(Por Julieta Grosso) Con sus arrebatos místicos y esotéricos que solo blanquea a un grupo minúsculo de allegados y una personalidad explosiva moldeada en las sombras de una vida solitaria, regada por los ecos del bullyng y la violencia paterna, la historia de Javier Milei capturó al periodista Juan Luis González, que en "El loco" ahonda en estos entresijos sin perder de vista los claroscuros de su vida pública, desde la venta de candidaturas que llevó adelante su agrupación hasta la extraña alianza con barrabravas acusados de asesinato.
La trama de ida y vuelta entre vida pública y vida privada que teje el economista y líder de La Libertad Avanza impregnó, como se sospechaba, el acto de cierre de campaña que tuvo lugar el lunes pasado en el Movistar Arena. Ahí, Milei volvió a mostrarse como un candidato díscolo, no solo en su desaforada recorrida coreográfica por el escenario del estadio sino por su discurso, que incluyó un agradecimiento a sus perros. "Aunque no les guste a los periodistas roñosos, les quiero dar las gracias a los hijos de cuatro patas: a Conan, a Murray, a Milton, Robert y a Lucas", aludió a sus mastines ingleses.
La referencia a sus canes conecta con el primer hallazgo que hizo Juan Luis González cuando empezó a investigar la figura del líder libertario para sus notas semanales en la revista Noticias. Fue el indicador que marcó el viraje decisivo desde el formato de nota periodística a libro: en la orfandad de vínculos interpersonales -excepto el que lo une entrañablemente a su hermana Karina-, el candidato presidencial construyó una relación atípica con su perro Conan, hasta que el animal contrajo cáncer y murió en 2017.
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¿Cómo procesó Milei su muerte? Acaso no lo hizo y ése fue el primer indicio que tuvo el periodista de la extraña espiritualidad que lo guía: lejos de aceptar que ya no tendría la compañía de su perro, decidió clonarlo en un costosa compañía estadounidense que se dedica a esas cuestiones y costear -a razón de 50.000 dólares cada una- cuatro versiones de su mascota.
"Lo del perro o lo del ocultismo es claramente muy impresionante, sobre todo en la medida en que no sólo se relaciona -y es un tema excéntrico, si se quiere bizarro- con su vida privada. Tiene mucho que ver también con lo que es su quehacer público, sobre todo con su salto a la política", destaca González en entrevista con Télam. El periodista remite a que la historia del perro clonado abrió el camino para que Milei comenzara a participar de sesiones espiritistas para conectarse con su mascota y eso habilitó un recorrido místico que selló su vocación política.
Según rastrea en la biografía recién publicada por Planeta, los contactos extrasensoriales con el perro le permitieron conectarse con Dios, quien según la reconstrucción que hizo el autor de los dichos del líder libertario, le encomendó alistarse en la carrera para convertirse en presidente.
El economista es consciente del componente inverosímil de su relato y por eso advierte a su círculo íntimo: "Yo vi la resurrección de Cristo, pero no lo puedo contar. Dirían que estoy loco", le dijo a un amigo, según reproduce González en su libro, como si fuera posible escapar del epíteto que lo persigue inexorablemente desde su infancia y que da título a esta biografía, "El loco".
"Del tema de la locura no puedo opinar demasiado porque no soy un especialista en eso. Sí puedo decir como dato periodístico que a lo largo de la vida de Milei se le fue apareciendo esa palabra: era lo que le decía el padre cuando justificaba la violencia contra él, argumentando que había que enderezarlo porque estaba loco. Era también el apodo que le pusieron en el colegio donde le hacían bullying, y el que le pusieron en Chacarita, donde jugaba al fútbol", dice González.
Y amplía: "Es la palabra que aparece ahora en una encuesta de la firma Giacobbe, ese tipo de encuestas tipo sopa de letras que en una sola palabra buscan definir al candidato. La que más aparece con Milei es loco y es curioso porque es de la gente que lo va a votar, mientras que los que no lo van a votar marcan la misma palabra. Es algo que evidentemente se le aparece a todo el mundo".
Dos hipótesis sigilosas encadenan la sinergia entre lo público y lo privado con la que el periodista busca encontrar un sentido distinto para aquello de "lo personal es político". Por un lado, la idea de una transitividad probable que conecta a los líderes políticos con los contextos en los que intervienen: "¿qué pasa si en un país inestable aparece un líder inestable'", se interroga al comienzo de su investigación, como si buscara justificar el descenso a los aspectos más escabrosos de la vida de Milei que irán apareciendo en el recorrido.
