(Por Dolores Pruneda Paz) "Memoria", la exhibición que trae por primera vez a la Argentina 130 obras del artista ruso-norteamericano Boris Lurie, legatario de una obra que condensa el horror y la violencia de las guerras y genocidios, propone un recorrido que se abre nuevas preguntas en un presente signado por la guerra entre Rusia y Ucrania y el conflicto en Medio Oriente.
Artista de origen ruso judío que adoptó la nacionalidad estadounidense, a los 16 años Boris Lurie fue tomado prisionero por los nazis y llevado a los campos de concentración con su padre hasta el final de la Segunda Guerra Mundial y, como sobreviviente del Holocausto, desarrolló la obra descarnada y potente que ahora puede verse en Argentina y que construyó en abierta oposición al mainstream y las vanguardias de su época.
Las piezas que hasta el 26 de noviembre exhibe el porteño Centro Cultural
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Borges (Viamonte 525) y que hasta el 1 de diciembre podrán conocerse en el Museo Judío de Libertad 769, también en la ciudad de Buenos Aires, presentan un corpus de obra que formó parte del "NO!art", el movimiento que, como el arte de Lurie, "era "provocativo y contestatario, crítico del mercado del arte, de sus actores, de la sociedad de consumo y del mundo de la publicidad", resume en diálogo con Télam Liliana Flugelman, curadora de la parte de la muestra que exhibe la sede.
Se trata de una obra que "proclama no a la crueldad, al materialismo, a las mujeres objeto, al racismo y a los totalitarismos", de "un arte incómodo, cáustico y también político", señala Flugelman sobre la producción de Lurie, quien perdió a su madre, a su hermana, a su abuela y a su novia en los campos de concentración del nazismo.
"El desafío de vivir en la sociedad consumista neoyorquina de la posguerra, donde no había lugar para hablar del Holocausto, fue modelando su personalidad poco afecta a complacer -agrega Flugelman-. El NO!art surgió de una profunda necesidad de expresar sus sentimientos acerca de esta realidad que se contraponía radicalmente con su experiencia, desmarcándose del arte que promovían los poderosos críticos del momento".
Lurie (1924-2008) estaba "en contra del sistema del arte americano" y "se oponía a las tendencias artísticas del momento por considerarlas banales y de interpretación ambigua", aporta a su turno Cecilia González, responsable de la parte de exhibición montada en el Borges.
Los postulados de ese NO!art, detalla González, son: "arte totalmente libre de expresión que no se limita a una tendencia en particular, las tiene todas y ninguna de ellas; arte que no es para la venta y que se manifiesta en forma radical contra del Mercado del Arte; Arte Anti POP; Arte de protesta y denuncia contra el consumismo, el imperialismo, el racismo, la guerra y todo lo que corrompiera a la humanidad; Arte comprometido con la verdad".
"El estilo y las formas brutales de Lurie, en oposición a las formas del expresionismo abstracto y al Pop Art, eran rechazadas por la élite de críticos que invitaba a los artistas a los grandes museos como el MoMA", sostiene y define su arte "confrontativo". "Era reconocido en ese sentido. De hecho, sus exposiciones con el NO!art eran visitadas por los mismos críticos que los rechazaban", sintetiza la curadora del Centro Cultural Borges, González. Incluso, añade, "tenía en común con el Pop Art la utilización de imágenes gráficas de los medios masivos de comunicación", aunque "por supuesto de una manera totalmente diferente, ya que él las recortaba, rompía, desgarraba e intervenía con pinceladas catárticas y material de desecho para mostrar su disconformidad y confrontación con el consumismo y con la estética vacía cómplice de un sistema deshumanizado".
La exposición incluye la presentación de un catálogo bilingüe. En él se lee: "El acto de erradicar la vida de un semejante, en constante transformación en la historia de la humanidad, nos confronta. A pesar de haber creído que habíamos aprendido la lección después de la Segunda Guerra Mundial, una nueva tragedia asola a Europa, con Ucrania devastada por la brutal invasión rusa. Mientras en distintos lugares del mundo se repite, en diversas proporciones, el mismo horror que esta exposición expresa, nuestro compromiso nos insta a no olvidar ".
