La crisis medioambiental y la violencia social en tres muestras vinculan memorias y posibilidades

06 de febrero, 2023 | 16.43

(Por Marina Sepúlveda) Para aquellos que visitan Buenos Aires o la habitan, febrero es una oportunidad y tiempo límite para recorrer tres muestras artísticas que exponen la cuestión de la violencia, institucional, social, medio ambiental: dos en el Museo Moderno de Buenos Aires con la colectiva "El límite" y la antológica "Enlaces Querandí", de Mónica Girón, y desde otra perspectiva, el Parque de la Memoria rinde homenaje a la artista uruguaya Ana Tiscornia con "De este a oeste y de norte a sur".

En el año en que se conmemoran 40 años de la democracia en Argentina, tres muestras hilvanan desde el 2022 un circuito de memorias y violencias replanteadas, expuestas, latentes, como antesala. Heridas que atraviesan lo social y lo tensionan y comparten un guion curatorial diverso como sus artistas y los homenajes a Mónica Girón y a Ana Tiscornia.

"El límite" expresa un posicionamiento sobre las violencias explícitas y no tanto, sean éstas memorias de las dictaduras cívico militares, los femicidios o "ecocidios", desde un diálogo entre las obras más recientes del acervo del museo y artistas invitados. La muestra colectiva fue curada por Victoria Noorthoorn, directora del museo, Javier Villa, Marcos Krämer y Violeta González Santos y se inauguró en abril pasado en las salas de la planta baja del edificio de San Telmo (Avenida San Juan 350, CABA).

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Dispuesta en dos salas se configura esta mirada particular sobre las violencias que atraviesan y atravesaron el tejido social a partir de obras de más de cuarenta artistas, entre los que se encuentran Nicanor Aráoz, Pompeyo Audivert, Carlota Beltrame, Perla Benveniste, Antonio Berni, Adriana Bustos, León Ferrari.

También se exhiben obras de Raquel Forner, Ana Gallardo, Nicolás García Uriburu, Víctor Grippo, Alberto Heredia, Carlos Huffmann, Enio Iommi, Antonio Seguí, Pablo Suárez y Helen Zout, por nombrar solo algunos, y los invitados son Gabriel Baggio, Luis Pazos, Héctor Puppo y Jorge de Luján Gutiérrez, junto a los colectivos Identidad Marrón y La Lola Mora, Martín Legón y Tomás Espina.

Compuesta por distintos núcleos como el dolor, las piezas dialogan con otras históricas de la colección que establecen una crítica a la violencia del siglo XX con piezas de Identidad Marrón y La Lola Mora, centrados en la problemáticas de violencia como son la la discriminación por el color de piel y el racismo -ante cuerpos racializados considerados como lo otro, lo rechazado y suprimido- persistente en la sociedad colonizada por ideales occidentales "blancos", o la relectura feminista de la historia del arte.

En otros núcleos se desprende esa ecología ligada al territorio y los recursos naturales, a los saberes y tradiciones surgidas desde geografías especiales de algún modo canceladas, con piezas desde donde la práctica artística denuncia "la devastación humana y territorial" y pone en foco otros modos "más sensibles de vincularse con el territorio", restableciendo los lazos con la sabiduría ancestral "sobre la naturaleza", destaca el texto curatorial.

También en la planta baja, y a modo de continuidad, se sitúa la antológica "Mónica Girón: Enlaces Querandí" de la artista ganadora del Premio a la Trayectoria 2021-2022 otorgado el Salón Nacional del Palais de Glace, que brinda una suerte de reparación "a partir de la reelaboración emocional de la violencia individual, social y planetaria", como describen desde el museo.

Girón (San Carlos de Bariloche, 1959) en "Enlace Querandí" -curada por Javier Villa- invita a recorrer diversas investigaciones sobre la relación entre personas y territorio, desde imágenes y representaciones que permiten acercarse a fenómenos que por su escala son de difícil apreciación, condensando, metaforizando desde distintas materialidades una posibilidad de "entablar" un vínculo "otro" con el entorno, en una práctica artística que concibe arte y vida desde el nomadismo, lo híbrido y la transformación, como indican.

Es así que escultura, pintura, dibujo, mural o lo digital impactan en obras que vinculan la materia como soporte con la investigación no exenta de filosofía y otras disciplinas trabajadas por la artista como parte de su práctica.

Llamativas son las formas colgantes "Lagunas" (2006-2019) creadas con cera de abejas en referencia a un "aglutinante social" o la pieza "Neocriollo", del mismo material, expuesta después de 15 años y creada tras la crisis de 2001 que representa una escultura con "21 personas en un metro cuadrado" de cuerpos indiferenciados conformando "una unidad de apariencia flexible", como si fuera un trabajo en proceso, inacabado -describe Girón- acerca del trabajo "sobre la interioridad" que centraliza miradas.

