La escritora española Silvia Hidalgo es la ganadora del XIX premio Tusquets Editores 2023 por su novela "Nada que decir", que se publicará en Argentina en febrero próximo, informó Grupo Planeta en un comunicado.
Un jurado, presidido por Antonio Orejudo e integrado por Bárbara Blasco, Eva Cosculluela, Cristina Araújo (ganadora en su anterior convocatoria) y Juan Cerezo (en representación de la editorial), acordó por mayoría otorgar el premio a la obra de Hidalgo, que recibirá 18.000 euros y una estatuilla diseñada por Joaquín Camps.
Nacida en Sevilla en 1978, Hidalgo es ingeniera informática y autora de las novelas "Dejarse flequillo" y "Yo, mentira", además de ser flamante ganadora del premio Tusquets de Novela, donde se impuso en una convocatoria en la que se recibieron 672 manuscritos.
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"Nada que decir" -su tercera novela- es el deslumbrante retrato psicológico de una mujer enfrentada a sus contradicciones y a la vorágine de la vida moderna, una historia veraz y lacerante sobre la vivencia del deseo y la pasión, sobre cómo se sobrepone a la crisis de los 40, la ansiedad por el éxito social, el desencanto del hogar y la atracción por lo prohibido, informó la editorial en un comunicado.
La obra arranca con la historia de una mujer que aguarda en el interior de un coche a que su exmarido acuda a recoger a la hija de ambos, que llora en el asiento de atrás. Mientras cae la lluvia, ella está pendiente de su móvil y de una cita con un desconocido. Como un animal desorientado y furioso, se deja llevar por su deseo crudo, sin tapujos, en el que la maternidad, la familia, el trabajo ocupan un lugar secundario.
La novela, que se publicará en la colección Andanzas en Argentina en febrero del año próximo, "traza con extraordinaria agudeza una radiografía transversal
de la mujer contemporánea", en palabras de la jurado Cristina Araújo. Para Eva Cosculluela, Hidalgo posee "una voz afilada que escarba en el deseo, las ambiciones y el desencanto de una mujer que lo tiene todo, una indagación extraordinaria sobre las decepciones que esconden las vidas perfectas".
"No es más que una tarada sentada al volante mirando fijamente el móvil. Todavía es joven, pero ya es alguien que fue otra persona, al menos, una mujer. Ahora solo espera quieta a que pase algo, que la niña deje de llorar detrás, que el padre llegue a recoger a la criatura, que aparezca un mensaje en la pantalla. Algo", se lee en las primeras hojas de la novela.
Y prosigue: "Respira en rojo con las luces de emergencia clin clon clin clon. Por la ventanilla ya aparece el padre, viene a por lo que es suyo. La sonrisa como una garra que se apropia, la sonrisa que antes también era para ella en las terrazas de los bares y en las bodas. Apresurada, se baja del coche, le entrega la niña y la bolsa de ositos con lo que se le ocurrió meter dentro. Él le pregunta ¿estás bien?, ¿estás bien? Pero no escucha, se responde a sí mismo con su mirada compasiva, la abraza y le pincha todo el cuerpo. Ellos iban a ser diferentes, iban a ser felices, en cambio ahí están y se pone a llover a mares como venganza".
Con información de Télam