¿Cómo dialoga o se resignifica esta muestra con el presente? Para Flugelman, la vigencia de la obra de Lurie en estos momentos es muy significativa y nos interpela de una manera brutal.
"No hemos aprendido nada de las grandes tragedias -dice-. Solo mirar su Serie de la guerra, las Mujeres desmembradas, la Valija Anti Pop o el Railroad collage nos hace concientizar del peligro de los totalitarismos, del odio racial, de la guerra".
"Desde el punto de vista estético Lurie fue un gran artista y, desde lo conceptual, su obra es un manifiesto contra la injusticia, la guerra y la banalidad", asegura Flugelman. Por eso mismo "su obra merece y debe ser parte de la historia del arte y de la humanidad", subraya González.
Un outsider que admiraba a Borges
Lurie hablaba siete idiomas, entre ellos el español que aprendió de un prisionero en uno de los campos de concentración, lo que le permitió leer obras de escritores de la lengua castellana. "Era admirador de Jorge Luis Borges y leía su obra en el idioma original", cuenta Flugelman.
"No era un artista superficial y su obra no era esteticista o decorativa, era conceptualmente compleja y de una brutal honestidad", remarca.
Para ella, "observando algunas obras de NO!art podría decirse que remiten a Lucio Fontana, quien ya era un artista consagrado en la época que Lurie visitó Italia".
En tanto que "el uso de material de desecho o encontrado se podría relacionar con algunas obras de Antonio Berni, quien se desmarcó del arte de la época denunciando la injusticia y las diferencias sociales -advierte-. ¡Berni ganó el Gran Premio en la Bienal de Venecia en la misma época que Lurie exponía en Milán!".
Gertrude Stein, la homónima, la otra
Esta retrospectiva inédita llega al país en el marco de una gira latinoamericana organizada por la Boris Lurie Art Foundation (BLAF), que dirige Gertrude Stein en Nueva York, Estados Unidos.
El nombre Gertrude Stein resuena fuerte, pero "no hay relación alguna de Gertrude Stein con su homónima europea, más allá de que ambas dedicaron su vida al arte como coleccionistas y mecenas", explica Flugelman y disipa dudas en torno a posibles vínculos con aquella pionera de la literatura modernista, que vivió entre 1874 y 1946, y que fue una suerte de influencer de la vanguardia parisina, admirada por Pablo Picasso.
La relación entre ésta Gertrude y Boris duró años hasta que él murió en 2008, "fue su galerista, amante, gran amiga y, hasta la fecha, Presidente de la Boris Lurie Art Foundation (creada por él mismo) que tiene por objetivo promover y dar a conocer la obra de este gran artista", explica.
¿Dónde, cuándo y qué?
Son dos muestras absolutamente complementarias o -desde otra lectura- una muestra que se divide en dos capítulos, los cuales pueden compartir series pero en los que no se repite ninguna de las obras. El Borges reúne piezas de los años 60 y 70, principalmente collages, mientras que en el Museo Judío hay un recorrido de toda la trayectoria de Boris Lurie.
Una parte de la retrospectiva del Borges repasa la relación del Lurie y su arte con la sociedad americana, el choque entre su concepción sobre la memoria con la construcción de memoria que esa sociedad postula; en tanto que la otra sede se concentra sobre la identidad judía y lo referido a la memoria del Holocausto, si bien este tema atraviesa toda la obra de este artista.
Las muestras podrán visitarse, con entrada gratuita, en el Pabellón II del Borges, (Viamonte 525, CABA) de miércoles a domingos de 14 a 20 hasta el 26 de noviembre; y hasta el 1 de diciembre en el Museo Judío Libertad 769, CABA, de lunes a viernes de 10 a 18.
Con información de Télam