La polémica subasta en la que el germano-austríaco Wolfgang Flatz tenía previsto ofrecer fragmentos tatuados de su piel que iban a entrar en posesión de los compradores recién luego de su muerte, fue finalmente cancelada después de que- según la casa Christie´s- un coleccionista comprara las 12 piezas por "una suma de siete cifras", aunque la naturaleza controvertida del "insumo" artístico genera la sospecha de que el lote se dio de baja por los dilemas éticos que había generado.
El artista pretendía subastar el jueves último por la noche su piel y sus tatuajes, con el argumento de que serían sometidos a un tratamiento para volverse recuperables tras su muerte. Se había presentado desnudo y tatuado en el escenario de la Pinatec Moderna de Munich ante aproximadamente 1.000 invitados que acudieron a la subasta benéfica titulada "Arriesgar el propio pellejo".
Una página ahora eliminada en el sitio web de Christie's describía cómo el remate ofrecía "una oportunidad única de adquirir una pieza significativa del futuro de la historia del arte, ya que es la primera vez que un artista vende su cuerpo real como obra de arte durante su vida".
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El evento se organizó como preámbulo de una retrospectiva de la obra de Flatz, también en la Pinacoteca Moderna de Munich, titulada "Algo mal con la escultura física", que se extenderá hasta el 5 de mayo de 2024 e incluye una obra que ofrece a los visitantes la oportunidad de lanzar dardos a su cuerpo.
El remate del lote planteaba algunos de los desafíos éticos y legales relacionados con la producción, exhibición y venta de obras de arte de vanguardia, en particular el movimiento accionista vienés, con el que Flatz estuvo asociado.
"Hay sensibilidades éticas y culturales en torno a la venta de piel, que es un tejido y un órgano humano", señaló Xisca Borràs, socia del equipo regulador de ciencias biológicas del despacho jurídico británico Bristows a la publicación especializada The Art Newspaper.
"La ley no aborda específicamente este tema, a pesar de los esfuerzos del Consejo de Europa y de los diferentes países de Europa para detener el tráfico de órganos humanos. Y si el artista podría dar el 'consentimiento apropiado', dado que le pagan por la piel tatuada, es una cuestión legal abierta, explicó.
Alertada acaso por los alcances de posibles escollos legales, la casa Christie´s anunció finalmente que la subasta no se llevaría a cabo porque un coleccionista suizo cuyo nombre no fue revelado compró en bloque la obra completa, que recién estará en su poder trasla muerte del artista. Mientras tanto, lo que ha recibido son un conjunto de fotografías en blanco y negro de los lotes hasta su cesión póstuma.
Según precisó la casa de remates, el resto de la piel tatuada se entregará al hijo del artista. Los tatuajes incluyen el nombre del artista en cirílico y una cita del filósofo romano Cicerón: "Dum spiro spero" ("Mientras respiro espero").
"Era una oferta a la que no podía decir que no, a la que nadie habría dicho que no", señaló Flatz, quien además adelantó que el dinero se destinará, entre otras cosas, a su fundación que apoya a jóvenes artistas. "Me alegro de que toda la obra acabe en manos de un coleccionista y, por lo tanto, permanezca unida y pueda volver a exhibirse junta", agregó.
El artista, de 71 años, tiene hasta el momento 13 tatuajes: uno de ellos se lo prometió a su hijo mientras que los otros doce fueron legados al coleccionista. Cuando Flatz muera, partes de su piel serán retiradas de su cuerpo, preparadas e insertadas en las fotografías detrás de un cristal, todo especificado en un testamento.
No es la primera vez que un artista contemporáneo encuentra objeciones con la ley sobre el uso de tejidos y órganos humanos directamente en su obra: Wim Delvoye ya había generado controversia y acusaciones de ilegalidad con sus tatuajes de cerdos vivos a principios de este siglo, en tanto el artista canadiense Rick Gibson fue condenado (en virtud de leyes de decencia pública) en 1991 por exhibir aretes hechos con fetos. Por el contrario, sí logró sortear los escollos el británico Marc Quinn, quien en 2005 subastó una escultura de su cabeza hecha con 9 pintas de su propia sangre congelada.
Por otro lado, Flatz acaba de inaugurar su retrospectiva "Algo mal con la escultura física", en la que sugiere hasta dónde está dispuesto a llegar. La muestra presenta obras como fotografías, instalaciones y performances. Por ejemplo, la instalación "Bodycheck" en su participación en la feria Documenta IX de Kassel en 1992: del techo cuelgan 90 pesados sacos de boxeo, a través de los cuales los visitantes literalmente tienen que abrirse camino. También hay motos decoradas con pedrería, así como un video de 1990, donde desde una sinagoga destruida en Tbilisi, Georgia se ve cómo Flatz cuelga del techo con una cuerda. Se balancea hacia adelante y hacia atrás como el mango de una campana y golpea dos enormes placas de metal hasta que cae inconsciente.
Flatz a menudo tematiza su cuerpo o incluso lo utiliza en sus acciones, a veces extremas. Dice también que ve su piel como una especie de lienzo. Según afirmó en una entrevista, el cuerpo es el primer medio de expresión de una persona, su primer vestido, que envejece y muere con él. Se refiere así a una tradición japonesa que consiste en tratar los tatuajes elaborados de forma póstuma como obras de arte.
Con información de Télam