Internacional de Arte Bienal de Venecia, Italia, dos años después realizó una exposición en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York y, en 2010 fue invitado de honor en Les Rencontres d'Arles (Francia) donde presentó una gran retrospectiva de su obra.
Con información de Télam