"Quizá Milei no esté enojado. Quizá no tengo tenga bronca. Quizá Milei tenga miedo", conjetura más adelante para complejizar los sentimientos de una figura que convirtió al enojo en una antena que registra y capitaliza el fenómeno mundial de descontento social y rechazo a la política que propició el surgimiento de las nuevas derechas, con el líder que se define como "anarcocapitalista" a la cabeza del desprendimiento.
A diferencia de otros textos centrados en figuras políticas, en este caso había poco por indagar en casilleros habituales como los alineamientos con otros líderes o de las negociaciones para acceder a espacios de poder dentro de una estructura partidaria, pero a cambio el periodista fue desenvolviendo una rica trama personal, digna de una biopic por sus componentes dramáticos y sus excentricidades. ¿Qué realizador o guionista se resistiría a contar una historia en la que se eslabonan una infancia solitaria y violenta con arrebatos megalómanos y rituales esotéricos para dialogar con animales muertos?
González explora todas estas capas superpuestas que revisten la excéntrica personalidad de Milei, pero lo hace sin atisbos de condescendencia y sin caer en justificaciones o asociaciones simplistas.
Aloja en su relato las terribles golpizas de su padre -como cuando a los 11 años comentó que la guerra de Malvinas iba a resultar un fracaso y desató la furia paterna ante el silencio cómplice de su madre-, el bullying de sus compañeros de colegio y su soledad persistente.
Pero en ningún momento intenta atenuar con esta deriva emocional el peso de las varias denuncias que detalla el libro, desde la venta de candidaturas para todo interesado en sumarse a su agrupación hasta sus alianzas con candidatos de la casta rancia que dice haber llegado para combatir -como Ricardo Bussi, el hijo del genocida tucumano Antonio Bussi- y el vínculo con los hermanos Alan y William Schenkler, los barrabravas de River acusados el asesinato de Gonzalo Acro en 2007.
"Sobre la personalidad de Milei, creo que está conectada esa vida tan solitaria y violenta con toda esa violencia que se desprende de su vida pública, o sea, debe haber algún tipo de conexión entre la violencia que sufrió en el pasado y el tipo que hoy habla, grita y se enoja todo el tiempo. El hecho de que todo el tiempo se esté peleando con todo el mundo y acusando a todos de traidores debe tener vinculaciones con ese pasado. De hecho, se peleó con el único amigo que tuvo en toda su vida, que es Diego Giacomini. Imagino todo conectado a esa vida tan difícil", conjetura González.
En los últimos tiempos, la figura de Milei parece haber experimentado una declinación en las preferencias de voto, producto en parte de las denuncias por compra de candidaturas o la que entabló el Partido Demócrata bonaerense contra la precandidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza, Victoria Villarruel, por falsificar firmas para quedarse con la presidencia del partido e integrarlo al frente de la ultraderecha liderado por el economista
¿Qué impacto tienen tanto estas denuncias como la circulación de esta biografía
sobre su núcleo de votantes? "No era mi intención hacer un libro contra Milei. La verdad es que no lo es, nunca quiso serlo. Creo que es un libro que intenta entenderlo y por lo tanto también entender y empatizar con sus votantes en un momento donde escucho mucho que los que votan a Milei son todos boludos o son todos fachos. Creo que hay algo que explica ese voto: hay una crisis económica, una sociedad que cambió y un Estado que no sabe llegar a esa nueva sociedad", analiza González.
Y remarca: "No creo que sea un libro contra Milei ni contra sus votantes, pero sí es verdad que estamos en una sociedad bastante agrietada, entonces uno hace una investigación periodística independiente y crítica, y algunos lo ven como un libro en contra, en especial los que lo siguen".
"Con respecto a lo de la venta de candidaturas o este tipo de alianzas con la casta que hizo Milei, (Jaime) Durán Barba publicó una nota sobre el libro donde argumenta que este tipo de cosas a Milei no le restan ni un voto, porque precisamente tiene votos por parecer un candidato alejado de la política tradicional, entonces todo lo que a nosotros nos parece excéntrico para el posible votante de Milei es positivo: que el tipo grite es positivo, que se peine con esos pelos locos es positivo, incluso cosas como vender las candidaturas o hablar con los perros muertos es positivo, porque eso al ojo de un posible votante suyo no es algo que haga un político tradicional", concluye González.
Con información de Télam