(Por Ana Clara Pérez Cotten) Con una historia que cuenta de manera descarnada y sin tabúes una relación amorosa en la que la violencia es un elemento omnipresente, Mariana Skiadaressis se propone en la novela "Siempre las sombras" (Nudista) una historia que aborda la violencia de género sin subrayados ni preconceptos y, de esa forma, explora el terreno de lo más individual y subjetivo que mueve a los personajes y a veces los empuja fuera de lo que dictamina la lógica de época.
Skiadaressis nació en Buenos Aires en 1978. Es escritora, Licenciada en Letras y desde hace años coordina un taller de escritura. Publicó cuentos en antologías de narrativa breve y en 2018 llegó a las librerías su primera novela, "La felicidad es un lugar común" (Entropía), una historia en la que el fantástico irrumpía en la dinámica casi costumbrista de Puán. En "Siempre las sombras", en cambio, se dona al hiperrealismo para, desde esa perspectiva, advertir sobre lo irreal que impregna lo cotidiano.
Lara, el personaje principal, transita los equívocos treinta y orbita entre el mundo de la publicidad y la política. Consciente de que "el amor no es esa cosa sin fisuras que se describe en las telenovelas", se enamora de Dante, violento e infantil. Esa relación, que la lleva a hacer un recorrido biográfico que solo acepta con la certeza de quien goza, interpela al lector: ¿Una víctima decide? ¿El amor puede ser violento? ¿Por qué una mujer que sufre decide permanecer en ese lugar?
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En la contratapa, la escritora Ariana Harwicz propone una lectura de "Siempre las sombras" que la inscribe dentro de una camada de textos -entre los que están incluso los suyos- que buscan desde la ficción desarmar el sentido común y el ese bien pensar establecido que parece narrar nuestros días. "Esta es una novela escrita por una mujer, o no, por un hombre, sobre un personaje femenino bastante masculino. Skiadaressis nos cuenta la moral de nuestro tiempo a través de un deseo que no tiene la forma esperada. Pero ningún deseo tiene la forma esperada y menos en una novela", propone Harwicz. Después, también desliza una apuesta generacional: "Con el Dr. Aborto, el solárium, las bandas de punk, la hiji, Skiadaressis nos sitúa en una época, si un lector dentro de un siglo se acercara a esta historia, entendería a los jóvenes del 2022. ¿O a los de los 90?".
- Télam: ¿Cuál fue el puntapié para pensar la historia de "Siempre las sombras"?
- Mariana Skiadaressis: Leí a una influencer que se quejaba de que había viajado con un novio a México, donde el novio la había violentado. Y esto que pienso es políticamente incorrecto, pero a mí me pareció que el hecho de viajar a México con una persona que seguramente ya sabía cómo era y denunciarlo después públicamente me pareció un poco hipócrita y desatinado. ¿Ahora que no te interesa más lo vas a acusar? Me pareció un escrache poco deshonesto. Y ahí, a partir de ese cortocircuito de ideas, pensé que se podía escribir una historia sobre un hombre que ejerce violencia de género sobre una mujer que lo ve y que quiere estar con él. Ahí hay una perversión que está tapada, que no se cuenta.
- T.: En la contratapa, Ariana Harwicz dice que la historia podría estar escrita por "por una mujer, o no, por un hombre", en una frase que pone en jaque la asimilación del autor y el texto, tan usado por estos días. ¿Coincidís? ¿Te planteaste esta cuestión al momento de escribir?
- M.S.: No, fue un ejercicio más libre, pero sí creo que la novela encierra un enojo contra el bien decir. Me enoja el bien decir, dejar de nombrar las cosas no hace que dejen de existir. Y el personaje principal, Lara, juega mucho con eso: pone en palabras y en acto cuestiones que hoy son difíciles de asimilar.
- T.: ¿Lara es una víctima que no llega a autopercibirse como tal?
- M.S.: En mi lectura, Lara no es una víctima. Ella quiere estar con un novio maltratador y violento, quiere estar ahí, es como un goce. Elige un recorrido y en esa medida no es una víctima. Ella en un momento duda y sigue. Pero bueno, dudas hay siempre en el amor.
- T.: Lara advierte que "complementarse con el otro no existe". ¿Por qué elegiste esa percepción de lo amoroso?
- M.S.: Ella sabe que hay un discurso amoroso que uno debería seguir y que le encantaría que le salga pero no lo logra. Tiene un pesimismo que la hace ver que el mundo es mucho más difícil, árido y roto.
- T.: Lara levanta la copa para brindar "por lo que no es". ¿Qué no es en esa historia?
- M.S.: No es una historia rosa, ni de amor clásico. Si pensamos qué es el amor, seguro que la historia de ellos no clasifica como amor. Pero eso pasa siempre: todo lo estructurante de la vida, como la pareja o los hijos, no son como nos los venden. Vivir es completamente distinto.
- T.: ¿El título de donde surgió?
- M.S.: En las sucesivas correcciones, busqué una frase que me gustara. Y esta tiene que ver con los claroscuros del libro y del personaje de Lara.
- T.: Él también tiene claroscuros.
- M.S.: Sí, además de violento es un poco infantil e inmaduro. Quiere ser un macho alfa pero es muy apegado a la madre y a los parámetros familiares. Ocurre que la idea de un hombre monolítico tampoco existe.
- T.: ¿Qué arco trazarías entre tu primera novela y "Siempre las sombras"?
- M.S.: Las lecturas son las que terminan de construir el texto. Puedo hablar de la novela porque ya se escribieron algunos textos y tuve devoluciones. Pero mientras escribe uno piensa "qué estoy haciendo, me van a matar". Sin embargo, en mi primera novela hay fantástico y acá, mientras escribía, pensaba en un registro hiperrealista. La imaginación de Lara, un poco aumentada, también está en otro registro. Pero coincido con la lectura que, por ejemplo, hizo Paula Puebla de la novela: acá el fantástico lo aporta el clima de época que revalida la idea de una amor rosa o ese sector del feminismo que nos indica y reglamenta cómo debe ser el amor.
Con información de Télam