También están las acuarelas que testimonian "las corrientes líquidas del cuerpo y del planeta" o la impresión tridimensional -en materiales biodegradables- que cuantifican en accesible escala proporciones de mares y continentes. O un grupo de pinturas que representa la fauna del delta del Paraná junto con un mapa hecho en hierro, en una búsqueda de empatía para el cuidado y defensa de esa fauna que aún existe pero que se encuentra amenazada por el extractivismo y el ser humano.

Girón, establece el curador, hace más de cuatro décadas que "ensaya distintos modelos para lidiar tanto con la violencia interna, la social y la que le infligimos al planeta como con el amor, la soledad, las fuerzas desconocidas y lo incuantificable", desde donde se puede "discernir y comprender aquello que nos desborda, y abre paso a la posibilidad de proyectar, imaginar y transformar".

Para Villa, la artista que fue influenciada a corta edad por la obra de Berni o la visita al Museo de Antropología de México, genera imágenes densas, híbridas, cargadas de paradojas y desconcierto, al tiempo que busca la empatía como opción.

Por ejemplo, en sus dibujos MED (miedo existencial democrático) refleja la alineación de la energía de los cuerpos desde la individualidad, a partir de su propia experiencia en técnicas budistas y taoístas, entre otras, en cambio, en los que llama SX "indaga sobre la fusión de fuerzas entre dos cuerpos" cuando estos se mezclan con un colorido que contrasta con la serie previa; y por último lo tecnológico da pie para descubrir geografías y flujos mediante imágenes satelitales que desembocan en otros usos.

En un registro muy diferente, está el trabajo de la uruguaya Ana Tiscornia cuyo vínculo con la arquitectura y la modernidad son el punto de partida de la muestra denominada "De este a oeste y de norte a sur", curada por Florencia Battiti y que podrá visitarse hasta el 5 de marzo en el Parque de la Memoria, en Buenos Aires.

Inaugurada en la Sala PAyS (Presentes, Ahora y Siempre) a principios de diciembre de 2022, la exposición "articula pasado y presente, arte y arquitectura, memoria y olvido, práctica y teoría, delicadamente hilvanados en el proyecto poético de una artista que asume y se aproxima a la pérdida pero con un gesto esperanzador", define Battiti.

La exposición de Tiscornia (Montevideo, 1951), artista, escritora y docente galardonada con el Konex Mercosur y radicada hace varias décadas en Nueva York (Estados Unidos) incluye instalaciones, collages, ensamblajes, pintura, libros y fotografía: lenguajes y materialidades que le permiten a la artista elaborar "metáforas sobre los constantes ciclos de construcción, destrucción, pérdida y reconstrucción que sufre la humanidad", porque "el desplazamiento, la fisura, la incertidumbre y la repetición son constantes de su trabajo", explica la curadora.

A su vez, la muestra desplegada junto al río de La Plata cerca de Ciudad Universitaria sintetiza una trayectoria o "derrotero, que confluye en el colapso de la utopía modernista" que la impulsaron a utilizar "un lenguaje anclado en la arquitectura", refiere Battiti quien sostiene como particularidad la "búsqueda de construir en medio de la catástrofe estableciendo una especie de cartografía del olvido".

Tiscornia estudió arquitectura en Uruguay, artes visuales con Guillermo Fernández y grabado en el Club de Grabado de Montevideo. Desde 1981, reside en Nueva York, donde es profesora emérita del SUNY, Old Westbury College. En Montevideo, y al calor de la efervescencia cultural uruguaya, comenzó a estudiar arquitectura, formación que fue interrumpida por la llegada de la dictadura militar a Uruguay en 1973.

El título de la muestra condensa esa dialéctica establecida entre sus principios formativos y el cuestionamiento crítico que "funcionaron como una brújula", y por otro lado, "desde el activismo político que abrazó a fines de los 60 y principios de los 70, -señala Battiti- es que Tiscornia se aferró a la idea de un activismo cultural que se fue diversificando a lo largo de los años".

"En los años posteriores al 2001, mi atención a los conflictos mundiales y las desesperadas migraciones masivas se sumó a las previas inquietudes que nunca me abandonaron. Mis búsquedas en el arte se orientaron cada vez a utilizar un lenguaje anclado en la arquitectura para aproximarme a la pérdida a través de un resto mínimo que sea capaz de aludir a lo que ya no está, o que intente rescatar lo poco que queda, y construya algo con eso para, desde ahí, propiciar una lectura que evoque el resto", explica Tiscornia en el catálogo de la muestra. Palabras que deslizan sentido para esos rastros, ladrillos, trozos de paredes, espacios vacíos, y otros objetos que habitan la propuesta expositiva.

"De este a oeste y de norte a sur", de entrada libre y gratuita se puede visitar en la Sala PAyS (Presentes, Ahora y Siempre) del Parque de la Memoria (Avenida Costanera Norte Rafael Obligado 6745, CABA), de martes a viernes de 11 a 17 y fines de semana y feriados de 11 a 18.

Con información de Télam